Por “su escritura versátil y comprometida (que) se ha convertido en las últimas décadas en referencia en el ámbito literario hispanohablante”, la escritora mexicana Cristina Rivera Garza ganó el Premio Iberoamericano de Letras “José Donoso” 2021, anunció este viernes 3 de septiembre la Universidad de Talca, de Chile.
“La suya es una voz poética, crítica y nómade, siempre improbable, inesperada y sorpresiva. Cada libro de Cristina Rivera Garza es una valiente aventura que conjuga contemporaneidad y atavismos. A la reflexión sobre la propia lengua se suma su labor como traductora y propulsora de las lenguas indígenas y del español que migra por el mundo”, de acuerdo con el Jurado.
El rector de la Universidad de Talca, Álvaro Rojas, destacó que la distinción “lleva el nombre del que, pensamos, es el principal novelista e innovador de la prosa chilena, hijo ideológico e histórico de esta tierra. El reconocimiento es una prueba de nuestro interés por descentralizar la cultura y hacer una contribución real a las letras y al pensamiento iberoamericano, desde una región del centro de Chile”.
Este año, el Jurado del Premio Iberoamericano de Letras “José Donoso” estuvo compuesto por especialistas nacionales e internacionales que residen en Chile, entre ellos Lorena Amaro (U. Católica de Chile), quien fue la presidenta del jurado; Wolfgang Bongers (alemán, U. Católica de Chile); Leonel Delgado (nicaragüense, U. de Chile); Daniuska González (cubano-venezolana, U. de Playa Ancha); y Carolina Navarrete (U. de la Frontera).
El Premio Iberoamericano de Letras “José Donoso” cumple veinte años de existencia, por lo que el rector Álvaro Rojas destacó: “Su consolidación en el tiempo evidencia el compromiso de una institución pública como la Universidad de Talca para generar y mantener un galardón que ha permitido visibilizar el aporte de autores/as de habla hispana y portuguesa al mundo de las letras”.
La distinción fue creada en 2001 por iniciativa del Instituto de Estudios Humanísticos Juan Ignacio Molina UTalca, “para reconocer en el ámbito de la producción intelectual iberoamericana a sus figuras más relevantes”.
Desde su fundación, han ganado el Premio Iberoamericano de Letras “José Donoso” autores como José Emilio Pacheco (2001); Beatriz Sarlo (2002); Isabel Allende (2003); Antonio Cisneros (2004); Ricardo Piglia (2005); Antonio Lobo Antunes (2006); Miguel Barnet (2007); Javier Marías (2008); Jorge Volpi (2009); Diamela Eltit (2010); Sergio Ramírez (2011); Juan Villoro (2012); Pedro Lemebel (2013); Silviano Santiago (2014); Rodrigo Rey Rosa (2015); Pablo Montoya (2016); Raúl Zurita (2017); Mario Bellatin (2018); Cristina Peri Rossi (2019); (2020, suspendido “por la pandemia”); Cristina Rivera Garza (2021).
Cristina Rivera Garza es autora de las novelas “Desconocer” (1994), “Nadie me verá llorar” (1999), “La cresta de Ilión” (2002), “Lo anterior” (2004), “La muerte me da” (2007), “Verde Shanghai” (2011), “El mal de la taiga” (2012), “Autobiografía del algodón” (2020) y la reciente “El invencible verano de Liliana” (2021). También es autora del poemario “Los textos del yo” (2005); y de los ensayos “Los muertos indóciles. Necroescrituras y desapropiación” (2013) y “Había mucha neblina o humo o no sé qué” (2016).
Cristina Rivera Garza recibirá por este reconocimiento una medalla, un diploma y un cheque por US$ 50.000, entregado por el Banco Santander, auspiciador del certamen.
LA ENTREVISTA MÁS RECIENTE DE ZETA CON CRISTINA RIVERA GARZA
En 2021, Cristina Rivera Garza publicó “El invencible verano de Liliana”, su libro más reciente editado por el sello Literatura Random House de Penguin Random House Grupo Editorial.
El feminicidio de Liliana Rivera Garza, sucedido el 16 de julio de 1990, es narrado 31 años después por su hermana, la escritora norteña Cristina Rivera Garza, en su más reciente libro de no ficción “El invencible verano de Liliana”.
Cristina Rivera Garza (Tamaulipas, 1964) contó a ZETA que fue en 2020, durante el enclaustramiento por la pandemia de COVID-19, cuando desempolvó los archivos de su hermana, encierro que aprovechó también para escribir esta crónica literaria muy dolorosa.
“Cuando todavía podíamos viajar, fui a Toluca, en enero de 2020, justo antes de que nos encerráramos, y abrí las cajas que contenían el archivo de mi hermana, me traje a casa todos esos documentos en una maleta y me dediqué toda la primera parte del confinamiento a leer, clasificar, transcribir todos los documentos porque no quería que se me escapara nada, y eventualmente escribir el libro”, rememoró la autora.
“En la primera fase del confinamiento, en aquellos días felices en que no habíamos descubierto Zoom, estaba muy concentrada, dejé de viajar, no tenía eventos, estaba nada más ahí con mis documentos y con todo el tiempo para poder pensar en todo el proceso; en ese sentido fue muy provechosa la primera parte de la pandemia”, complementó.
Liliana Rivera Garza tenía 20 años de edad cuando fue asesinada la madrugada del 16 de julio de 1990, en la calle Mimosas número 658, Colonia Pasteros de la delegación Azcapotzalco, en el entonces Distrito Federal. Estudiaba Arquitectura en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Azcapotzalco.
En “El verano invencible de Liliana”, Cristina Rivera Garza cuenta los laberintos de la justicia mexicana que vivió cuando estaba buscando el expediente del feminicidio de su hermana, recrea la escritura y relación epistolar entre sus amigas y reproduce algunas cartas que escribía a Ángel González Ramos, el novio celoso y golpeador de Liliana.
“Éste es un libro que escribí casi en coautoría con Liliana, descubrí muchas cosas que no sabía, a raíz de la investigación y con sus amigos. Abriendo las cajas me di cuenta que Liliana era una escritora en ciernes, absolutamente, y aparte una lectora muy ávida”, expresó a ZETA Cristina Rivera Garza.
Durante su investigación, en el periódico La Prensa de aquella época, corroboró que Ángel González Ramos fue el presunto autor del crimen.
“Ángel González Ramos fue identificado como el presunto responsable de haber asesinado a la joven estudiante Liliana Rivera Garza. Según las investigaciones de la policía, a la estudiante le quitó la vida su exnovio, por lo que éste es afanosamente buscado por todo el país”, cita Cristina Rivera Garza a La Prensa del 24 de julio de 1990 en “El invencible verano de Liliana”.
“El libro lo que persigue, en primera y última instancia, es el cumplimiento cabal de la Ley y que se haga justicia en este caso, y en todos los casos que son cuentas pendientes en este laberinto de la justicia mexicana”, citó Rivera Garza.
Leer a Cristina Rivera Garza es también una aventura por el lenguaje. En 1990, el término feminicidio no estaba tipificado como delito en el Código Penal vigente, sino hasta el 14 de junio de 2012.
“La falta de lenguaje es apabullante. La falta de lenguaje nos maniata, nos sofoca, nos estrangula, nos dispara, nos desuella, nos cercena, nos condena”, se lee en alguna parte de “El invencible verano de Liliana”.
“Como el término feminicidio no existía en 1990, el caso había sido registrado como homicidio simple, y no como homicidio calificado”, cuenta la autora en otro pasaje del libro.
— ¿Cómo ha evolucionado el lenguaje en torno al feminicidio en las últimas tres décadas?, cuestionó este Semanario a Cristina Rivera Garza.
“Ha sido muy difícil escribir una historia como ésta cuando todo el lenguaje, cuando el lenguaje del patriarcado, está diseñado para culpar a la víctima y para exonerar al depredador; es muy difícil tratar de hacer un recuento crítico, amoroso, honesto, de un crimen como éste, cuando el lenguaje en sí mismo es una violencia.
“En 1990, la mañana en que descubrimos que mi hermana había sido víctima de un crimen, no teníamos el lenguaje para describir qué es lo que había pasado, evidentemente tampoco el lenguaje para identificar las señales de peligro, que claro que existían. No lo digo yo, lo dicen los lingüistas y demás: las palabras son acciones, no nada más son entidades abstractas, nos permiten identificar y reconocer hechos. En el caso del feminicidio, ya es un delito inscrito en el Código Penal, ya es una acción también, al menos desde 2012.
“Ha habido una tradición enorme de lucha feminista en este país, una movilización muy fuerte de mujeres en el pasado y en el presente, algunas feministas y algunas no, que han ido produciendo este lenguaje, el lenguaje en el que contar esta historia sobre un feminicidio puede hacerse con justicia, con honestidad, de manera directa, sin violentar a la víctima del feminicidio y llamándole a las cosas por su nombre: hay un presunto feminicida sobre quien pende una orden de aprehensión que está impune, hay impunidad, están las palabras muy claras.
“El lenguaje en el patriarcado exonera, porque parecería ser que el feminicidio es un hecho circunstancial que pudo no haber pasado. Y lo que nos enseña la historia es que el feminicidio es el punto más letal de una violencia contra las mujeres que es estructurante, que está en la base misma de la sociedad, porque en la base misma de la sociedad hay una desigualdad de género que esencialmente inicia desde la invisibilización del trabajo doméstico, la invisibilización del trabajo de la mujer y que en su punto más álgido se traduce en estos hechos de violencia extrema del feminicidio”, argumentó Cristina Rivera Garza.
En “El invencible verano de Liliana” se advierte: “En México se cometen diez feminicidios cada día y… con el paso de los años estas noticias se han ido normalizando”.
— Sobre todo desde la década de los 90 a la fecha, ¿notas alguna diferencia entre el sexenio del Presidente Andrés Manuel López Obrador con los demás ex mandatarios (Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox, Zedillo, Salinas) en cuanto a su sensibilidad contra los feminicidios?
“Yo lo que noto es una continuidad de falta de atención, que me preocupa. Ciertamente, ahora tenemos una Fiscalía Especializada de Feminicidios en la Ciudad de México, presidida por Sayuri Herrera, a quien agradezco su acompañamiento en nuestro caso. Falta mucho por hacer.
“La otra gran diferencia, y para mí es realmente lo más importante, es que contamos cada vez más con una movilización muy amplia, hay una generación de jóvenes que han crecido en un desamparo muy radical y muy obvio, son las chicas que toman las calles, que denuncian y exigen. Mientras podamos unir fuerzas y ese tipo de movilizaciones no cesen, vamos a poder exigir lo que esta sociedad necesita. La cuestión aquí es que yo nunca he visto que ningún Estado, ni ninguna autoridad te regale nada; la gente que está en el poder por lo regular pareciera que viviera detrás de una gran torre de marfil donde se enteran poco de lo que ocurre en el mundo, pero mientras tengamos todas estas movilizaciones de abajo, creo que se pueden asegurar las condiciones para que las cosas cambien”.
— ¿Qué lectura haces de la declaración de López Obrador del 30 de marzo de 2021, que “esa clasificación (del feminicidio) comienza prácticamente con nosotros”, es decir, en su sexenio?
“Le ponemos más atención al feminicidio en fechas más recientes porque existe la palabra, pero esto no quiere decir que en años anteriores no hubiera existido un número muy alto de mujeres atacadas y asesinadas por hombres. Esto quiere decir que igual que ahora, los regímenes anteriores tuvieron una indiferencia y un desdén muy similar de no darle la importancia debida al feminicidio. Lo vemos más porque tenemos el nombre, porque lo llamamos por su nombre, y, por lo tanto, tendríamos que crear todo el aparato judicial necesario para hacer que la impunidad sea reducida y disminuya radicalmente”.
Para concluir, la autora exhortó:
“En el libro incluyo la fotografía de Ángel González Ramos, presunto feminicida de mi hermana. El libro no esconde su intención de contribuir a que se haga justicia. Si alguien por ahí lo reconoce, si alguien lo sabe, sería pertinente que dejara de ser cómplice de un presunto feminicida, y si tienen información, creamos en la editorial el correo elinvencibleveranodeliliana@gmail.com en caso de que alguien tuviera urgencia de compartir algo con nosotros”.