La ruta de los mártires en México
“Los Santos y los Mártires son los únicos educadores de la humanidad”. –
Jacquez Maritain, pensador francés
La educación en este momento crucial
A don Damián y Elenita en su 50 Aniversario matrimonial
La persecución religiosa en México (1917-1935), puede comprenderse desde la Fe Cristiana en el sentido que Maritain expresa: “Dios es servido por los mártires, y por los ejecutores de los mártires”.
La historia de la salvación, en el Antiguo y Nuevo Testamento, es abundante en persecuciones; lo mismo la historia de la Iglesia Católica, como otras iglesias orientales, ortodoxas, evangélicas. Los luteranos saben que Diestrich Bonheffer, fue un mártir del nazismo en el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Como el franciscano polaco San Maximiliano María Kolbe y tantos mártires judíos que humildemente entregaron su vida en los campos de exterminio en Europa del Este o la Alemania Nazi, o en Babyn Yar, Bikyvnia, en Ucrania.
En Guadalajara, la Arquidiócesis sigue construyendo un monumental templo en honor a los santos mártires mexicanos, muchos de ellos canonizados en Roma en el Jubileo de México, en mayo de 2000.
A nivel estatal o local, las iglesias particulares de México hacen lo propio edificando imponentes templos en honor a sus sacerdotes y laicos que murieron perseguidos por su Fe Católica: “Bienaventurados seréis cuando digan cosas falsas de ustedes por causa mía; el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”, expresa el modelo de los mártires, Cristo Nuestro Señor.
En Chihuahua, es impresionante el templo en honor a San Pedro de Jesús Maldonado; en Tototlán, a Santo Sabás Reyes; en Totatiche, a San Cristóbal Magallanes y San Agustín Caloca; y en Aguas Buenas, Guanajuato, al pie del Cerro del Cubilete, mártires laicos y religiosos ejecutados en la Diócesis de León.
Muchos mártires reposan en las catedrales de Colima: San Miguel de la Mora; San Mateo Correa Magallanes en la Catedral de Durango; en Chalchihuites, Zacatecas, San Luis Bátis y los acejotaemeros laicos San Salvador Lara, David Roldán y Manuel Morales.
En Cuquío, Jalisco, San Justino Orona y San Atilano Cruz. En Yahualica, Jalisco, San Román Adame, y en Guadalajara, San David Roldán y Anacleto González Flores. En el templo de Tepatitlán, San Tranquilino Ubiarco, y no se diga del Padre San Toribio Romo en Santa Ana de Guadalupe Jalostotitlán y San Julio Álvarez en San Julián.
En Mascota es venerado el Padre San José María Robles, y por esa ruta, San Jenaro Sánchez en Tecolotlán; y en Ejutla, San Rodrigo Aguilar, ahorcado en un árbol de mango que cuidan y veneran los fieles. En el Teúl, Zacatecas, San José Isabel Flores, que bien podría ser invocado como el santo de las madres solteras.
El Estado de Guerrero venera a San David Uribe, San Jesús Méndez y San Margarito Flores.
En un mundo sin brújula, los santos y mártires mexicanos, más el número que los mencionados y los que falta reconocer o elevar a los altares, fueron ejemplo de fortaleza gracias al Espíritu Santo, según explica el mismo Santo Tomás de Aquino en el artículo del Credo Católico: “Creo en la Iglesia que es Santa”. Porque el Espíritu Santo, con sus dones va fortaleciendo en circunstancias persecutorias a quienes Él desea llevar a la santidad y al martirio, como es el ejemplo de nuestros santos mexicanos. Casi cincuenta después de contar, sólo con San Felipe de Jesús, patrono de la Arquidiócesis de México, martirizado en Nagazaki hacia 1597. Otro santo: San Pedro de Jesús Esqueda, que permaneció en su parroquia celebrando misa y rezando tres rosarios durante el día y con su pueblo.
Es admirable y ejemplar el testimonio de los mártires, precisamente como explica San Ambrosio de Milán, ya desde el Siglo IV. Mártir viene de la palabra griega martiria, es decir, testigo. En este caso con la propia sangre y la vida de aceptar la muerte por convicción a su Fe Católica, por a Cristo y a Santa María de Guadalupe.
En Totatiche, Jalisco, en Los Altos, a Santo Sabás Reyes le han dedicado un enorme templo para más de cinco mil personas sentadas. Seguramente la generosidad de la familia Hernández, Javier papá e hijo, el bendito “Chícharo” y su hijo “Chicharito”, se unen a los festejos bianuales del aclamado por el “Perro” Bermúdez como “El nativo de Tototlán”.
Por todo México están surgiendo santos y santas, como en San Luis Potosí, la beata Concepción Cabrera de Armida.
En todo el orbe hay turismo religioso; en México, la Ruta de los Mártires, como en el Norte las misiones jesuíticas, dominicas y franciscanas, son una buena oportunidad de llenar el alma y la panza con las buenísimas comidas regionales que los lugareños ofrecen, sabrosas y accesibles.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
Correo: saeta87@gmail.com