El atentado del conocido abogado, fue perpetrado por criminales inexpertos, los cuales realizaron al menos tres detonaciones de arma de fuego; sólo una atinó en el blanco, generando una lesión que no puso en riesgo su vida. El ex titular de las prisiones de Baja California, se une a la lista de juristas víctimas de ataques derivados de su actividad laboral, donde se han registrado homicidios y desapariciones de ex funcionarios, secretarios de Acuerdos, litigantes, entre otro tipo de profesionales del Derecho
Mexicali es una entidad peligrosa para el ejercicio del Derecho. En ocho años, sólo en la Capital del Estado se contabilizan siete asesinatos de abogados y cuatro más permanecen en calidad de desaparecidos, y de ampliar a todo Baja California, la cifra supera los 15 ataques letales. El último de ellos cometido en Ensenada, donde perdió la vida Ernesto Kennedy Pardini. Sin mencionar los actos ilícitos cometidos en su contra, donde lograron salir con vida, en los que incluso se puede contabilizar al fiscal Guillermo Ruiz Hernández, quien en 2016 fue víctima de un atentado.
La tarde del martes 10 de agosto, el abogado penalista Cuauhtémoc Castilla Gracia, integrante de una de las más connotadas familias de juristas de Baja California, estuvo a centímetros de convertirse en otro número más de la lamentable cifra de letrados asesinados.
Ese día fue sorprendido por dos matones que tripulaban un vehículo color negro con placas de Anapromex, desde donde le dispararon -sin detener su marcha- en reiteradas ocasiones, para luego escapar y abandonar su automóvil en la colonia Pasadina.
Locatarios de la zona indican haber escuchado cuatro estampidos, pero sólo se recabó evidencia de tres impactos, de los cuales uno atinó en el cuello del ex titular de los centros penitenciarios de BC, generando una prominente hemorragia que pudo ser controlada hasta llegar al Hospital Almater de la calle Madero, de donde ya fue dado de alta por especialistas.
En entrevista exclusiva para ZETA, el abogado, articulista y académico, dijo no reconocer a los agresores, por lo que considera que se trata de criminales pagados para perpetrar el crimen. Además, serían tiradores inexpertos, toda vez que pese a la corta distancia, sólo lo hirieron en una ocasión.
También comentó que escuchó -al igual que su hijo- que le gritaron “Ahí viene tu Genebit” momentos antes de abrir fuego en su contra, por lo que considera que su participación como asesor jurídico en el polémico caso de feminicidio donde resultó enjuiciado un joven veinteañero llamado David Alejandro Quintero Morales, pudiera ser una de las líneas de investigación.
Ante el ataque, la Barra de Juristas de Mexicali, encabezada por el abogado Elías Flores Gallego, emitió un posicionamiento en contra del fiscal Guillermo Ruiz Hernández y de su equipo de trabajo, para exigirles respuesta rápida ante este caso para no generar impunidad.
Fuentes del área de Homicidios Dolosos de la Fiscalía General del Estado (FGE) consideran que el crimen derivó de su actividad profesional, de eso no queda la menor duda, pero exploran otros casos como origen del ataque armado.
EL ATENTADO
Las manecillas del reloj aún no alcanzaban las 14:00 horas cuando el conocido abogado Cuauhtémoc Castilla Gracia arribó abordo de su vehículo Jaguar, modelo reciente, en el que se desplazaba en compañía de su hijo y un compañero, a su despacho marcado con el número 1277 de Avenida José María Larroque, a escasos metros de la intersección con calle E, en la colonia Segunda.
Castilla Gracia venía de una diligencia profesional de las instalaciones de la Fiscalía General de la República (FGR), ubicada en Calle Novena, y pretendía llegar a su oficina para hacer trabajo de escritorio durante el resto de la tarde.
Su hijo detuvo el vehículo en plena calle para que su padre ingresara mientras estacionaba el automóvil. Justo detrás del Jaguar se posicionó un vehículo Toyota color negro, con placas de Anapromex, el cual aprovechó que Castilla descendió de la unidad y dio algunos pasos totalmente expuesto.
“Ahí viene tu Genebit”, es lo que -según Cuauhtémoc y su hijo- gritaron momentos antes de perpetrar el ataque armado en el que dispararon entre tres o cuatro ocasiones, de los cuales sólo uno de los proyectiles rozó el cuello del letrado.
“Ellos estaban estacionados como a una cuadra, me bajo y ellos se dejan venir, de su carro hacia mi persona, sí gritaron algo, yo escuché ‘Ahí viene tu Genebit’, entonces, no estoy loco, escucharon dos personas”, refirió el abogado en entrevista telefónica desde el Hospital Almater, antes de ser dado de alta.
“Yo venía llegando de FGR, tenía una diligencia allá, con mi hijo y otro abogado del despacho, venía manejando mi hijo, escuchó una detonación fuerte, hasta que veo que me escurría líquido y es cuando escuchó unas detonaciones, y veo que están en huida y me metí a mi despacho caminando”.
Los criminales huyeron dándolo por muerto, pero el jurista se reincorporó del suelo e ingresó a su despacho, dejando un punteo hemático por donde se desplazaba; se protegió el cuello y pidió apoyo al 911 para recibir atención médica.
Los primeros respondientes fueron agentes de la Policía Municipal que lo llevaron a bordo de su patrulla al hospital particular, donde permaneció por varias horas hasta que se declaró que estaba fuera de peligro.
“Por mi experiencia, me quedé viendo a las personas, con apariencia de farmacodependencia, la forma en la que me atacaron, no es alguien que se dedica a eso, los contrataron, les dieron una cantidad de dinero para ejecutarme, pero gracias a Dios aquí estamos”, expuso el prestigioso litigante, quien tiene plena confianza en que la FGE resolverá el crimen.
“SOY UNA PIEDRA EN EL ZAPATO PARA ALGUIEN”: CASTILLA GRACIA
Vía telefónica y todavía con algunas dificultades para conversar, Cuauhtémoc Castilla Gracia, abogado con 32 años de ejercicio profesional, atendió a ZETA para ofrecer sus primeras impresiones sobre el ataque del que fue víctima y concluyó con que su actividad profesional incomoda a alguien, al grado de considerarse “una piedra en el zapato”.
Para él, el ataque tiene un origen meramente profesional y, aunque precisó que los casos de Genebit y el de la “Calle Novena” como los principales, recordó que lleva más de 30 casos de feminicidio, violencia doméstica, varios de negligencia médica y derechos humanos.
El caso Genebit se originó en agosto de 2020, cuando la joven Genebit Libier Godínez Castañeda, de 20 años de edad, fue encontrada muerta dentro de un vehículo abandonado en la colonia Insurgentes, a escasas calles de donde residía su ex novio, David Alejandro Quintero Morales, entonces de 19 años, a quien visitó horas atrás.
El cadáver llevaba la vestimenta de Quintero Morales y una cámara captó a un individuo con rasgos similares huir de la escena donde se abandonó la unidad en que se localizó a la joven.
Quintero Morales ahora enfrenta una acusación de feminicidio por la que se están pidiendo 60 años de prisión, gracias a las gestiones del abogado Castilla Gracia, quien es asesor jurídico de la familia.
El incidente de la “Calle Novena” ocurrió en mayo pasado, cuando un individuo de nombre Daniel Miguel Martínez Villela, de 30 años, atropelló a una mujer llamada Rosa Isela Viveros, de 40 años, y a su hija Leah, de 9 años, cuando caminaban sobre la calle Novena rumbo a su domicilio.
Martínez Villela fue declarado en estado de ebriedad cuando embistió a gran velocidad a las dos féminas que caminaban tranquilamente por la vialidad, y aunque fue detenido en ese momento, recobró su libertad en cuestión de horas.
Gran confusión se generó en este caso, donde fueron señalados cinco mandos policíacos por temas de corrupción, surgiendo dudas sobre las condiciones en que fue turnado ante el Ministerio Público.
En medio de señalamientos y acusaciones de corrupción entre las corporaciones de seguridad y de investigación, Daniel Miguel huyó, pero fue asegurado semanas después en un rancho de su familia en Hermosillo, Sonora.
“El año pasado, logramos que le dieran una pena de 40 años de prisión a una mujer que quemó a una mujer allá en Tijuana y pertenece a una banda del crimen organizado, y así traigo muchos asuntos, pero me llama la atención el caso de Genebit y el asunto de la Novena, por ahí creo que van las líneas. Fueron de manera personal, la persona no sabía disparar, no es un profesional”, refirió el hijo del letrado Arnoldo Castilla, ex magistrado y hermano de Álvaro, juez especializado en materia de adolescentes.
Recordó que cuando llevó el caso de “la Novena”, recibió varias amenazas por parte de desconocidos, pero atribuyó al coraje de las familias de los implicados, lo que considera parte de su actividad profesional.
Castilla Gracia asegura que no tiene pensado salir de la ciudad a raíz del atentado, pero se encuentra analizando su situación actual. Por lo pronto, fue contactado por representantes del Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos, ante la posibilidad de que su ataque se deba a los casos probono que ha llevado a lo largo de los años.
“QUEREMOS RESULTADOS”: ELÍAS FLORES GALLEGO
Por su parte, el abogado Elías Flores Gallegos, presidente de la Barra de Juristas de Mexicali, arremetió contra las autoridades locales encargadas de la investigación. Advirtió que, si no pueden resolver y atender las necesidades de la ciudadanía, renuncien.
“Todos somos profesionales del Derecho y estamos sometidos al mismo riesgo. Se llevan a cabo operativos de 40 o 50 elementos para rescatar un cachorro; con todo respeto, eso se hubiera resuelto tocando la puerta para rescatar al cachorrito, no era necesario montar todo un operativo. La fiscalía presume decomisar tres maquinitas tragamonedas, tenemos dos preparatorias y ¿cuantos muertos y crímenes sin resolver?”, refirió molesto.
Para Flores Gallegos, la violencia rebasó -por mucho- a las autoridades, por lo que es necesario un cambio de estrategia, solicitando el urgente regreso de la Policía Estatal Preventiva (PEP) a las calles.
Por último, criticó que se cuestionara la actividad profesional de Castilla o de cualquier abogado como justificación para un asesinato, toda vez que “aunque hubieran matado al ‘Chapo’ Guzmán”, tendrían la obligación de resolverlo.