Insensatez sanitaria, permisividad y libertinaje ponen a Playas de Rosarito y autoridades de Baja California en el epicentro internacional, por su aval a la realización del Baja Beach Fest, en medio de la pandemia global, semáforo epidemiológico amarillo por alza de contagios en la entidad. Durante dos fines de semana consecutivos (del 13 al 15, y del 20 al 22 de agosto), el COVID-19 pareció ser mera cuestión cultural, al igual que el uso del cubrebocas, y la nula sana distancia de más de 20 mil personas, mayormente estadounidenses que, arremolinados, avivaron la presentación de Karol G, Lunay, El Alfa, J. Balvin, Anuel AA, Farruko, Becky G, Guaynaa, Myke Towers, Sech, y Rauw Alejandro.
Con el visto bueno del gobernador Jaime Bonilla, el secretario de Salud, Alonso Pérez Rico, y la alcaldesa reelecta Hilda Araceli Brown Figueredo, el festival de música urbana y reggaetón se realizó ante el evidente incumplimiento de protocolos sanitarios, fuera y dentro de la zona delimitada para el espectáculo, lo que provocó polémica en redes sociales, con señalamientos y críticas por anteponer la reactivación económica a la salud.
“El uso de cubrebocas es una cuestión cultural y no es ley usarlo”, justificó Brown, quien para el cierre de actividades del encuentro compartió en redes sociales una fotografía junto al boxeador Saúl “Canelo” Álvarez, sin cubrebocas y con la camiseta del Baja Beach Fest “bien puesta”, lo que bien podría asegurar próximas ediciones del mismo, tras haber “utilizado el mejor protocolo de salud del mundo”, afirmara Brown.
Pese a que Bonilla y Pérez anunciaron la posible cancelación del espectáculo por incumplimiento de protocolos, éste continuó hasta su final con total permisividad; mientras, a la ciudadanía se le alerta de una tercera ola de COVID-19 y se le pide el uso obligatorio del cubrebocas, dejando en entredicho las reglas para aprobar el desarrollo de eventos masivos en el Valle de Guadalupe, Feria Tijuana, Expo Cerveza Artesanal en Ensenada, y las tradicionales Fiestas del Sol en Mexicali.
Por un lado, Mario Escobedo Carignan, secretario de Turismo en el Estado, presumió la derrama económica del primer fin de semana del Baja Beach Fest (24.9 millones de dólares). repartida entre hospedaje, alimentación, y consumo en bares; por otra parte, los organizadores del festival y la alcaldesa de Rosarito se jactaron de protocolos innovadores, y brazaletes con tecnología para monitorear que todos los asistentes contaran con esquema de vacunación y/o hayan presentado prueba negativa de Covid-19. Sin embargo, ZETA constató el persistente desuso de cubrebocas, pese a que la Comisión Estatal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Coepris) aseguró suspendería el evento de no cumplirse con los protocolos; contrario a ello, personal del evento ofertó a las afueras del evento brazaletes activados, sin necesidad de verificación.
Con total libertinaje, los miles de turistas abarrotaron bares, restaurantes, calles aledañas al local de Papas & Beer, y la playa, viviendo dos fines de semana desmedidos e ignorando estar en medio de la pandemia global.