Una familia denunció que el 1 de noviembre del 2018 su hija Daniela Edith, de 21 años, falleció en el Hospital General de Ensenada, por múltiples negligencias médicas cometidas por Isesalud de Baja California.
Semanario ZETA solicitó a la institución información sobre este caso, que involucra al departamento de Tuberculosis de la Jurisdicción de Servicios de Salud de Ensenada; el Hospital General de Ensenada; y la Clínica y Laboratorio de Tuberculosis del Hospital General de Tijuana, pero no se tuvo respuesta.
Desde abril del 2019, Jaime Morales Sánchez, padre de Daniela, interpuso una denuncia por Responsabilidad Médica y Técnica contra quien resulte responsable.
Informó que de acuerdo con el expediente clínico, se registraron negligencias médicas en el tratamiento contra la tuberculosis pulmonar, tras dos hospitalizaciones provocadas por tomar el medicamento anti-tuberculosis DOTBAL.
“Nuestra hija específicamente falleció por hepatitis fulminante, en su segunda hospitalización, por habérsele administrado el mismo medicamento que ya le había provocado su primera hospitalización de gravedad, por hepatitis aguda y eritrodermia, ambas enfermedades causadas por una reacción alérgica a ese medicamento”, declaró.
Daniela fue diagnosticada con tuberculosis pulmonar el 9 de agosto de 2018, en el Centro de Salud Ruiz y 14, de la zona centro de Ensenada.
En ese momento, el médico Luis Alejandro Pulido Espinoza era el encargado del departamento; y “en el tratamiento ellos aseguran que no le hicieron un historial clínico completo y detallado, siendo obligatoria por ley”, expresaron.
Tampoco se le elaboró el protocolo de inicio del tratamiento anti-tuberculosis que debía indicar la dosis del medicamento con base en su peso. Le suministraron un medicamento compuesto por cuatro antibióticos mezclados en una tableta, cada uno conocido por ser capaz de provocar reacciones adversas potencialmente fatales: se le estableció tomar cuatro tabletas diarias del medicamento anti-tuberculosis DOTBAL, pesando ella menos de 50 kg.
La hija sufrió reacciones adversas provocadas por el fármaco, que se manifestaron como hepatitis aguda y eritrodermia a la tercera semana de estar tomando el medicamento, y que le ocasionaron su primera hospitalización en el Hospital General de Ensenada durante ocho días, en estado de gravedad.
Posteriormente otro médico evaluó su caso y determinó, mediante estudios especiales, cuál o cuáles antibióticos del medicamento en uso habían sido los culpables de esas reacciones adversas, para retirarlos del tratamiento, sustituyéndolos por otros.
Se señala a otro médico, de apellido Laborin, de no evaluar su caso y no estudiar el resumen de la menor: “Asimismo, él ya sabía que en el Hospital General de Ensenada a mi hija se le diagnosticó hepatitis aguda y eritrodermia, ambas a consecuencia de una reacción alérgica al medicamento anti-tuberculosis”, aseguró el familiar.
Agrega que este doctor, siendo el encargado del Departamento de Tuberculosis, necesariamente debería tener conocimientos sólidos sobre las reacciones adversas que se presentan como alergias severas provocadas por el medicamento que administra (y cómo se manejan médicamente).
Tampoco se solicitó a un experto en tuberculosis de la Clínica de Tijuana, que cumpliera con su deber médico para determinar qué antibióticos del medicamento habían sido los responsables de la reacción alérgica, por la seguridad de Daniela Edith.
Inexplicablemente, ignorando todo lo anterior, dijo, el médico cometió la negligencia mortal de administrarle nuevamente el medicamento a su hija, el 18 de octubre de 2018, dándole tres tabletas diarias desde el primer día.
“Hubo ocultamiento de información de diagnósticos a la paciente y a los padres, pues nunca se nos informó de los diagnósticos de hepatitis aguda y eritrodermia, ni que esas enfermedades fueron producidas por una reacción alérgica al medicamento anti-tuberculosis”, comentó.
Mediante el oficio número 533, de fecha 10 de agosto de 2020, enviado a la Fiscalía de Delitos Contra las Personas y su Libertad, el hospital informó que a la joven no se le realizó prueba para determinar una tuberculosis intestinal porque la paciente no se encontraba en condiciones de que le hicieran cirugía (por presentar tiempo de coagulación excesivamente).
Por lo tanto, al no haberse podido probar una supuesta tuberculosis intestinal, tampoco se pudo probar una perforación intestinal; y en consecuencia, tampoco el choque séptico, explicó el padre.
“Abundando sobre la verdadera causa de fallecimiento, los padres debemos resaltar que los peritos médicos, haciendo evidente que no están calificados para hacer un dictamen médico de un expediente clínico de una especialidad médica, y lo que realmente necesitaba era un trasplante”.
Los padres enumeraron las negligencias médicas a las que aseguran su hija fue sometida antes de fallecer, siendo las siguientes:
*No revisar historia clínica completa y detallada.
*No informar a familiares de las reacciones adversas y cómo reconocerlas.
*No elaborar el protocolo de inicio del tratamiento anti-tuberculosis.
*Ignorar la indicación del experto de la Clínica de Tuberculosis de Tijuana.
*No solicitar al experto en tuberculosis el antibiótico del medicamento responsable de la reacción alérgica.
*No elaborar las notas médicas obligatorias.
*No proporcionar ningún medicamento, así como ninguna indicación médica, en la Hoja de Alta del hospital al egreso de su primera hospitalización
*Administrar de nuevo el medicamento que había causado enfermedades graves un mes antes.
*Diagnóstico equivocado de hepatitis aguda en vez de hepatitis fulminante.