La pérdida de poder adquisitivo, la falta de vivienda asequible y la migración, están agravando la pobreza en Tijuana. En BC, 24.8% de la población que trabaja no puede comprar la canasta básica. Algunos de los asentamientos irregulares más conocidos, son el Ejido Ojo de Agua, que invadió los derechos de vía del ferrocarril, además de Colinas del Florido, Villas del Campo, Ejido Maclovio Rojas, Las Torres y Alamar en la Zona Este; mientras que la población instalada en el Cañón del Matadero está en riesgo de derrumbe
Desnudo, Saúl camina tambaleante en el patio de tierra de la casa de su tía Manuela de los Santos. Al pequeño de 2 años de edad lo acompaña su hermana mayor, de 6, y un bebé de brazos en espera de su madre, quien salió a trabajar. Saúl y la niña juegan unos minutos antes de que ella entre a la casa de madera por un short para vestirlo.
En el lindero del predio contiguo a una avenida, Manuela cuenta que hace tres meses llegó a esa área al Este de Tijuana, tras salirse de la casa que le prestaban en Otay, porque el inmueble fue vendido.
“Como me urgía porque ya casi mis cosas las tenía afuera, la única opción que tuve era este lugar, y como nos dijeron que podíamos adquirirlo en pagos, pues lo estamos pagando”, afirmó a ZETA la mujer de mediana edad. “Está retirado, pero no hay para andar rentando, las rentas ahorita están muy caras, por eso nos vinimos para acá”.
Después de instalarse, supo que el terreno no puede venderse, al encontrarse encima de un gasoducto, y por lo mismo la autoridad no podría dotar de servicios básicos como agua, drenaje y luz. Para subsanar la carencia de agua, ella compra un bote de 200 litros por hasta 38 pesos, según el pipero que abastezca la zona.
“Si yo me salgo de aquí nada más podría recuperar lo de la madera -algo así como 8 mil 700 pesos-, pero no tenemos dinero para rentar, porque mi esposo acaba de comenzar a trabajar después de un mes de no hacerlo, por una lesión en la espalda”, compartió Manuela.
El sueldo de su marido como ayudante de albañil -entre mil 500 y 2 mil pesos a la semana- es insuficiente para que su hija de 20 años ingrese a la universidad, pero Manuela tiene la esperanza de poner un negocio de comida como tenía en Otay y de esa manera salir adelante y vivir mejor que en su natal Tapachula, Chiapas, de donde llegó a Baja California en 1999.
Las invasiones en Ojo de Agua, Providencia, El Niño, Rinconada, Las Torres y Alamar, son los nuevos cinturones de miseria en la Zona Este de Tijuana, y si bien, cumplen con la definición tradicional de estar en la periferia y alejadas de los servicios, no son las únicas áreas de la ciudad y de BC donde se están dando estos asentamientos que regularmente se ubican en pendientes muy pronunciadas, arroyos o cañadas, advirtió Alejandro Ruiz García, académico de la Universidad Iberoamericana.
La migración, ya sea por un tema laboral o por desplazamiento forzado (inseguridad), es la principal causa de los cinturones de miseria, aunque observó que la pobreza extrema en Tijuana es distinta a la que se vive en el Sur del país o incluso en otras naciones.
Otra razón por la que los cinturones de miseria han incrementado en los últimos años, se debe al desbalance entre oferta-demanda de la vivienda. “Hay un freno muy abrupto desde 2012 para construir vivienda asequible, y de todos modos la gente tiene que venir a Tijuana y buscan dónde vivir”, agregó el especialista en Desarrollo Urbano.
Ejemplificó que uno de los cinturones de miseria, es el asentamiento en el Ejido Ojo de Agua, que invadió los derechos de vía del ferrocarril; además de Colinas del Florido, Villas del Campo, Ejido Maclovio Rojas, Las Torres y Alamar, zonas con riesgo de inundación por encontrarse cerca de arroyos.
“En Tijuana es visualmente notable la pobreza urbana y marginación dentro de la ciudad”, dijo. Muestra de ello es el Cañón del Matadero, área que, junto a colonias como Xicoténcatl Leyva, Pedregal de Santa Julia y Laureles -entre otras-, se encuentra en un suelo inestable, debajo del cual hay una “especie de enjambre de fallas geológicas”, apuntó el entrevistado.
“Toda esa zona es altamente inestable y es donde está construyendo el grueso de la población, y si esa población tiene bajo poder adquisitivo, va a construir sin permisos, sin contratar a especialistas, entonces, tienes muchos casos de autoconstrucción de viviendas en zona de riesgo”, agregó el catedrático.
En el Cañón del Matadero vive Yoana López, joven de 20 años, madre de dos pequeñas. Hace diez meses llegó a Tijuana procedente de Puebla. En la casa de madera incrustada en una de las laderas, habitan cuatro adultos y sus dos hijas.
Relató a ZETA que la casa es de su tía, quien llegó hace cuatro años a la zona y la dejó quedarse con su familia. Como la casa no tiene el servicio de agua potable, compran una pipa cada quince días, por la que pagan cerca de 600 pesos.
Su esposo, de 21 años, trabaja como taquero. “A veces le va bien, pero otras lo descansan dos o tres días por lo de la pandemia”, agregó.
Para la joven madre de familia, “un salario de 2 mil pesos por semana no alcanza para nada, porque si va uno al mercado, por ejemplo, mis niñas que todavía toman leche, vengo pagando 800 pesos”, ya que la más pequeña se estriñe con otra fórmula y a la más grande le da la misma leche de la chiquita, porque “no me come bien y está baja de peso”.
Por eso, y porque ahorita no “tenemos tanto dinero”, su familia come carne dos o tres veces a la semana. Al costo de los alimentos, se suma que a veces “vienen malos”.
“La semana pasada compré una cartera de huevo por 50 pesos, pero tuve que tirar la mitad porque venía muy malo. Íbamos a hacer huevos estrellados, pero se hacían bien feos y se separaban en el aceite”, afirmó.
Pese a ello, Yoana asegura que vive mejor que en Puebla. Aunque allá no sufría de agua y drenaje, “en el Sur ya no sale para comer, por ejemplo, mi hermana que tiene a su familia, su esposo tiene cuatro meses que no trabaja, uno de mis primos tiene dos meses sin trabajo y ya no tienen dinero para comer”.
Yoana estudió hasta la secundaria, y aunque no recibe ningún programa social (al igual que Manuela), no puede trabajar mientras sus hijas sean pequeñas porque no tiene quién las cuide, así que lo más seguro es que permanezca con su tía por un mayor tiempo.
Por su parte, el académico Alejandro Ruiz García abundó que en Playas de Rosarito, dos cinturones de miseria se ubican en los cañones Morales y Cordero, en Tecate, el Río Tecate y potencialmente si no se cuida el Cerro Cuchuma. Esta última perspectiva también aplicaría para el Cerro San Ysidro en Tijuana que potencialmente podría ser invadido con asentamientos humanos.
CARENCIAS DE VIVIENDA INCREMENTAN EN BC
Roberto Fuentes, investigador de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), señaló que a diferencia de lo que se observó a nivel nacional de 2015 a 2020 en la entidad, han incrementado las carencias vinculadas a los espacios de vivienda (si el piso es de tierra, si los muros son hechos de cartón, material de desecho lámina o que haya hacinamiento).
En 2015, el 1.1% de la población en BC tenía piso de tierra en su vivienda y en 2020 fue el 1.5%. Si bien esa variación de .4 puntos porcentuales es muy pequeña, se podría decir que estadísticamente es un nivel similar y significa que “no hay avance”.
Lo mismo sucede con el material de los muros, que pasó de 1.1. a 1.4%. En lo referente al material de los techos, pasó de .6% a .7%, Es muy pequeño el cambio, tal vez sea lo mismo, pero de nueva cuenta destaca que no hay avance mientras que en el resto de estados lo hubo, según los últimos datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Según el organismo encargado de medir la pobreza, las carencias que sí disminuyeron son las de servicio básicos, como agua, drenaje y electricidad. En el caso del agua, la carencia disminuyó al pasar de 2.8% de la población en 2015 a 1.5% en 2020, y el drenaje, de 3.6 a 3.0% en el mismo periodo. La carencia de electricidad no tuvo cambios, pues de cada 200 hogares, uno no cuenta con el servicio.
En cuanto a la pobreza que tiene que ver con hacinamiento en BC, subió del 5.2 al 5.7%, agregó el profesor de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la UABC.
EN BC, 25% DE LA POBLACIÓN ACTIVA NO PUEDE COMPRAR ALIMENTOS
En el primer trimestre de 2021, el porcentaje de la población que trabaja en Baja California y percibe un ingreso inferior al costo de la canasta básica aumentó 4.5 puntos porcentuales, para ubicarse en 24.8%.
Con ello, Baja California tuvo el décimo repunte más alto a nivel nacional, pese a ostentar uno de los porcentajes de la población que trabaja con ingresos inferiores a la canasta básica más bajos a nivel nacional.
Según el reporte del Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) del Coneval, Ciudad de México y Quintana Roo tuvieron los mayores repuntes, de 14.9 y 10.1%, respectivamente. Empero, en Chiapas y Oaxaca, más de la mitad de la población que trabaja no le alcanza para adquirir la canasta básica.
En el periodo referido, el poder adquisitivo del ingreso laboral real per cápita en México tuvo una disminución de 4.8%, al pasar de mil 919.84 a mil 827.39 pesos.
Roberto Fuentes consideró que en el caso del “Estado 29”, el incremento del ITLP se debe a un problema estructural del empleo que se está generando en el Estado. Recordó que en el último trimestre de 2005, el porcentaje de la población con ingresos inferiores a la canasta básica era de 12.8%, “es un indicador que ha ido al alza y se ha profundizado a partir de la crisis de 2008, que vino a acelerar el ritmo del deterioro del bienestar en Baja California”, citó.
Aunque actualmente la inflación (Mexicali 6.82%, Tijuana 7.22% a la primera quincena de junio) contribuye a disminuir el poder adquisitivo de las personas y es un tema coyuntural, ya que el indicador ITLP ha incrementado aun con una inflación en niveles bajos desde 2009, por lo que esta no explica por qué el porcentaje de personas que no tienen recursos para comprar la canasta básica, no baja del 20%.
En opinión del especialista, para revertir esta situación es necesario intensificar la estrategia de recuperación del salario, “es inaceptable que una persona que trabaja una jornada completa tenga un salario insuficiente para cumplir con la canasta básica, es algo que no debería pasar en México ni en el mundo”, opinó.
Además, tendría que implantarse una política redistributiva e industrial, que dé incentivos a las empresas que estén dispuestas a pagar mejores salarios, y en el largo plazo apostarle a la educación para que más personas tengan mejores empleos o tengan su propio negocio.
Agregó que, si bien los resultados del estudio sobre carencias sociales y el ITLP del Coneval adelantan algunos datos sobre la pobreza en México y en las entidades federativas, la medición completa de la pobreza en el país de 2018 a 2020 se dará a conocer en agosto próximo.
“Lo que seguramente va a pasar cuando salgan los datos, es que la pobreza incrementó. Se ve muy complicado un escenario en el que después de una pandemia, de un decrecimiento de cerca de 10% de la economía nacional, no haya mayor gente en situación de pobreza”, adelantó el investigador de la UABC.