Junto con Timothée Chalamet, Lucas Hedges encabeza una generación más joven de actores destacadísimos, y no es exageración. Resulta interesante que ambos han interpretado roles similares de personajes que luchan con adicciones y su identidad sexual.
Hedges lidera este intenso largometraje en el cual interpreta a Jared, un adolescente, hijo único de un pastor, criado en el seno de una familia muy conservadora. Russell Crowe y Nicole Kidman hacen un trabajo simplemente estupendo como los padres de Jared que asumen posiciones distintas cuando el chico les confiesa su preferencia homosexual.
La reacción del padre es inmediata y reacia: Jared debe someterse a la llamada “terapia de conversión” de la Iglesia Cristiana. El muchacho acepta y se recluye en esta especie de curso o seminario donde vive su infierno personal, con el resto de los participantes.
La actuación del joven es a lo sumo convincente, capaz de prescindir del diálogo para expresar la frustración primero consigo mismo y después con el contexto familiar que no lo acepta y que de hecho se torna cada vez más violento, conforme el padre insiste en negar lo que no se puede cambiar.
Kidman, como la madre, termina dando equilibrio a este poderoso drama con un desempeño sensible, bien matizado, que robustece el carácter intimista de esta historia de Garrard Connely bien llevada a la gran pantalla por el director Joel Edgerton y el mejor elenco que pudo haber integrado. Disponible en el catálogo de Netflix. ****
Punto final. – Dicen por ahí que Nicolas Cage quiere reivindicarse como actor con “Pig”, su nueva película. Y parece que lo logra. Ya veremos…