Debemos involucrarnos en los asuntos de nuestro estado y ciudades.
Sin culpar a los gobernantes que por distintos caminos llegaron a esa responsabilidad, la ciudadanía también tiene la obligación de estar pendiente de lo que pasa a su alrededor y, de ser necesario, a contribuir en la solución de problemas. No se trata de quitar obligaciones a quienes reciben sueldos por gobernar o colaborar en el sector oficial; se aspira que los funcionarios funcionen, que respeten leyes y reglamentos, para que con todo derecho, nos exijan a los gobernados también respetar.
Si así lo hiciéramos no habría necesidad que la ciudadanía utilizara tiempo, esfuerzo y dinero en hacer campaña para que se respetaran sus derechos. Lo que está sucediendo en Playas de Tijuana, es paradigmático. De ser un lugar tranquilo, ordenado, en el que convivían en armonía los residentes y cientos de visitantes llegaban la zona, atraídos por una playa, aunque no muy extensa, sí lo suficiente para ser disfrutada, especialmente por niños y jóvenes.
Ahora resulta que son agredidos los que ahí viven, por los voraces constructores de torres habitacionales, saturando todo terreno -por pequeño que sea- para proyectar “sus desarrollos”. Las autoridades municipales de este XXIII Ayuntamiento (Control Urbano), sin importar lo que se está ocasionando en la pequeña extensión del fraccionamiento, han permitido que la Cañada Parque Azteca, cauce natural de las aguas que bajan hacia el mar, estén construyendo una serie de multifamiliares, en terreno federal y arenoso. Autoridades locales fingen demencia y se sientan en el Plan de Desarrollo de Playas 2020-2030 que es un documento oficial.
El lugar que fue diseñado para 20 o 25 mil habitantes como máximo, ya va en 40 mil; y con las 15 o 20 torres programadas serán algunos miles más. Con una sola salida hacia la ciudad, que se congestiona todos los días. Ni pensar lo que sucedería en una emergencia. El drenaje ya está sobresaturado, el mar está convertido en una gran letrina, que ni los vecinos de San Diego han podido parar esta agresiva acción. Y los residentes de Playas de Tijuana que deberían estar disfrutando de actividades familiares o laborales, han sido obligados a entrar a una lucha para que “los desarrolladores” no sigan construyendo.
Si todos cumpliéramos con compromisos ciudadanos, habría verdadera armonía en la convivencia. Pero estos funcionarios que no funcionan ya se van y dejan el tiradero y pasan la responsabilidad a los que llegarán en breve a gobernar Tijuana.
Nota 1. Por lo visto el rector de la UABC y su junta de gobierno, consideran que ya ganaron la lotería sin comprar boleto. Los albañiles están trabajando en el Centro de Gobierno al que los tijuanenses acudían a gestionar una gran cantidad de trámites. El gobernador Bonilla, sin tener documentos de propiedad, decidió regalarlo a la UABC.
Nota 2. ZETA de la semana pasada informó sobre el plan para regalar una buena cantidad de notarías. Están en la recta final y quieren seguir escribiendo la historia de desprestigio (que por cierto las encuestas pagadas, ignoran). Habrá tiempo de escribir más ampliamente sobre el honor de ser notario.
Nota 3. Por decreto, vivimos en paz y tranquilidad. Así informó el gobernador al ciudadano Presidente, quien de inmediato colocó a su amigo una estrellita en la frente.
Luz Elena Picos es directora de Red Social de Tijuana.
Correo electrónico: redsocialtijuana@hotmail.com