Resulta que el papá de los tres cochinitos tenía que ir de compras, entonces dijo a sus hijos:
“Si el lobo llega a tocar la puerta, uno de ustedes pregunta, con voz gruesa, quién toca la puerta”.
A los 30 minutos que el papá se ha ido, se oye que el lobo toca la puerta, entonces el cochinito mayor toma la responsabilidad:
“¿Quién toca la puerta?”.
Al oír esa voz como si fuera la del papá, el lobo sale corriendo, pero vuelve a los 50 minutos y toca la puerta aún más duro. Esta vez, por orden de tamaño y estatura le toca al cochinito del medio, y este con más fuerza grita:
“¿Quién toca la puerta?”.
Y el lobo, de la misma manera que la anterior, sale corriendo. A los 60 minutos y pensando que la tercera es la vencida, va de nuevo y, enfurecido, toca la puerta. Le tocaba preguntar al cochinito más pequeño, pero con el temor de enfrentarse al lobo, como si fuese el más grande de los tres, eufórico gritó:
“¡Quién camones toca la peta!”.
Autor: El piggy más vivillo desde chiquillo.
Changos chapulines
Están varios changos montados en un árbol, burlándose de un león que estaba debajo con una tremenda melena rubia, acariciando sumiso a su leona. De pronto cae un chango del árbol, y al quedar de frente al felino, le dice:
“Ay, señor león, qué tal ese saboteo que tienen esos changos allá arriba, ahora de plano se pasaron de lanza, por eso me tiré, porque no me gustó esa actitud grillera y poquitera para usted, el rey de esta selva”.
Autor: A propósito de polacos chapulines.
Hormigas vs elefantes
En un partido de beisbol entre elefantes y hormigas, al turno en el cierre de la novena entrada y con bases llenas, el marcador hasta el momento es: hormigas 5, elefantes 5. En eso gran batazo del señor elefante, un hit al jardín derecho y la multitud grita:
“¡Corre, corre, corre!”.
El elefante pasa primera y voltea, su entrenador lo manda a segunda y corre, pasa por la almohadilla y voltea. El entrenador lo manda a tercera y luego a home, pero la jugada se aprieta y la bola ya va hacia home. Parece que ambos llegarán al mismo tiempo. La multitud grita desesperada:
“¡Bárrete, bárrete, bárrete!”.
El elefante se tira de panza unas milésimas antes de que llegue la bola, pero en el clavado arrolla a la hormiga cátcher, al darse cuenta se levanta de inmediato, la toma en sus manos, la sacude y le dice:
“Perdón, hormiguita, fue sin querer”.
A lo que ella responde:
“No se preocupe, señor elefante, ¡en su caso, yo hubiera hecho lo mismo!”.
Autor: Un lector corpulento, digamos.
Novio frustrado
— ¡Papá! Encontré al amor de mi vida y me voy a casar.
“¿Y quién es ella?”.
— Cipriana, la hija del carnicero.
“¡¡¡¿Cipriana?!!! Ay, hijo, lo siento, pero con esa muchacha no te puedes casar, ¡es tu hermana! Yo de joven vivía la vida, esperaba no tener que revelarlo nunca, pero ahora no me queda más remedio”.
El pobre hijo se va súper enojado porque le había costado mucho trabajo encontrar a una muchacha buena para casarse con ella, pero al cabo de ocho meses encuentra otra candidata y nuevamente se lo platica a su padre:
— Papá, ¡encontré al amor de mi vida y me voy a casar!
“¿Y quién es ella?”.
— Elodia, la hija del zapatero.
“¿Elodia? Hijo, no sé cómo decírtelo pero ¡ella también es tu hermana!”.
— Ya ni la hace, ¿qué clase de hombre fue usted con mi santa madre?.
“Hijito, ¡compréndeme! Yo era joven, tu madre y yo no atravesábamos una buena racha y… en fin”.
Nuevamente frustrado, el joven deja otra vez a su novia. Pero al año y medio se recupera y vuelve con una nueva prometida:
— ¡Papá, encontré al amor de mi vida y ahora me caso definitivamente!
“¿Y quién es ella?”.
— Chabelita, la que trabaja en el Oxxo; es huérfana de madre y además es negra.
“¡¡¡NOOOOOO HIJO, NOOO!!!”.
— Papá, ¡no me friegues!
“Hijito, sucede que siendo yo joven, fui voluntario en la Cruz Roja, eras apenas un bebé, tu madre y yo… ¡pero no se lo cuentes, por favor!”.
El hijo no soporta más y se va mentando madres a su cuarto. Alertada por los gritos, se acerca la madre y el destrozado vástago le confiesa lo que pasó en sus tres intentos de casarse. La señora le dice:
“Hijito querido, ¡cásate con quien se te dé tu regalada gana! Al fin y al cabo, este señor ni es tu papá…”.
Autor: Experto en genética.