“Un buen cristiano es un buen ciudadano. Debéis amar a vuestro país y obedecer sus leyes. Cuando tengáis la edad de emitir el voto, votaréis y seréis votados en las elecciones políticas”.
-Juan Pablo II, en Nigeria, África.
Una de las libertades más sencillas y a la vez más acorraladas por la manipulación y la corrupción es la libertad de elegir o votar.
La teocracia griega que manipulaba la personalidad de las personas sencillas en Atenas, por ejemplo, los atemorizaba con el falso miedo de un castigo por parte de los dioses, que en abundancia asustaban a la gente.
Hasta nuestros días ha llegado el testimonio y ejemplo de un hombre sencillo como Sócrates, que entregara su vida en testimonio de la verdad denunciando la falsedad de la teocracia; es decir, el destino de un pueblo o ciudad asustada por la mentira y la corrupción en el campo de la política.
Simple y sencillamente, la democracia avanza y avanza. Es parte esencial, pero también se estanca en medio de intereses de políticos que enfrían la participación ciudadana.
Las personas, el pueblo, más allá incluso de poder de los medios de comunicación (y hoy de las redes sociales), tiene olfato para saber, directa y personalmente, por quién debe votar, a quién elegir como gobernantes o representantes legislativos.
Pueblos enajenados, como Grecia o Roma antes de Cristo, tuvieron la gracia de tener entre sus ciudadanos a personas sencillas como Séneca, un cordobés español de principios de siglo, con una claridad admirable hasta nuestros días. En México, uno de los más grandes escritores y pensadores (jalisciense), don Antonio Gómez Robledo, publicó en la UNAM Sócrates y el Socratismo. El tema de Sócrates es siempre actual. Hay estudios filosóficos comparativos, como el de Sócrates y Cristo.
Entre los derechos humanos fundamentales, la libertad, es uno de ellos. En la historia de América la historia consigna a personajes como Bartolomé de las Casas, quien de encomendero (esclavizador de indígenas y negros), se convirtió en uno de los libertadores y antiesclavistas inolvidables. Acusado en España como un “loco”, De las Casas es memorable por su amor a los indígenas.
Siguiendo a Fernando Savater o al admirable psiquiatra Viktor Frankl, habría que descubrir las más de 10 mil maneras de practicar los mandamientos judíos o mosaicos, confirmados por Cristo: “No he venido a abolir la ley, sino a darle pleno cumplimiento”.
La democracia en México, verdaderamente no está en manos de los políticos, son los políticos los que dependen de la reflexión y la elección libre de los votantes.
Amante de la Verdad, iluminado por un daimon, especie de ángel de la guarda: Sócrates enfrentó a todo un sistema político mentiroso, corrupto y corruptor. Ni el miedo, ni el poder, ni el dinero. Nada doblegó su voluntad para expresar que los dioses griegos (teocracia), eran falsos; y que el pueblo reflexivo, libre, es quien elige a sus gobernantes en una democracia participativa. Es su derecho Votar.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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