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jueves, octubre 3, 2024
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El silencio de Marina

La candidata de Morena al Gobierno del Estado de Baja California, ha optado por el silencio. No acude a debates, no atiende las invitaciones de grupos de la sociedad civil para presentarse, y no concede entrevistas a medios que le parecen, por lo menos a su equipo, que harán preguntas incómodas.

Fuera de los actos ya programados y con un itinerario que sigue al pie de la letra, Marina del Pilar Ávila Olmeda poco aporta al debate estatal sobre los problemas y propuestas. Los encuentros periodísticos que concede están pactados de entrada. Cuestionario a modo, propaganda.

Pero aun sin debatir ni asistir a presentaciones, ni dirigirse a toda la sociedad, acapara las portadas de indistintos medios de Baja California. Su equipo ha comprado un sistema para la réplica de las propuestas de la candidata en las primeras planas de los periódicos o portales de información.

Esta elección 2021, Marina del Pilar fue la única en no aceptar la entrevista de ZETA, el resto de los candidatos compartieron en distintas ediciones para los lectores, sus propuestas, planes y proyectos.

El motivo para no aceptar el encuentro periodístico, o negarse a asistir a debates o presentaciones de grupos organizados, dicen en su equipo, tiene tres orígenes:

Uno. – La recomendación de su agencia de mercadotecnia política, Heurística Comunicación, de Iván Silva, quienes también estuvieron a cargo de parte de la campaña de Andrés Manuel López Obrador en 2018. La agencia, se supone, la paga el Comité Ejecutivo Nacional de Morena e impide a la candidata enfrentar preguntas que le puedan resultar incómodas, basados en que “ya tienen ganada la elección”, no por el empuje de Ávila, sino por la marca de Morena que les da 40 puntos arriba.

De hecho, encuestas refieren que cuando se pregunta por quién votará en términos de partido, el fundado por el Presidente López Obrador sale airoso, pero cuando se pregunta al elector por quién votará, presentándole el nombre de los candidatos, Ávila Olmeda no sale victoriosa.

En esas condiciones, en su agencia han determinado que entre menos se enfrente a tener que dar posicionamientos directos, mejor para ellos. Prácticamente, que no se mueva, que ya ganó.

Dos. – El equipo de Marina no la quiere enfrentar a preguntas incómodas. Es decir, que vayan contra el gobierno de Jaime Bonilla Valdez. Al único debate al Marina ha asistido a la fecha -el domingo 23 de mayo se desarrollará otro y no se sabe si participará-, los candidatos de la oposición al gobierno le echaron en cara los excesos, abusos y actos de corrupción del gobierno de Bonilla, y la candidata de Morena poco tuvo para responder. De hecho, ignoró todas las preguntas y se dedicó a promover sus propuestas, sin entrar al debate y, cuando ya no tuvo margen, dijo que hablaría por ella.

Este tipo de cuestionamientos la silencian aún más. No puede, por ejemplo, defender Fisamex porque es algo con lo que en privado no está de acuerdo, pero públicamente debe respetar la decisión del gobernador. Misma situación en el endeudamiento, o por ejemplo, en la creación de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado que ella apoya, y Bonilla eliminó.

Tres. – Jaime Bonilla Valdez. En una entrevista inicial con ZETA, cuando Ávila fue ungida candidata de Morena, declaró que, en caso de ganar, sería ella y no Bonilla quien gobernara. Una declaración lógica, considerando que la candidata es ella y el que concluye la administración es Bonilla. Pero al gobernador no le gustó el deslinde público de Marina.

Y el proyecto de la candidata no es el mismo que el de Bonilla.

Conceder entrevistas a medios no pagados, o presentarse a debatir o tomar preguntas en grupos organizados, la llevaría a enfrentarse al actual mandatario, a decir que no está de acuerdo con el endeudamiento, con nuevos impuestos, incluso con la expropiación del Club Campestre de Tijuana y el regalo del Edificio de Gobierno a la Universidad Autónoma de Baja California, por decir lo menos y sin entrar a fondo.

El silencio de Marina, motivado por su agencia que pretende que nade de muertito sin enfrentar a grupos, periodistas u otros candidatos, por no querer contradecir al gobernador o no poder defender al propio Bonilla, es cada vez más notable.

Esta semana, ante las desafortunadas declaraciones del candidato del PES, el ex reo Jorge Hank Rhon, que la sexualizó al aclarar que no estaba “arriba” de ella porque era casado y tenía 23 hijos, cuando claramente se referían a resultados de encuestas (de Hank, que lo “ponen arriba”), Marina guardó silencio, normalizando la violencia de género. Callándose por recomendación de su agencia, dirigida por dos hombres y dejando la oportunidad de enarbolar un discurso de defensa de género, por encima de los ataques machistas de un candidato públicamente misógino.

Con la versión simplona de “deja que ese sea pleito de Lupita y Hank”, los asesores de Marina le recomendaron guardar silencio respecto al ataque que de manera personal sufrió ante la expresión machista de Hank, que la minimiza a un objeto sexual y no le reconoce su capacidad de candidata.

El silencio de Marina le apuesta a la ola de Morena, a ganar por el partido más que por el candidato, a mantenerse fuera del foco del debate para concentrarse en grupos de simpatizantes seleccionados por su equipo de asesores, en reuniones a modo. No quieren que hable para no mostrarla contrapuesta al proyecto de Jaime Bonilla.

El silencio de Ávila Olmeda, esperan, le dé el gane en una elección que prevén de partidos, no de contundencia de una candidata que enfrenta, que responde, que defiende, que debate y va por delante. No, con Marina, eso no sucede.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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