Se acarician las almas
cuando asoma el sol por la ventana,
canta un gorrión en el manzano
y vierte agua la fuente en el jarrón.
Roza el calor de las sábanas
a cada palmo de piel,
como si fueran pétalos de rosas
en dulce atardecer de abril.
Sedientas las bocas
beben miel del paraíso,
y se enredan los brazos
en curva que lleva a los cielos.
Cuando asoma el sol en la playa
sube inquieta la marea,
y en las rocas las olas chocan
entre suspiros de amor.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California