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jueves, octubre 3, 2024
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¿Ni dos años, gobernador?

El gobernador que llegó para un mandato de dos años, pero que quería agenciarse -violando la Constitución de Baja California- una administración por cinco años, ya se quiere ir.

En los últimos meses, Jaime Bonilla Valdez, el primer mandatario surgido de Morena en la entidad y el único de dos años de mandato, ha dado varias señales de querer dejar la administración pública que tanto peleó.

Primero, a finales de 2020, todavía en diciembre, durante una gira que tuvo por Baja California, pidió al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, que le permitieran registrarse como candidato de Morena a la alcaldía de Tijuana. Ya él se había encargado de denostar al presidente municipal, Arturo González Cruz, hasta posteriormente y con amenazas, lograr no solo que no fuese candidato al Gobierno del Estado, sino que tomara una licencia definitiva.

Pero lo que quería Bonilla es ilegal. La Ley señala que quien ostenta el cargo de gobernador, no puede ser candidato a una alcaldía en el mismo periodo que ostenta la máxima posición política en el Estado. Y por más movimientos caprichosos que hiciera a la Ley, como es su costumbre, en esa ocasión, ni eso le fue permitido. No le quedó de otra que seguir gobernando mal a Baja California.

Después, desde su más íntimo círculo de colaboradores, comenzaron a propagar que no se iría de candidato a presidente municipal de Tijuana. Que aceptaría el ofrecimiento de López Obrador para integrarse a su gabinete. Además de generosos con la información, fueron específicos: sería nombrado secretario de Comunicaciones y Transportes. Pero esa teoría también se cayó.

Por eso, previo al inicio de las campañas para la gubernatura del Estado, ahí por febrero, cuando ya Marina del Pilar Ávila Olmeda había sido seleccionada por Morena para contender en la elección del 6 de junio de 2021 en un intento por sucederlo, Bonilla, incluso desde la palestra oficial del Gobierno del Estado, dijo claramente que estaría en posibilidad de solicitar licencia al cargo de gobernador para irse de coordinador de campaña la candidata de su partido.

Cuando a la mexicalense le preguntaron al respecto, solo lanzó con indiferencia que ya lo vería. No había, pues, nada seguro para el mandatario estatal aferrado en dejar la administración, y aquella frase, sumada a la declaración otorgada a ZETA, cuando dijo que de ganar ella, Bonilla no gobernaría, fueron puntos muy claros de un deslinde. Tímido, pero deslinde al fin, de Marina del gobernador.

Pero Bonilla imaginaba otra posibilidad para retirarse tempranamente de su cortísima administración de dos años: integrarse al gabinete ampliado del Presidente de México, en calidad de director general de la Comisión Nacional del Agua, la famosa Conagua.

El tema, Usted lo ha visto, le encanta al ingeniero, quien ha utilizado el agua para reclamar de manera irregular -y decenas de amparos así lo presumen- millonarios pagos por conexión, servicios y tarifas de agua por cientos de millones de pesos.

Del mismo equipo del mandatario se han encargado de dar a conocer el hecho de su retirada en los siguientes días. Lo mismo dicen en Mexicali, en el Centro de Gobierno, que en Tijuana, en cualquier punto de confluencia de los de Morena enquistados en cualquier nómina oficial: el gobernador se va, y no faltan semanas para ello.

En Ciudad de México, en Palacio Nacional, no están tan seguros de ello, pero los acuerdos entre el de Baja California y el de Tabasco suelen ser privados. Así que no descartan que el capricho de Jaime Bonilla se cumpla.

El jueves 8 de abril se supo que en el deseo, alguien se le adelantó al titular del Poder Ejecutivo de Baja California: Germán Martínez Santoyo, ingeniero civil que esa mañana fue designado por López Obrador como titular de la Conagua, en sustitución de la ingeniera ambiental Blanca Elena Jiménez Cisneros, quien dirigió la Comisión desde el inicio de la administración morenista.

El que le ganó el ansiado cargo a Bonilla, es cercano del Presidente, y cuando este fue Jefe del Gobierno de la Ciudad de México, lo nombró su director de Riego.

Después de ocupada la Conagua, no se sabe qué nueva “posibilidad” para salir del gobierno de BC encontrará Jaime Bonilla, quien, en caso de retirarse, dejará al Estado con estelas de corrupción, no solo por los moches de inicio de bienio, sino por los abusos al amparo de las modificaciones a las leyes o el comportamieto gangsteril que ha tenido con quienes considera sus adversarios, entre ellos -por ejemplo- los alcaldes con licencia de Tijuana, Arturo González Cruz, y de Tecate, Zulema Adams. O la utilización del Poder Legislativo, el Judicial y la Fiscalía General del Estado para llevar al extremo sus amenazas, todos signos de corrupción.

Ahora, de por qué le urge salir del gobierno, hay diversas hipótesis. Primero, precisamente, debido a la corrupción que arrastra, los cientos de amparos contra los impuestos que creó, el aumento o los cobros de agua, las extorsiones de las cuales han sido objeto empresarios por parte de Fisamex, compañía que se contrató para los cobros de agua (por cierto, el gobierno de Bonilla ya le ha pagado más de 315 millones de pesos). Elementos todos que han creado un ambiente adverso para Morena en Baja California, lo cual afectaría directamente a la candidata Marina del Pilar Ávila Olmeda. Sacar a Bonilla del gobierno les permitiría relajar ese ambiente de exceso de poder y suavizar el trato con los sectores productivos, los más afectados.

Por otro lado, una salida antes de los dos años de gobierno para los cuales fue electo, sería el remate del capricho de no haber obtenido los cinco años que quería. No fueron cinco, no serán dos. Bonilla es de los que gusta de ejercer su voluntad por encima del pueblo, y el desaire de abandonar el periodo para el cual fue electo de manera anticipada, sería muestra de ello.

Aunque hay quienes piensan que la situación electoral podría dar un vuelco en BC y que Morena no saldrá tan triunfante como en las ultimas dos elecciones, las de 2018 y 2019, por lo que Bonilla prefiere de una vez poner distancia para no ser culpado de la derrota en la entidad.

Pero son solo suposiciones que hacen sus más cercanos colaboradores, que no atinan a razonar por qué Jaime Bonilla Valdez quiere abandonar el Gobierno del Estado que tanto peleó. Lo que sí, es que si efectivamente se retira como lo ha sugerido los últimos meses, será el fiasco de Morena. Ni dos años aguantó en el cargo y quiere más. Ahora va por un “huequito” en el Gobierno Federal que, por cierto, no le han ofrecido… al menos eso dicen.

Esperaremos el siguiente capítulo de la pretendida salida del gobernador que no quiere serlo, ni siquiera por dos años.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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