Un estudio realizado por médicos especialistas de la Universidad de San Francisco, confirmó lo que se ha presenciado a lo largo de la pandemia: un manejo deficiente, desigualdad socioeconómica que ha repercutido en la salud pública, y un Gobierno Federal de acción tardía ante la emergencia sanitaria
La Universidad de San Francisco en Estados Unidos, publicó un estudio dirigido por el doctor Jaime Sepúlveda, del Instituto de Ciencias de la Salud Global y la Universidad de San Francisco, en el que se confirmó que México hizo un mal manejo de la pandemia.
El 9 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó sobre un nuevo coronavirus y el 30 del mismo mes declaró emergencia de salud pública.
El 26 de febrero, Brasil anunció su primer caso y al día siguiente lo hizo México, sin embargo, permitió que el 15 de marzo se realizara un festival de música masivo en la Ciudad de México, en contraste con el cierre de escuelas en ocho estados de la República, incluido Baja California. Aun así, es hasta el 30 de marzo cuando se declara estado de emergencia en el país.
El 6 de abril, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una guía de uso de mascarillas y recomendó portarla, pero Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, no usó una hasta el 7 de julio, en su visita a Washington, DC, mientras que las autoridades de salud continuaron desaconsejando su uso en México.
“México es uno de los países más afectados durante la pandemia de COVID-19. Varias mediciones demuestran el fuerte impacto de la enfermedad en el país, situándolo entre los de peor desempeño a nivel internacional”, reza el texto:
- A) Cifras de casos y muertes confirmadas comparativamente altas, después de considerar las diferencias en el tamaño de la población y el número de pruebas realizadas.
- B) Un exceso de mortalidad por todas las causas comparativamente alto, que refleja el impacto directo e indirecto de COVID-19.
- C) Grandes desigualdades en la carga de enfermedad entre grupos sociales y regiones.
- D) Tasas de infección y mortalidad muy elevadas entre trabajadores de la salud.
En cuanto a defunciones, las confirmadas por el novel coronavirus, son solo una fracción del exceso de muertes observadas en México desde el comienzo de la pandemia.
Las cifras oficiales reportan un exceso de 326 mil 609 muertes en 2020, 2.6 veces el número de muertes confirmadas por COVID-19 para el mismo periodo contra las estadísticas de enero de 2021, cuando las muertes por virus SARS-CoV-2 alcanzaron su punto máximo, señala el estudio.
En ese sentido, Baja California se encuentra en quinto lugar nacional con más muertes por la enfermedad, con 57%, solo detrás de Ciudad de México (74%), Estado de México (69%), Puebla (69%) y Tlaxcala (66%) durante 2020.
Cabe destacar que esta entidad siempre se ha mantenido en los primeros lugares de letalidad, de acuerdo con estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México y que hemos presentado en ZETA.
En febrero de 2021, BC tenía una letalidad de 16 muertes diarias por cada 100 casos confirmados, después de un par de meses, donde el Estado tuvo la mayor cantidad de defunciones durante diciembre de 2020 y enero de 2021 -más de mil-, mientras que a lo largo la pandemia, la cifra era de 20.6 muertes; en abril, la cifra es de 19.1.
La entidad también se encuentra en octavo lugar en cuanto a la ocupación hospitalaria de cada institución de marzo 2020 a enero de 2021, aunque en lo relacionado con pacientes confirmados que fallecieron sin hospitalización, solo tiene el 1.3%, ocupando la última posición nacional.
Baja California inició la pandemia por COVID-19 con poco más de 200 camas de hospital, entre los generales de Tijuana, Mexicali y Ensenada, y los del Seguro Social en los mismos municipios. Conforme avanzó la crisis, se amplió la capacidad hospitalaria hasta 578.
La OMS recomienda tener una cama de hospital por habitante. A decir de Alonso Pérez Rico, secretario de Salud en el Estado, había .5 camas, y de tener otro hospital, hubiera sido de ayuda para soportar la crisis de la segunda ola en noviembre y diciembre, cuando la ocupación llegó a más de 96%.
El estudio de la universidad norteamericana, refiere que los datos muestran que México fracasó en su respuesta a la pandemia con relación con países comparables, ya que el país tiene una de las tasas más altas de casos y muertes por COVID-19, pese a ocupar los últimos lugares en aplicación de pruebas, y la escasez de pruebas implica que el sub diagnóstico y el sub registro de las muertes por coronavirus sea muy sustancial.
“México ocupa el cuarto lugar mundial en exceso de mortalidad. Estimamos que, si México hubiera tenido un desempeño promedio en la pandemia, se habrían evitado alrededor de 190 mil muertes por todas las causas en 2020”, indica el texto.
CADA PAÍS LO HIZO A SU MANERA
Alonso Pérez Rico refirió que la pandemia agarró por sorpresa a todo el mundo y cada país ideó su estrategia para combatir la enfermedad, de acuerdo con sus capacidades, posibilidades y recursos económicos y humanos.
“Pocas instituciones o personas estaban en los momentos cruciales donde se tenían que tomar decisiones con relación a la salud pública de poblaciones enteras. La estrategia de México en general todavía no ha terminado, es un proceso andando, estamos experimentando primera, segunda ola, estamos a punto de experimentar la tercera”, dijo a ZETA.
Admitió que cada proyecto es perfectible, y el modelo Centinela que aplicó el gobierno mexicano no fue la excepción, pues aún hay áreas de oportunidad por trabajar, pero también aciertos, por lo que hay que dar tiempo para implementar estrategias.
“Todo es perfectible, pero es muy difícil estar en ese lugar, en ese momento y tomar decisiones en beneficio a la gran mayoría de la población. No vivimos en igualdad de circunstancias, Estados Unidos, Brasil o Europa, todos tenemos distintas estructuras médicas y diferentes sistemas de salud. Finalmente, nosotros vivimos en el que estamos haciendo todo lo posible, y lo que nos vino a mostrar la pandemia son las áreas de oportunidad que teníamos en infraestructura, que por décadas no se habían atendido”, afirmó el funcionario estatal.
VACUNAN A MAESTROS ANTES QUE A MÉDICOS
El martes 27 de abril inició la primera jornada de vacunación a maestros, en un ambiente de confusión entre ellos y adultos mayores, desorganización por parte de la Secretaría de Educación Estatal y hasta recelo por parte del sector médico que no ha sido vacunado.
La inmunización a maestros fue una instrucción del Presidente López Obrador en todas las entidades federativas, sin importar su color en el semáforo de riesgos, ni las prioridades de inocular a otros sectores de la población, como médicos de tercera y cuarta línea, tanto de instituciones públicas, como privadas.
Alonso Pérez Rico, secretario de Salud en el Estado, ha dejado en claro que la vacunación a este sector no implica que se vaya a regresar a clases presenciales, sobre todo en la antesala de la tercera ola de COVID-19, sino que obedece a una instrucción de la Federación.
En entrevista con ZETA, comentó que se está trabajando en el programa piloto en tres escuelas del Estado, se vacunaron a 100 docentes y personal administrativo, para que cuando se esté en semáforo Verde, ya se tenga un protocolo a implementar en cada institución.
Otra de las justificaciones que dio sobre la vacunación docente, es que, en caso de volver a clases presenciales, ya no se deberá esperar a que se complete un esquema completo, o que la vacuna comience a ser efectiva, pues todos los maestros estarán listos.
HAY CONFUSIÓN
“Hubo más confusión en las escuelas particulares, no sabían qué onda, unos días nos decían que ocupaban una cosa, luego otro día que necesitaban otra, que al final no sabíamos lo que debíamos de llevar”, expresó una maestra de primaria en escuela privada y de secundaría en pública.
De acuerdo con el listado que les dieron, a ella le tocaba vacunarse el jueves 29 de abril, sin embargo, al ver que el primer día de la jornada fueron de todos los apellidos y no hubo restricciones, acudió el segundo día, ignorando la indicación de sus directivos.
El secretario Pérez Rico mencionó que la dependencia a su cargo llevó de la mano a la Secretaría de Educación en cuanto a la logística y las brigadas necesarias para inmunizar a 69 mil personas del sector educativo, pero a final de cuentas, la convocatoria fue de ellos.
“Tenemos poco más de dos meses vacunando, ya sabemos los puntos, los sitios, qué tan rápido, cuántas brigadas tienes que meter o sacar, cuánto se va a tardar, cómo va a ser el registro; todo eso ya lo tenemos estudiado y analizado. Somos muy respetuosos de las secretarías de Educación estatal y federal, y ellos determinaron que es mejor hacerlo por apellidos”, confirmó a este Semanario.
MÉDICOS MOLESTOS
Abraham Sánchez Frehem, presidente del Clúster Médico, dijo sentir molestia de que se considere primero la vacunación a maestros, antes que al resto del sector médico de tercera y cuarta línea.
Consciente de que la orden es por parte de la Federación y no del Estado, reclamó que su actividad no sea considerada tan importante, como para darles prioridad, pero sí a los maestros, a pesar de que aún no están permitidas las clases presenciales.
“Hay mucho descontento entre el sector médico, por no haber sido considerado un grupo preferente para la vacunación, dado que sí somos un grupo en riesgo. No se compara el riesgo de un médico, de una enfermera, de un camillero, de un dentista, con el riesgo que tiene un maestro, para nada. Los médicos todo este tiempo estuvimos trabajando, los privados tuvimos que seguir trabajando, porque si no lo hacíamos, no comíamos; pero a los maestros sí se les pagó, estuvieron en sus casas, trabajando a distancia”, observó.
Por su parte, Yesenia Espinoza, presidenta del Colegio de Médicos Generales, comentó a ZETA que se sienten abandonados por Andrés Manuel López Obrador, pues muchos de sus compañeros se han enfermado y muerto de COVID-19 al atender pacientes asintomáticos, y hasta el momento siguen sin saber cuántos faltan de vacunarse y cuándo les tocará.