En su mañanera, de manera orgullosa y con bombo y platillo, Andrés Manuel López Obrador da la siguiente noticia:
“María, una joven madre chiapaneca, ha bautizado a sus recién nacidos gemelos, con los nombres de Andrés Manuel y México”.
Honrado por la circunstancia, López Obrador decide hacer una visita a la nueva mamá, como muestra de su agradecimiento por la distinción. Al llegar a la casa de María, encuentra que le está dando pecho a Andrés Manuelito, mientras el niño pellizca todo lo que puede, patea, grita y tira lo que tiene a su alcance.
Fiel a su estilo, AMLO reitera constantemente su agradecimiento y pregunta insistente a la joven madre de los gemelos:
“¿Dónde está México, el hermanito de este precioso glotón que no deja de comer?”.
María le responde:
“México desde hace un buen rato está con los ojos cerrados, profundamente dormido”.
Extrañado por la respuesta, el Presidente tiene la osadía de aconsejar a la madre que lo despierte y así él tendrá oportunidad de verlo.
La respuesta de María deja anonadado al Presidente de la República:
“No le aconsejo despertar a México, porque tan pronto abra los ojos, ¡Andrés Manuel dejará de chupar sangre!”.
Autor: Un opositor, adversario, fifí, etc. etc.
Chismosa
— Amiga, estoy en el Soriana. Acabo de ver a tu marido con una gorda. Voy a seguir al desgraciado y te cuento todo, ¿va?
“Si serás bruta, ¡soy yo!”.
Autor: Ex amiga.
Fuerza de voluntad
Un señor ya no quería tomar, así que un día, al pasar por una cantina, reflexiona:
“Si paso por la cantina, se me antoja la cerveza y me meto, así que la voy a brincar.
Pero cuando paso por una cantina, agarro vuelo”.
Corre, brinca y la pasa, pero en eso ve dos cantinas seguidas. Agarra vuelo, corre, brinca y la pasa, pero en eso ve tres cantinas seguidas. Y bueno, agarra vuelo, corre, brinca y pasa.
Al final piensa:
“Pues vamos a celebrar” … y se mete a la cantina a celebrar.
Autor: Un ebrio.
Belleza relativa
Un hombre encuentra a una joven en la discoteca:
— Qué bella se ve usted con dos tragos adentro.
“Pero ¡si yo no estoy tomando!”.
— ¡Pero yo sí!
Autora: La chava sobria.
Premio al conductor
Un tipo va por la carretera conduciendo y de repente lo detiene la Policía. Le informan:
“Buenos días, señor. Lo hemos estado vigilando desde que pasó el último pueblo, y hemos observado que respeta todas las normas, se detiene en todos los semáforos y conduce correctamente. Tráfico ha puesto un premio al mejor conductor y se lo vamos a dar a usted”.
El conductor responde:
“Pero si yo no tengo licencia de conducir”.
Su mujer interviene:
“No le haga caso, está tomado”.
Y la suegra metiche:
“¡No!, si ya sabía yo que con un auto robado, ¡no íbamos a llegar muy lejos!”.
Autor: Anónimo de un retén.
Carrera callejera
Cierta madrugada, venía por la autopista desde hacia mi ciudad, y, como era de esperarse, a mi pobre Fiat 600 se le fundió el motor. Entonces me hice a un costado, esperando que alguien pasara y a los 10 minutos apareció un Mercedes Benz Kompressor a 170 kilómetros por hora. En eso veo que el tipo del Mercedes da marcha atrás y vuelve hasta mí.
Me ofrece remolcar mi pobre porquería, acepté enseguida, pero le pedir por favor que no con mucha velocidad, si no, mi Fiat y yo íbamos a parar al carajo.
Quedamos que le iba a hacer luces cada vez que el Mercedes estuviera yendo más rápido de lo aconsejado. Entonces el Mercedes comenzó a remolcarme, y siempre que subía la velocidad, le hacía luz.
En eso apareció un Porsche Carrera GT, negro, polarizado, que intimidó al Mercedes. No dejó que lo molestara y a 120, 130, 150, 190, 210, 240, 260 km/h… y yo, desesperado, haciendo luces como loco.
A la par, pasamos por un retén de la Policía, pero ni vi el radar que registró impresionantes 270 km/h. Entonces el oficial avisó por radio al próximo retén:
“¡Atención! ¡Atención! Dos tipos, uno en un Mercedes gris plata y otro en un Porsche negro, disputan una carrera a más de 270 km/h en la autopista. Y muchachos, ¡juro por mis hijos que atrás de ellos, al Mercedes, viene un Fiat 600 haciéndole luces para que lo dejen pasar!”.
Autor: Conductor de Uber.
Dejado
— Pues mi mujer me ha dejado.
“Lo siento, tiene que ser bien duro que te deje tu mujer”.
— ¿Duro? ¡Fue casi imposible!
Autor: Soltero otra vez.
Memoria
En la banca de un parque, dos ancianitas disfrutan el calorcito del sol. Todas las mañanas, por los últimos doce años, se han encontrado en la misma banca. Han conversado y disfrutado de la respectiva compañía.
Esa mañana, la más joven de las dos le dice a la otra:
“Perdona la pregunta, me da pena después de tantos años, pero ¿cómo te llamas?
La interpelada la ve fijamente, con expresión de angustia pintada en el rostro. Por dos largos minutos, calla, hasta que finalmente balbucea:
“¿Qué tan rápido necesitas esa información?”.
Autor: Anónimo de aquí, de la oficina.