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lunes, septiembre 30, 2024
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Las enfermedades silenciosas 

Recién cumplimos un año del inicio de la pandemia y es evidente que todos estamos preocupados por nuestra salud. Un número bastante alto de mexicanos han sido contagiados por el virus del SARS-2, generador de COVID- 19, algunos de ellos asintomáticos, otros con cuadros fuertes de infección que han requerido hospitalización y muchos que desafortunadamente perdieron la batalla.

En estos momentos el mundo está en una carrera contra reloj en la aplicación de las vacunas, los países productores son los que más avance tienen y países como México aplican el fármaco pero no a la velocidad requerida.

Dentro de esta voraz carrera hay enfermedades que surgen paralelamente producto del estrés y la ansiedad que muy poco se informa: las enfermedades psicológicas.

Si bien es común escuchar en medios de comunicación, redes sociales y en las pláticas entre compañeros y amigos sobre posibles daños mentales que después se convierten en daños físicos, sinceramente se toman con poca seriedad.

Hay gente que por desgracia perdió su trabajo y que no logra reponerse económicamente, llevar comida y pagar servicios se convierte en una presión brutal para esa persona y su familia. La angustia y preocupación es constante máxime que no ven la salida como se dice coloquialmente. Esto que planteo no es un ejemplo o una suposición, es una realidad que vive a diario una cantidad importante de mexicanos.

Por otro lado, tenemos el tema escolar, el hecho de que los alumnos y principalmente los niños asistan a las escuelas tiene dos propósitos: por un lado, el aprendizaje y por el otro el sociabilizar con compañeros de su edad. En el caso del aprendizaje es desafortunadamente claro que las escuelas privadas llevan marcada diferencia con las públicas, máxime que hay una atención personalizada. Pero donde todo es igual y no respeta alguna condición social es en la sociabilización. Los niños en general están sufriendo un atraso en la manera de convivir y enfrentarse a retos que se viven a diario en las escuelas.

Además, el mantenerse en casa si bien es lo más seguro en términos de salud genera un estrés en los mismos niños y familias. Por un lado, las mamás y papás “jugando” a ser maestros y por otro los hijos haciendo las cosas como ellos mejor creen. El roce cotidiano se ha vuelto rutina.

En el aspecto laboral las cosas también cambiaron en muchos casos, el llamado trabajo de oficina desde casa llegó en varias empresas para quedarse. Ahora se mide la calidad del trabajo en función de productividad y no solo en cuestión de horas físicas. Producto del “homeoffice” quienes están sufriendo una crisis severa es el sector inmobiliario, infinidad de personas y negocios han dejado de rentar espacios con las consecuencias correspondientes. En las grandes ciudades es común observar edificios vacíos o semivacíos.

Pero el trabajo en casa también tiene su desgaste, las viviendas en general no cuentan con espacio determinado, se tiene que acondicionar lo que genera una inversión no contemplada. Los sistemas de internet en ocasiones no soportan el “tránsito” cotidiano simultaneo de escuelas y trabajo. Hay hogares que sufren de “hacinamiento” de actividades.

Ojalá y las consecuencias psicológicas que el grueso de la población está sufriendo generadas por la enfermedad del COIVI-19 puedan ser primeramente diagnosticadas con oportunidad y atendidas a celeridad.

Todos de alguna manera en mayor o en menor grado hemos sufrido alguna situación mental durante estos 13 meses de pandemia. Lo peor que podemos creer es que en este aspecto somos “asintomáticos”. Debemos crear consciencia y solicitar ayuda, hay gente profesional dispuesta a colaborar.

 

Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas y comunicación. 

@CasoAlejandro

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Alejandro Caso
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Alejandro Caso Niebla Alejandro Caso Niebla Alejandro Caso 4 zeta@zeta.com
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