Las consecuencias de la ola feminista que se registra en toda latinoamérica tuvo su reflejo en todo el país, y en Mexicali, alrededor de 500 mujeres salieron a la calle para protestar por la violencia machista, los casos de feminicidio y las agresiones sexuales, pero sobre todo, por la indolencia de las autoridades ante una problemática social que aún intenta invisibilizarse.
Mexicali registró durante el 2020 un total de 5 feminicidios, 160 denuncias por violación y 390 hechos delictivos de carácter sexual; también contabilizó más de 32 mil llamados de emergencia relacionados con violencia familiar, crímen en el que la mujer es la principal víctima, según fuentes oficiales.
Al igual que en todo el país, este 8 de marzo, cientos de mujeres protagonizaron la marcha conmemorativa al Día de la Mujer, donde por un día -refieren-, ellas se sienten totalmente seguras de salir a la calle, porque se protegen entre sí.
Los colectivos se dieron cita a las 5 de la tarde del lunes 8, en el estacionamiento de la tienda Ley, ubicada en el cruce de calzadas Independencia y Francisco L. Montejano, donde se organizaron en dos grupos: marchistas y caravana vehícular.
La protesta llevada a cabo principalmente por jóvenes, poco a poco se vuelve una actividad obligada que se toma con mayor seriedad en cada oportunidad.
La comitiva salió poco, antes de las 6 de la tarde y se dirigió hacia el Centro Cívico de Mexicali; en todo momento gritaron consignas en contra del patriarcado y del machismo en general.
Los gritos se hicieron acompañar de pancartas con mensajes como: “estar viva no debería ser un privilegio”, “¿Te cansas de oirlo?, nosotras de vivirlo” o “ni estoy histérica ni estoy menstruando, grito porque nos están asesinando”.
Poco menos de media hora requirieron para recorrer la calzada Independencia hasta llegar al corazón político de Baja California, teniendo como testigos los palacios de gobierno y la conocida Plaza Calafia que -coincidentemente- estaba “bañada” de luces moradas que prácticamente la pintaron en su totalidad, lo que se convertía en un perfecto símbolo, pues el pequeño y sangriento templo de la tauromaquia, por un día, se aliaba con el movimiento del 8M.
Al llegar a la explanada municipal, continuaron con consignas contra la opresión patriarcal, los feminicidios y el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos, para después escribir mensajes repletos de impotencia, recordando a las autoridades la deuda que tienen con los colectivos, pero sobre todo con las familias de las víctimas.
Algunas manifestantes rayaron en los pisos, en las placas y las paredes frontales; otras quebraron cristales de la puerta principal del Palacio Municipal, donde algunos policías vigilaban, pero en ningún momento participaron en la contención o cometieron algún acto represor.
Posteriormente realizaron una actividad en la que cualquier mujer tenía la posibilidad de tomar el micrófono y compartir alguna historia o momento que afectó su vida a causa del machismo, ya sea por la pérdida de un ser querido, por alguna agresión sexual o alguna circunstancia traumática.
Para este ejercicio se solicitó a manifestantes y periodistas apagar sus cámaras, para evitar captar el momento de catarsis al que se sometieron algunas mujeres.
Toda la manifestación se suscitó de manera regular, salvo en la última etapa, cuando una mujer “Servidora de la Nación”, resbaló por la salta de tomate que arrojaron al piso y golpeó su cabeza contra una banca de metal.
Luego de permanecer por varios minutos en el suelo, la ofendida despotricó contra las mujeres que habían hecho la manifestación, pero rápidamente fue apoyada por otras trabajadoras de la Cuarta Transformación, que la acompañaron para recibir atención médica.