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martes, octubre 8, 2024
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Juanito

El que pega primero, pega dos veces

Refrán popular mexicano

 

1962

 

Juanito Flores Ruiz era el líder de los cinematografistas en Tijuana. Llegó a firmar como secretario general del Comité Municipal del PRI en 1954, por designación del licenciado Milton Castellanos, que entonces era jefe estatal del tricolor. Luego fue regidor en el II Ayuntamiento con don Manuel Quiroz Labastida, en 1956. Pero quería ser presidente municipal en 1962, luego que Xicoténcatl Leyva Alemán terminara sus tres años de alcalde. Entonces siguió el camino y las reglas políticas. Sembró el camino en la ciudad y se fue a la de México, esperando cosechar la candidatura. Sabía lo difícil que era. Por eso primero se fue a ver si su jefe Fidel Velázquez y de este viejo líder escuchó sólo una palabra clave: “Juéguesela”. Algo más o menos parecido le dijeron en el PRI nacional. Y luego se fue a la Secretaría de Gobernación. Allí, sin más ni menos le cortaron las alas y le mataron las ilusiones.

Don Enedino Madrigal que estaba en Asuntos Políticos se lo dijo muy claro: el Presidente de la República, don Adolfo López Mateos, como todos los presidentes, tomaba la decisión de Tijuana. Era tan importante como la gubernatura. Por eso les llamó unos días antes a sus colaboradores y les preguntó: “Señores… ¿qué  les parece el licenciado Ildefonso Velázquez como candidato para la Presidencia Municipal de Tijuana?” Al contarle esto don Enedino a Juanito Flores Ruiz le preguntó: “¿Si usted fuera funcionario, qué le hubiera respondido al presidente?” Y el mismo hombre de Gobernación le dijo: “Pues ni modo que no”. Estaba claro que el lenguaje de López Mateos era políticamente sutil. No ordenó una candidatura. El suyo no era un “dedazo” descarado. Simplemente preguntando y dando el nombre, “sugirió”. Era una forma tan especial de hacer política, que algunos la calificaban de elegante.

Juanito Flores Ruiz que de eso sabía, lo entendió perfectamente. No podía aspirar ya, a la Presidencia Municipal de Tijuana. Salió de Gobernación y se fue a su hotel, el famoso Avenida, allá por San Juan de Letrán. Empezó a empacar para regresar. Recostado como estaba en su cama, de pronto llegó a su cuarto Felipe Valencia, entonces influyente dirigente cetemista de Tijuana. Don Fidel –le dijo– ya había sido informado sobre Ildefonso y ni modo de ponerse al brinco. Pero el viejo le mandaba decir que contara con la primera Regiduría en la planilla municipal. “¿La primera Regiduría?”, preguntó asombrado Juanito. “Sí”, fue la respuesta de Felipe con el agregado-orden de que se fuera a Tijuana y se lo dijera al licenciado Ildefonso Velázquez.

Dicho y hecho. Cuando así fue, el casi candidato y amigo del presidente le dijo que “… ¿cómo que primer regidor? Si ya tenemos a Hilario Muñoz también de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM) en esa candidatura”. Con un “pues yo no sé”, a ver cómo le hacen”, Juanito le dijo a Ildefonso en presencia del licenciado Manuel Corzo Blanco que, ni modo, eran instrucciones de don Fidel. Pero en realidad a Hilario no lo estaba proponiendo el cetemisno, sino el gobernador del estado, Ingeniero Eligio Esquivel Méndez, en pago a los servicios que siempre le hacía con los autobuses urbanos para los actos políticos.

Ildefonso no quiso enfrentarse al primer hombre político del estado y dejó la planilla sin Juan Flores Ruiz. Solamente que para oficializarla en el PRI y registrarla, debía llevar la firma de los dirigentes, entre otros de José Rosario Cital, líder cinematografista también, pero de Mexicali, y jefe de la CTM. Cuando se la llevaron simplemente dijo: “no la firmo”, advirtiendo que solamente lo haría si colocaban a Juanito. Sabía que era una orden de don Fidel y a eso se atenía. Además a Rosario lo apoyaba otro inolvidable líder cinematografista, Celedonio Apoda. Entonces, Caritino Maldonado, que era el delegado nacional del PRI y después fue gobernador de Guerrero, estaba entre la espada que era don Fidel y la pared que era el gobernador. Tras mucho negociarlo en las oficinas del comité estatal, allá arriba del mercado municipal mexicalense, pudo más la influencia de don Fidel que el capricho del gobernador y Juanito fue el candidato. Ildefonso no solamente aceptó sino que hasta llamó por teléfono, de Tijuana a Mexicali, para que Flores Ruiz escogiera al suplente. Este desenlace fue naturalito en política. La clásica consolación.

Juan buscó la presidencia pero no lo desampararon y le dieron la Regiduría, y al licenciado Caballero, que también quería ser alcalde, le fue mejor: Le dieron una diputación. En este 1962, a lo mejor Juanito Flores Ruiz recordó cómo seis años antes se le andaba cayendo la Regiduría. Entonces otra fue la negociación. Don Fidel quería como regidor a Tiburcio Patiño, un enorme hombre que se distinguía por dos cosas: Su cabeza siempre brillante rapada y su declarado comunismo.

A Flores Ruiz lo apoyaba el gobernador en turno, Braulio Maldonado. Aquí lo sorprendente es que cuando en el PRI dijeron que era Tiburcio el candidato a presidente municipal, don Manuel Quiroz Labastida amenazó con retirarse si se lo ponían. No lo quería –decía– por escandaloso y por comunista. Patiño se hizo famoso porque en el cambio de poderes, ante el presidente de la República, Adolfo Ruiz Cortínez, le gritó: “¡Ya bájale!”, al gobernador saliente, Alfonso García González, nada más por quedar bien con el entrante, Braulio Maldonado. Por eso don Manuel Quiroz advirtió que solamente sería candidato si en la planilla se incluía a Flores Ruiz. Entonces, el licenciado Guilebaldo Silva Cota, que era el delegado nacional del PRI, llamó a Patiño y lo “disciplinó”.

 

Tomado del Libro “Pasaste a mi Lado”, de Jesús Blancornelas,

publicado por última vez en agosto de 2009.

Autor(a)

Jesús Blancornelas
Jesús Blancornelas
Jesús Blancornelas Jesús Blancornelas JesusBlancornelas 15 jesus@zeta.com
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