Cientos de centroamericanos han sido expulsados de Estados Unidos por Tijuana. Guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, transitaron por el país hasta llegar a Reynosa, Tamaulipas y cruzar por el Río Bravo hacia la Unión Americana. De inmediato los detuvo la migra. De un cuarto frío a otro sin comer. A los niños solo les daban una galleta y un jugo. A todos, una cobija de aluminio para cubrirse. Después de pasar de una bodega a otra, de un autobús a uno más, los suben a un avión y les mienten: “Van con destino a Nueva York”. La realidad es que llegan a San Diego y de ahí son expulsados por Tijuana, donde el Instituto Nacional de Migración los recibe, les da un permiso (no a todos) para estancia de 30 días y los envían a albergues. Gobierno Federal los acepta y los deja en el abandono. Los niños, casi todos, están enfermos. La Unidad Deportiva de la ciudad se ha convertido en albergue de centroamericanos
La semana pasada, justo cuando el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, anunciaba que Estados Unidos le prestó a México 2 millones 700 mil dosis de la vacuna de AstraZeneca contra la COVID-19, alrededor de 300 familias centroamericanas fueron retornadas y abandonadas en Tijuana.
Desde el jueves, una camioneta panel de la Secretaría de Gobernación lleva diario, a dos ubicaciones en la ciudad, a centenas de personas expulsadas por el gobierno norteamericano. Las ubicaciones son principalmente el albergue “Embajadores de Jesús”, ubicado en el Cañón del Alacrán, y el auditorio de la Unidad Deportiva Tijuana, sobre la Vía Rápida Poniente.
En estos puntos se encuentran en su mayoría mujeres acompañadas de niñas y niños, todas provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica (Honduras, Guatemala y El Salvador) que habían logrado cruzar de manera ilegal a Estados Unidos, pero fueron capturadas por autoridades de Migración, encerradas en hieleras hasta por cuatro días junto con sus hijos, para después ser enviadas a una ciudad que desconocían.
Todos los menores de edad en contexto de movilidad que entraron a México luego de ser expulsados, se encontraban enfermos por infecciones en las vías respiratorias, malestares gastrointestinales y con deshidratación severa, como resultado del trato indigno que les brindó el gobierno de Estados Unidos.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM), al día llegan entre 350 y 500 personas a Baja California, sin saber dónde se encuentran, sin contar con los recursos para poder volver a su país de origen, con un permiso migratorio por 30 días y el abandono del Gobierno Federal que se limita a entregarlos a un albergue, para después desatenderse.
Todo esto sucede aunque los gobiernos de ambos países presuman la eliminación de las políticas migratorias que colocaban a México como tercer país seguro para resguardar a los solicitantes de asilo a Estados Unidos y recibir a los deportados y expulsados de otras nacionalidades.
El medio estadounidense The Washington Post publicó que el Presidente norteamericano Joe Biden aceptó suministrar de vacunas de AstraZeneca contra la COVID-19 a México, a cambio de que el gobierno de López Obrador contenga el flujo de migración hacia EU; detenerlo desde la frontera Sur de nuestro país, como se hizo con el ex mandatario Donald Trump.
Ante esto, el tabasqueño señaló que en el trato para obtener las vacunas, México solo entregó a EU “amistad y cooperación”; sin embargo, el martes 23 de marzo, el canciller Marcelo Ebrard y la coordinadora de la Frontera Sur del Gobierno de Estados Unidos, Roberta Jacobson, se reunieron para revisar el tema migratorio entre ambos países.
La versión de las autoridades migratorias estadounidenses indica que estas personas están siendo expulsadas, regresadas o rebotadas a México porque no tienen la oportunidad de iniciar un proceso de asilo, amparándose en el Artículo 42, creado por el gobierno de Donald Trump, el cual permite que se retorne de manera inmediata a migrantes por la contingencia sanitaria.
Aunque el actual Presidente norteamericano prometió en campaña acabar con las políticas antimigratorias de su predecesor en el poder, ha permitido la expulsión de cientos de familias, en su mayoría de Honduras, Guatemala y El Salvador, que entraron de manera irregular al país y fueron detenidas por agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).
Informes del INM refieren que a BC actualmente llegan 500 rebotados del gobierno estadounidense por día, los cuales posteriormente son llevados a algunos albergues de la ciudad y les otorgan un permiso migratorio por cuestiones humanitarias por solo 30 días y los olvidan. Los migrantes pasan a ser responsabilidad de los albergues, los que tienen que ver por alimentarlos, curarlos las enfermedades y darles tratamiento médico; mientras que las autoridades federales no se hacen responsables de ellos.
El Centro Integrador para el Migrante “Carmen Serdán”, único albergue del Gobierno Federal en Tijuana, solo da acceso a personas con un caso activo en el Protocolo de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés). A estos retornados los mandan a los albergues en zonas periféricas de la ciudad, donde ninguno de los tres niveles de gobierno se hacen responsables de su situación.
ALBERGUES, RESPONSABLES DE LOS EXPULSADOS POR EU ANTE OMISIÓN DEL GOBIERNO
El pastor Gustavo Banda Aceves, director de la iglesia “Embajadores de Jesús”, reveló que desde el jueves 18 de marzo una camioneta de la Secretaría de Gobernación lleva todos los días a las puertas del albergue a aproximadamente cien personas de origen centroamericano que fueron expulsadas de Estados Unidos.
“Todos los días está llegando gente deportada. La Secretaría de Gobernación viene y trae a esta gente, las recibimos con gusto porque sabemos que viene muy mal después de no comer durante un día y todo el mal trato que se les estuvo dando. Todos son centroamericanos, deportados por el Gobierno de Estados Unidos”, declaró.
Aproximadamente han llegado 500 personas a partir del jueves pasado, pero estas, en especial los niños y niñas, “vienen muy mal, todo un día sin beber y sin comer, en condiciones muy malas, deshidratados la mayoría de ellos”.
Banda Aceves agregó que hasta ahora no han detectado ningún caso sospechoso de COVID-19, ya que en el albergue se han practicado pruebas a los migrantes por parte de asociaciones civiles de Estados Unidos, mientras las autoridades de la Secretaría de Salud no se han presentado en el inmueble.
LA TRAVESÍA DE LAS MADRES MIGRANTES
En el albergue de “Embajadores de Jesús” se encuentran alrededor de 500 personas, en su mayoría mujeres acompañadas de sus hijos, todos originarios de países como Honduras, Guatemala y El Salvador. Los menores tienen edades desde los 3 meses de nacidos hasta los 5 años. Todas emigraron de su país de origen engañadas, con un traficante de personas como guía.
El costo que implica llegar a Estados Unidos desde Honduras, son 7 mil 500 dólares. Con este dinero el coyote lleva a las personas en contexto de movilidad a través de México, para luego abandonarlas en la frontera de Nuevo Laredo, Tamaulipas y Texas.
Un grupo de mujeres acompañadas de sus hijos, ahora varadas en Tijuana, contaron a ZETA la experiencia que tuvieron al salir de su país de origen y cruzar de manera ilegal a EU, posteriormente los maltratos que sufrieron por parte de las autoridades migratorias norteamericanas y su expulsión de ese país.
En los casos de María y Griselda, ambas originarias de Guatemala, la primera viajó acompañada de su hijo de 4 años, mientras que la segunda venía con su hija de 3 años. Cuando este Semanario las entrevistó, los dos menores se encontraban enfermos de gripe y tos, la niña padecía hemorragias de sangre por la nariz.
María, de 24 años, relató que para salir de Guatemala un pollero le cobró 35 mil quetzales (moneda nacional de Guatemala), lo que equivale a 93 mil 930 pesos mexicanos. Griselda agregó que en su país corrían los rumores entre los medios de comunicación y los mismos traficantes de personas, que había oportunidad de cruzar a EU si eran madres con hijos menores de 6 años.
“Andaban comentando que había más oportunidades para mujeres con hijos menores, de 6 años para abajo, por eso nos animamos a venir, pero es mentira. Los polleros eran los que nos decían, igual que las noticias”, dijo.
María continuó con el relato. Salieron de Guatemala en autobús, atravesaron todo el país hasta llegar a Ciudad Juárez, donde el pollero las abandonó junto con sus hijos y otras personas más. Tuvieron que pagar 3 mil 006 dólares extra para que les ayudaran a terminar su viaje a Estados Unidos y las cruzaran.
De ahí llegaron a la frontera entre Reynosa y McAllen. A las dos de la mañana cruzaron el Río Bravo, con sus hijos de la mano. Estaban ya en territorio norteamericano cuando una patrulla de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza las detuvo.
“Nos levantaron, nos preguntaron por nuestros papeles y después nos quitaron todo lo que teníamos, la cinta de los zapatos, todo a la basura; de ahí nos metieron como a una bodega fría y nos dieron aluminio para taparnos, y de comer a los niños una galleta y un jugo, nosotras aguantando el hambre”, expuso.
Luego de pasar una noche en ese lugar, las trasladaron de nuevo en autobús a otro sitio que ellas describen como un puente, debajo de este fue donde pernoctaron. Al día siguiente las volvieron a subir a otro camión, ellas aseguran no saber ni dónde estaban o a dónde se dirigían.
Los agentes de Migración no les informaban sobre su ubicación real, no las dejaban utilizar sus teléfonos celulares. Griselda agregó que cuando hacían el cambio en el penúltimo autobús al que las subieron, los “migras” les decían que ya habían logrado entrar a EU, que las liberarían en algún punto de la Unión Americana.
“Nos subimos a otro autobús y nos dijeron ‘No sabemos a qué Estado van a entrar, pero sí van a poder estar acá’, pero nos tuvieron en un albergue donde hacía mucho frío y solo nos dieron aluminio para taparnos”, contó María.
La siguiente parada fue un aeropuerto. Los elementos de Migración les aseguraron que se dirigirán a Nueva York, que ya habían logrado entrar al país y les iniciaría su proceso de refugiados, pero de nuevo les mintieron. Bajaron del avión y ya los estaba esperando un autobús, transporte que las entregó a Migración mexicana.
“No sabíamos por dónde nos llevaban, nos dejaron en un aeropuerto y luego tomamos otro autobús y nos dijeron que muy pronto llegaríamos a Nueva York, les dieron de comer a los niños una galleta con jugo y nosotras nada, solo aguantamos con el hambre, ya nos enflaquecimos, yo lloré de alegría y dije gracias, Dios Mío, porque ya nos tienes aquí”, narró María mientras lloraba y abrazaba a su hijo de 4 años.
“Pero al final solo nos entregaron con Migración de México, eran como tres autobuses llenos. Todas aguantando hambre, la niña y los niños están todos enfermos, nos metían a la hielera, no nos dejaban utilizar el teléfono, la niña de ella está enferma, le sale mucha sangre de la nariz, ella tiene 3 años y el mío tiene 4 años”, complementó.
Una vez que llegaron a Tijuana, no sabían dónde se encontraban, nunca les dijeron a qué lugar habían sido enviadas por el gobierno norteamericano.
Para las mujeres de Honduras, la travesía fue un poco distinta, Yamilet (20 años) viajó acompañada de su pareja y sus dos hijos, uno de 9 años y otra de 9 meses de nacida. Para llegar hasta Estados Unidos tuvieron que deshacerse de su casa, necesitaban 7 mil dólares (145 mil 149 pesos mexicanos) para que un pollero los llevara hasta la tierra prometida.
Su trayecto a través de México se desarrolló sin contratiempos hasta que llegaron a Monterrey, Nuevo León, donde los abandonó el traficante. Supuestamente les ayudarían con su intención de internarse en EU. Tuvieron que pagar 2 mil dólares más para que otro los cruzara.
“Nosotros dimos la casa para venirnos y todavía en Monterrey pedimos prestados 2 mil dólares, con intereses y sin saber cómo los vamos a pagar, porque nos abandonó el pollero”, lamentó la mujer, quien logró ingresar a territorio norteamericano junto con su familia, al igual que Iris Marlén, de origen hondureño y acompañada de su hijo de 5 años. Ambas pagaron 7 mil dólares al salir de su país y también fueron abandonadas en Monterrey.
Según Iris, durante el viaje por México todo iba bien, dormían en hoteles y se transportaron en autobús, pero a su llegada a Monterrey las metieron a una bodega con muchas personas -aproximadamente 200-, en un lugar muy sucio y sin comida.
Luego lograron pagar a otra persona para que las cruzara a EU. Llegaron a Reynosa, Tamaulipas. Las metieron a una casa abandonada donde pasaron la noche, al amanecer fueron trasladadas al Río Bravo. La indicación era correr y esconderse de la “migra”.
“Ya en el río, por ahí andaba el helicóptero, nosotros corrimos y nos dijeron que corriéramos y nos escondimos, sin agua ni comida; ya habíamos cantado victoria, pero nos encontró Migración y nos llevaron, nos tomaron fotos y huellas, de todos lados”, relató.
Por su parte, Yamilet reveló a este Semanario que, durante el proceso de detención, los agentes migratorios de EU le retiraron a su bebé por varios días y no pudo verla ni amamantarla hasta que fueron liberados en México.
“No nos querían dar más jugos o comida para los niños. Estuvimos ahí más o menos cuatro días en la hielera, solo nos daban una cobija de aluminio y una colchoneta. Cuando veían a los niños jugando, los de Migración le subían al frío para que estuvieran quietos”, denunciaron las féminas.
AUDITORIO DEL CREA AHORA ES ALBERGUE PARA CENTROAMERICANOS EXPULSADOS DE EU
Camionetas de la Secretaría de Gobernación arribaron también al auditorio de la Unidad Deportiva Tijuana para dejar a los expulsados de Estados Unidos. Alrededor de 100 familias fueron instaladas en este punto, la mayoría, mujeres con niños.
En el lugar solo se encuentran un par de personas que se identificaron como parte de DIF Municipal, las familias duermen sobre colchonetas y con cobijas que no son de aluminio. Escondidos, como si fuera un secreto que México está recibiendo retornados de Estados Unidos.
ZETA entrevistó a Evelin, salvadoreña de 26 años de edad con un hijo de 4 años. Al igual que las historias anteriores, ella se animó a migrar por la falta de oportunidades en sus países para sus hijas e hijos y porque le vendieron la idea de que sería más fácil cruzar por ser madre de un menor de edad.
Cuando llegaron al auditorio utilizado como albergue, les dijeron que podían irse si así lo deseaban, pero no les explicaron dónde se encontraban o cómo regularizar su estancia migratoria en México.
“Nadie nos dijo nada, estoy aquí varada con mi hijo porque no sabemos qué hacer. Algunas familias ya se han ido regresando a sus países o se han movido a Monterrey o Ciudad Juárez, pero ellos tenían dinero o conocen a alguien, y nosotros no”, indicó Evelin a este Semanario.
Al igual que en el albergue “Embajadores de Jesús”, los niños y niñas se encuentran enfermos de gripe y tos, con desnutrición y deshidratación; la única atención médica que han recibido fue cuando ingresaron al país para determinar si tenían el nuevo coronavirus y por parte de asociaciones civiles, pero las autoridades de Salud estatal o federal no se han hecho presentes.
SIMULACIÓN DE BIDEN Y AMLO EN POLÍTICAS MIGRATORIAS
En su última y más reciente conferencia de prensa formal, el Presidente Joe Biden, informó que está trabajando con el Gobierno de México para que este pueda recibir a más familias migrantes que cruzan hacia Estados Unidos, destacando que la administración actualmente titulada por Andrés Manuel López Obrador, se rehúsa a aceptar a los miles de centroamericanos retornados.
“La vasta mayoría de las personas que están cruzando están siendo enviadas de vuelta, decenas de miles de personas mayores de 18 años que llegaron solas, estamos enviando a la vasta mayoría de las familias que están llegando, tratando de negociar con México para que reciba nuevamente a esas familias”, dijo el mandatario estadounidense el jueves 25 de marzo.
“¿Por qué no están volviendo algunas familias? Porque México se está rehusando a recibirlas de regreso. Estamos en negociaciones con el Presidente de México. Creo que vamos a ver esto cambiar. Todas deberían regresar. Todas van a regresar. Si miran el número de gente que viene, la mayoría de ellos están siendo enviados de vuelta, miles, decenas de miles de personas mayores de 18 personas y que vienen solas han sido enviadas de vuelta. Ahora estamos tratando de trabajar con México para que pueda recibir a más de esas familias. Eso es lo que está pasando”, agregaría Biden.
Muchos de los menores que han cruzado la frontera durante las últimas semanas, se han quedado más tiempo del permitido por Ley en centros de detención gestionados por CBP y diseñados para adultos.
Según cifras oficiales del gobierno estadounidense, el pasado fin de semana unos 4 mil 900 menores migrantes no acompañados estaban bajo la custodia de las autoridades fronterizas.
Algunos de ellos llevaban detenidos más de 10 días, a pesar que la Ley dice que el máximo son tres días. Sin embargo, la falta de espacios en los albergues del Departamento de Salud norteamericano, ha obligado al gobierno de Biden a establecer nuevos centros de procesamiento en Texas y próximamente en Arizona.