Esta película de J Blakeson tiene la fortuna que sumar a la cabeza del elenco a Rosamund Pike, una actriz que vale la pena seguir, sobre todo después de ver cómo lleva este protagónico hasta sus últimas consecuencias.
Pike interpreta a una villana en toda la extensión de la palabra. Su nombre es Marla y se dedica a estafar a ancianos a través de una agencia de cuidados a personas de la tercera edad. La forma de operar es sencilla: la mujer elige personas solas, de edad avanzada, logra hacerse su cuidadora legal, cobra una millonada y vende sus bienes para cubrir el pago por sus servicios.
Marla no actúa sola, tienen la colaboración de médicos, abogados y personal de asilos a su lado, prestándose a estas corruptelas. Una de esas víctimas es Jennifer (Dianne Wiest), una mujer de buena posición económica que de pronto le abre la puerta de su casa a Marla y aquí es donde todo se pone interesante.
Jennifer bien puede ser la piedra en el zapato de esta implacable estafadora, y ver cómo el encontronazo sucede, es estupendo en este interesante filme que se enfila por el camino de la comedia negra sin llegar a serlo del todo. Al final, algo especial sucede al ver esta cinta porque el antagónico es quien se roba la pantalla y, aunque resulte odioso, es el que atrae toda la atención, con toda esa oscura personalidad que es imposible reprobar.
Otros trabajos interesantes son el de Chris Messina como un licenciado de la mafia y Eiza González, quien interpreta a la pareja de Marla, vaya complejidad. Sin embargo, este largometraje es todo para la primera actriz y Blakeson, sin duda, debe saber lo afortunado que es de haber contado con la participación de Pike. Su nominación al Globo de Oro es apenas el comienzo, de seguro. *** y media.
Punto final. – Como serie, el trabajo que Netflix armó sobre el legendario Hotel Cecil del centro de Los Ángeles, es muy recomendable.