Médicos, enfermeros y socorristas, el primer frente ante el COVID
El primer frente ante la pandemia es el Sector Salud, prácticamente todos los días de 2020, enfermeros, médicos y socorristas lucharon por salvar vidas y proteger la suya, ante un enemigo invisible y mortal: el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19.
La prueba es que el personal del Sector Salud representa un 10% aproximadamente de los enfermos totales del nuevo coronavirus.
“Especialmente a los hombres y mujeres, que han asumido con valor la responsabilidad de estar en la primera línea de defensa y luchar contra la pandemia que amenaza a nuestra sociedad, a la humanidad completa, nuestra admiración a los que, por causa del servicio, han caído enfermos y regresan a la lucha. Nuestro recuerdo a las y los que se han ido y ahora extrañamos, a quienes con su partida nos han dejado historias de valor, de tenacidad, de sacrificio. Como nuestra compañera Elizabeth Alvarado Rodríguez, que se desempeñaba como directora de Atención Ambulatoria de la Secretaría de Salud, pero que tuvo una larga carrera en Baja California Sur, con servicio a la gente y que tristemente ya no está hoy con nosotros”, recordó Carlos Mendoza Davis, gobernador de Baja California Sur.
En el Estado sobresalen los ejemplos de un desempeño admirable. El 3 de mayo, la doctora Alvarado, quien fuera de las primeras trabajadoras de la salud en enfermar con el virus, perdió la batalla contra el coronavirus.
Su caso se sumó a los primeros fallecimientos en BCS entre miembros de las áreas médicas, IMSS, ISSSTE, Secretaría de Salud, personal de trabajo social, administrativo y enfermeros. Cada uno de ellos despedido entre lágrimas y aplausos.
“En total tenemos mil 526 trabajadores de la salud que se han infectado (de COVID-19), de estos tenemos recuperados mil 483 activos ahorita, que pueden ser asintomáticos o tener alguna sintomatología. De estos mil 526, el mayor número lo tiene el personal de enfermería, 599 casos. Estoy hablando de todos los sectores, ISSSTE, Secretaría de Salud, médicos: 360 laboratoristas, 31 cirujano dentistas y 16 de otras categorías: camilleros, asistentes, trabajadores sociales, etcétera. Son 520”, expresó Víctor George Flores, secretario de Salud en BCS.
El hospital de reciente creación en Cabo San Lucas hoy lleva el nombre de una mujer que entregó su vida por la de otros, que arriesgó todo para que la lucha contra la pandemia valiera la pena: la doctora Elizabeth Alvarado Rodríguez.
“Anunciamos que el hospital de Cabo San Lucas habrá de llevar su nombre, tristemente en el cumplimiento de su labor fue de las primeras víctimas, de las víctimas tempranas de esta enfermedad en nuestro Estado, ella se cuenta entre los casi mil 500 miembros del Sector Salud que a la fecha han enfermado de COVID cumpliendo con su labor, y tristemente entre los 18 que hemos perdido en lo que va de la emergencia”, lamentó Mendoza Davis.
Representantes de los trabajadores de la salud han señalado que el personal está llevando jornadas agotadoras, con rotación cada quince días, y a nueve meses de pandemia, están agotados del cansancio y el trabajo no cesa, ya que los ciudadanos siguen incumpliendo las medidas sanitarias y exponiéndose al virus cada día.
Como alternativa, hace algunos meses llegaron al Estado 22 médicos para prestar apoyo para atender a la población, procedentes de Querétaro y Ciudad de México. Sin embargo, en diciembre la situación se agrava y los pacientes hospitalizados siguen aumentando.
Pese a ello, el compromiso de los trabajadores de salud los hará sacar la casta y salvar vidas.
“A ustedes, las y los médicos del Estado, constituyen el conocimiento que da vida y sentido a cualquier esfuerzo que se haga, por mayor infraestructura, por mayor equipamiento, los mejores servicios, por mejor atención a la ciudadanía. Los honramos por su papel en la vida diaria”, expresó el gobernador Carlos Mendoza.
“Quienes con su partida nos han dejado historias de valor, historias de tenacidad, historias de sacrificio como nuestra compañera Elizabeth Alvarado Rodríguez, que se desempeñaba como directora de Atención Ambulatoria en la Secretaría de Salud, pero que tuvo una larga carrera en Baja California Sur al servicio de la gente. Hoy así la recordamos y desde aquí la reconocemos”, agregaría.
ENFERMEROS AL PIE DEL CAÑÓN
Dedicado a la atención de pacientes, a ayudarlos en los peores momentos y salvar vidas, Antonio Avilés, es uno de los nombres que destaca en el año que concluye por su labor y esfuerzo, que han dado resultados en la atención médica, con un trabajo diario de hasta 12 horas, con jornadas maratónicas y doble turno.
Enfermero de profesión, Antonio revela cómo ha sido el cambio durante la pandemia, desde antes de marzo ya aplicaban protocolos para cuidarse y protegerse, además de endurecer los filtros para atender a los pacientes: “Al inicio era muy complicado todo, no estábamos acostumbrados, además del clima que tenemos y estar dentro de ese traje de plástico, doble guante, es un verdadero horno, así tenemos que maniobrar, canalizar y todo lo que se requiera. El trabajo se ha endurecido, pero todo es para protegernos y seguir ayudando a la gente, ha sido una etapa difícil, pero hemos afrontado con muchas ganas el compromiso de servir”.
Tras la llegada de la COVID todo cambió, desde la manera de ingresar a sus labores, a su propia casa y hasta la convivencia familiar. Han sido meses de estrés, cansancio, pero no pierde la esperanza de que algún día todo vuelva a la normalidad y la carga de trabajo disminuya.
“Un día normalmente en el trabajo, es desinfectarnos al entrar, colocarnos el equipo y limpiar al entrar, atender a los pacientes, a la salida de igual forma: dejamos los trajes donde se desinfectan y desinfectamos, nos aseamos y sanitizamos a la salida; al llegar a casa es un procedimiento similar, entrando me quito los zapatos, a medio patio dejo mi ropa y me voy directo al baño a limpiarme. Una vez que salgo hay que lavar la ropa utilizada en el trabajo y me voy a mi cuarto, así ha sido todo este periodo, muchos meses alejado de mi familia por salud, mi comida la recibo en el cuarto y ahí resido hasta que me voy a trabajar de nuevo”, explicó.
Dentro del hospital, la vibra es muy distinta, cuando llegan nuevos pacientes hay tristeza, pues cada día siguen llegando, a veces por culpa de personas que siguen en fiestas y contagian a adultos mayores.
Cuando alguien muere, es una impotencia, un dolor profundo y la tristeza embargan a todo el nosocomio, aun así, hay que levantar la frente y seguir salvando vidas.
“A veces platicamos un momento con ellos, mientras los atendemos, claro, con quien se puede, son muchos días que están en aislamiento y también necesitan distracción, es muy doloroso ver a las personas sufrir, gritos, llantos. Es una impotencia porque no podemos hacer mucho, pero sí lo posible, nos esforzamos para dar lo mejor, que su paso por el hospital sea el mejor. Una buena cara, un buen gesto, siempre alivian un poco el sufrimiento”, expresó el enfermero.
Pese a los casi mil casos activos en BCS, sigue habiendo reuniones y los contagios no cederán si se ignoran las medidas. “Mucha gente podrá decir que la enfermedad no existe o que es un invento, yo te puedo decir que es desgarrador estar en el área de hospital, sentir el dolor de los pacientes, es muy difícil la enfermedad, yo también me enfermé y gracias a los cuidados salí, aunque hay personas que no pudieron”, dijo Avilés.
Quizá lo peor no es vivir la enfermedad en carne propia, lo más doloroso es perder a alguien a causa de un problema que se trata de disipar. “Yo también sufrí una pérdida, mi padre fue víctima del virus, fue muy doloroso, tocó acompañarlo en el hospital, hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, pero este virus es impredecible”, recordó, para, por último, pedir a los ciudadanos tomar las debidas precauciones y actuar por amor a sus familias.
CALAFIOS CONTRA LA PANDEMIA
En el esfuerzo que hacen las instituciones de salud para de alguna manera, contener la pandemia de coronavirus, médicos, enfermeros y personal de apoyo tuvieron que regresar a sus casas por estar en riesgo por alguna comorbilidad o la edad misma.
No así en el Grupo Voluntario Calafia, ubicado en el fraccionamiento Camino Real en La Paz, el cual presta apoyo a la ciudadanía de forma voluntaria. Son los únicos paramédicos que no han detenido sus operaciones durante toda la pandemia, brindan servicios prehospitalarios, atención de urgencias en accidentes y ahora se adecuaron para atender y trasladar a pacientes COVID.
“Se tienen los servicios normales, que son personas enfermas, accidentes y todo eso, pero con la modificación de la pandemia, tuvimos que reforzar, tanto nuestro filtro sanitario dentro de la atención como fuera de ella con los muchachos, en la cuestión de atención a pacientes de COVID, habría que tener equipo nuevo e implementar lo que es la seguridad de los muchachos, con capacitación para poder dar un buen servicio”, indicó Isaías López, comandante y fundador de Grupo Voluntario Calafia.
Al ser una institución conformada por jóvenes voluntarios, sus recursos económicos son limitados, disponen de algunas donaciones para atender la pandemia y ayudar a la población, pero no pueden exponerse a este mal. Por ello hicieron un esfuerzo y, con el apoyo de pro-paramédicos, pudieron acceder a equipamiento para seguir salvando vidas.
“Mundialmente escasearon los Equipos de Protección Personal, que es el (traje) Tyvek, los guantes que se utilizan para COVID subieron mucho de precio, pero lo que pudimos hacer fue entrar a un grupo que se llama Pro-paramédicos, que dirige Pablo Ahuja. Él nos empezó a surtir algo de material, nosotros compramos un poco, tenemos equipo que se ha comprado y donado, pero sí se batalla a veces con la cuestión del equipo”, reconoce López.
Con ese amor por la vida y su lema “Salvar vidas nuestra misión, amando siempre al prójimo”, se han enfrentado a la adversidad para seguir prestando auxilio.
“Todo lo que se está haciendo, se está haciendo voluntariamente, junto con Pro-paramédicos hicimos despensas para las familias positivas a COVID; la intención era que no salieran a la calle a seguir contagiando. Llevamos la despensa durante toda la contingencia y seguimos haciéndolo”, relató el comandante del Grupo Voluntario Calafia.
A veces no hay servicios prehospitalarios en la ciudad, y ellos son los únicos operando. Aun así, no reciben ayuda gubernamental, ni de las dependencias que deberían prestar el servicio.
“Nuestro plan de trabajo fue dejar dos unidades para COVID y un personal para las otras urgencias, personal que está trabajando en emergencias normales, porque emergencias especiales llamamos a lo que es COVID”, informó López.
Cuando acuden a prestar servicios a pacientes enfermos “sin COVID”, así reciben la alerta de emergencia vía llamada a los números de urgencia, pero al llegar se han topado con enfermos COVID, al menos sospechosos.
“El filtro empieza desde C4, que es el que tiene que investigar que no tenga ningún sospechoso o que sea sospecha de COVID-19, pero sí nos ha tocado que nos han engañado, que no tienen ninguna sintomatología y sorpresa: es paciente con posible COVID. Ahí lo que se pide es apoyo de una las ambulancias de COVID-19, ya sea de salud para que nos eche la mano”.
Así de cerca han estado de contagiarse, sin embargo, cuentan con protocolos y capacitación, además de áreas dentro de la comandancia para cuidarse entre ellos y mantenerse en servicio.
“Compramos equipos para desinfección, se tuvieron que comprar y se desinfecta llegando, se desinfecta personal, se bañan; tenemos un área que destinamos para COVID atrás de la oficina, un área donde con camper, donde está el material para COVID, los muchachos ahí se desinfectan, se bañan y se quedan en el camper después de desinfección y toda su ropa, sus uniformes especiales para cuando atienden a un paciente COVID o algo; o si quieren cambiar de uniforme, dejas tu uniforme fuera de base y posteriormente se hace la limpieza e higiene de ese equipo”, declaró Isaías López.
En diciembre, Grupo Voluntario Calafia salieron a los comercios del fraccionamiento donde se ubican, apoyando a los comerciantes con la desinfección de sus locales sin costo alguno, ya que también les han extendido la mano y es una forma de agradecer un poco de lo mucho que les han brindado.
“Estamos apoyándonos mutuamente, los comerciantes también nos ayudan con entrega de cena, combustible, y nosotros les ayudamos a que tengan sus puestos sanitizados, dándoles consejos sobre medidas de seguridad, para que ellos también estén seguros, dándole una mejor atención a la gente que llega a comprar”, agradeció López.
Por último, envió un mensaje a toda la ciudadanía, para que esté muy atenta a cuidarse y cuidar a su familia en momentos cruciales de la pandemia, en la que la única herramienta es el cuidado.
Como la doctora Elizabeth Alvarado, el enfermero Antonio Avilés y Grupo Voluntario Calafia, muchos son los verdaderos héroes anónimos de 2020. Realmente los pacientes y ciudadanos ni siquiera saben quiénes los atienden, solo ven un traje blanco, máscara, goggles y cubre bocas. Pero unos ojos les regalan una mirada de cariño y calor, en medio de la soledad que genera la pandemia.
Por estas razones, el personal médico, de salud y auxiliar, son para ZETA el Personaje del Año 2020.