La educación cambió en México y Baja California Sur desde marzo de este año. La nueva modalidad obligatoria por la pandemia ha traído diversas afectaciones a los estudiantes de nivel básico, según cuentan docentes; el cambio ha golpeado no solo a la socialización y el contacto en el aula, sino también a la excelencia académica.
Katia Yepiz imparte clases a menores de segundo año de primaria; explica que la educación a distancia eleva barreras que evitan que los niños y niñas logren la excelencia en clase.
Cuenta que en su caso, tiene el antecedente de haber conocido un año antes de la pandemia al grupo con el que trabaja actualmente; eso le dio la oportunidad de identificar las actitudes y aptitudes de sus alumnos. Puede saber cuál de sus estudiantes tiene un desempeño ejemplar, sin embargo, la historia no es igual para todos los maestros, ya que hay quienes no han conocido a sus alumnos todavía.
Comenta que la observación es muy importante al momento de evaluar, no obstante, en las circunstancias actuales se deben tomar otros parámetros, lo que complica identificar qué alumno alcanza o merece el 10.
“Esos profes que no tienen un contacto real con sus alumnos es una dificultad porque uno no sabe quién está realizando la actividad detrás de la tarea. Puede resultar que el niño no las haga y sea la hermana mayor, la tía, la mamá porque se desesperaban de que el niño no hiciera la tarea”, expuso.
“Es muy difícil generar una evaluación porque muchas veces se basa en la observación, si tiene algún problema de conteo o en escritura. Estar en casa y no conocer a tu grupo es caótico”, añadió.
Mencionó que la excelencia académica es complicada. Muchos docentes concuerdan en que por medio de la educación a distancia ninguno de sus alumnos merece un 10, ya que no pueden observar su desarrollo de aprendizaje.
En este contexto, las y los maestros se han encontrado con trabajos que son realizados por los padres y madres, así como familiares del menor.
Actualmente, para calificar establecen tres parámetros: “sin información”, en caso de que el alumno no haya cumplido con ninguna actividad; “información intermitente”, si cumplió con algunas; e “información satisfactoria” si entregó todas.
Existen docentes que no están de acuerdo en poner una calificación si el niño o la niña no cumplieron con ninguna actividad, aunque exista responsabilidad de los tutores. Al respecto, temen que la Secretaría de Educación Pública (SEP) les pida calificar con 6 a esos estudiantes, tal y como ocurrió en el cierre del ciclo escolar 2019-2020. Al igual que con la excelencia académica, se manifiestan en contra debido a que termina siendo una simulación.
“Nosotros nada perdemos, nos van a seguir pagando igual. El problema es saber quién se merece un 10 y ser responsable tanto en casa, como nosotros como docentes decir quién merece las calificaciones de excelencia. Es difícil decidir, pero no llegan a la excelencia académica”, expresó Katia Yépiz.
Ansiedad y estrés, los grandes enemigos de los alumnos por la educación a distancia: especialista
En la otra cara de la moneda, los niños y niñas se enfrentan a un cambio radical en el modelo de educación que podría traer consecuencias a su salud emocional, según explica la psicóloga Mayela Beltrán.
La educación a distancia, comenta, puede ocasionar diferentes estados emocionales y experiencias tanto negativas como positivas. Agrega que el estrés en la niñez puede presentarse en cualquier situación que requiera el cambio o una adaptación.
Aunque el estrés pueda ser provocado por un cambio positivo, en este caso se vincula a uno negativo por la educación a distancia.
La especialista subraya que las y los niños aprenden a responder a esta emoción a medida que crecen y desarrollan situaciones que para un adulto pueden ser manejables, sin embargo, en los menores tienen un impacto mayor. “Como resultado incluso los cambios pequeños pueden tener un impacto en los sentimientos de seguridad y confianza del niño”, señala.
Puntualiza que en otra consecuencia del cambio al que se enfrentan los menores, pueden presentar cuadros de ansiedad.
“Esta puede ocasionar síntomas físicos, o síntomas emocionales y de comportamiento: incapacidad para relajarse, miedos nuevos o recurrentes, rabia, llanto, incapacidad para controlar sus emociones y comportamiento”, dijo.
Para Mayela Beltrán, tanto el estrés como la ansiedad sí afectan a la educación en casa y a la salud mental de los alumnos.
“Nadie les enseña a sobrellevar la carga de horarios diferentes, a dejar de interactuar con sus compañeros, maestros. El tener presente que esta nueva modalidad puede causar cambios en el comportamiento de los niños por la tensión de experimentar horarios, estrategias de estudio completamente diferentes”, reiteró.
Menciona que pensar en una sola alternativa es complicado por el escenario actual de la pandemia, no obstante puede haber medidas para disminuir la presión en los estudiantes.
Aconseja a los padres y madres o tutores del menor, establecer una rutina en casa, que incluya actividades familiares que ayuden a prevenir o aliviar la ansiedad, así como esparcimiento que les permita liberar energía.
En cuanto a los docentes, recordó que la nueva modalidad de educación es más pesada, ya que los estudiantes se convierten en investigadores de los temas y no cuentan con la libertad de actividades de socialización, como antes la tenían en la escuela.