Por Elizabeth Rosales/Border Hub
“Antes del 15 de mayo del 2017 creo que éramos una familia tan normal como la mayoría de las familias de México”, dice la periodista Griselda Triana, viuda del también periodista Javier Valdez y madre de dos.
“Todo era normal. Después todo se fracturó […] Ahora somos una familia desplazada por la violencia”, cuenta sobre el día en que tres hombres asesinaron a Javier a menos de dos cuadras del semanario Ríodoce, medio que fundó en Culiacán, Sinaloa, con sus colegas Ismael Bojórquez y Alejandro Sicairos.
Griselda se despidió de un espacio que tenía en radio, abandonó Sinaloa e inició su lucha contra la impunidad en el sistema de justicia penal mexicano.
Actualmente es activista por los crímenes contra el gremio.
Ella nació en 1969 en Guadalajara, Jalisco, pero creció en Culiacán, Sinaloa, donde el tráfico de drogas es una actividad ilícita que sostiene familias, aunque es difícil saber a cuántas.
De niña veía con normalidad asistir a la escuela con hijos de gomeros, personas que se dedican al tráfico de la goma de opio.
“Creo que en cualquier institución educativa del estado de Sinaloa hay hijas e hijos de estas personas. Lo veía prácticamente de manera normal, con curiosidad. Así fue como crecí, como crecieron nuestros hijos y cómo siguen creciendo miles de niños en Sinaloa”.
En esa tierra, aún bajo dominio del Cártel de Sinaloa, se siembran plantas de marihuana y flores de amapola que se convierten en goma de opio y heroína.
El Cártel de Sinaloa además trafica cocaína y metanfetaminas hacia Estados Unidos, el mercado más grande del mundo en consumo de drogas ilícitas.
La curiosidad que sentía de niña cuando veía hombres armados en la calle a plena luz del día, se transformó en temor cuando las circunstancias la llevaron a ella y a Javier Valdez a ser periodistas, pues en el caso de Javier, se dedicó a cubrir la violencia de los cárteles en México.
Griselda estudió psicología y Javier sociología. Ella tenía 18 y él 20 cuando se conocieron en la Universidad Autónoma de Sinaloa. En Culiacán se casaron y formaron una familia.
“Llegamos a ser reporteros porque las circunstancias se dieron, no porque lo hayamos pretendido realmente”, dice Griselda, quien después se profesionalizó y estudió periodismo.
Para inicios de los 90 ambos ya trabajaban para el Diario de Sinaloa, cuando se daba una transición de las máquinas de escribir hacia las computadoras.
Griselda luego se interesó en la radio y dedicó 10 años a presentar noticias generales y hacer entrevistas en un programa del Centro de Políticas de Género para la Igualdad entre Mujeres y Hombres.
El camino de su esposo fue otro. Consiguió trabajo en una televisora local, reporteó para Noroeste, fue corresponsal de La Jornada y fundó el semanario especializado en crimen organizado, Ríodoce. También publicó ocho libros sobre narcotráfico.
“Siempre supimos los riesgos, sabíamos que lo que Javier escribía afectaba intereses y prácticamente todos los temas que puedes escribir en Sinaloa de alguna manera están relacionados con el crimen organizado. Yo tenía miedo y él tenía miedo pero te acostumbras a vivir de esa manera”, cuenta Griselda.
Del periodismo al activismo
México es el segundo país más peligroso para ejercer el periodismo, solo por debajo de Siria, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en un informe que publicó en 2019.
Entre 2014 y 2018 esa misma organización registró 53 asesinatos de periodistas en México.
Fueron 47 los periodistas asesinados en la administración de Enrique Peña Nieto y al menos 15 en lo que va del periodo de Andrés Manuel López Obrador, según la organización Artículo 19.
Pero días antes de la publicación de este texto fue asesinado uno más, Arturo Alba Medina, de Telediario en Ciudad Juárez.
“Son historias que se siguen repitiendo. A mí me preocupa desde luego lo que les pueda pasar ahora a los compañeros de Ríodoce. No les puedo pedir que no escriban sobre esos temas, porque Javier nunca dejó de hacerlo y como decía Javier “si nosotros no lo contamos ¿entonces quién?”, dice Griselda.
Pedir protección y justicia al Estado mexicano le genera desconfianza, pues casos recientes parecen confirmar la participación de altos funcionarios del gobierno federal en el crimen organizado.
Este es el caso de Genaro García Luna, exsecretario de seguridad pública en el sexenio de Felipe Calderón y del general Salvador Cienfuegos, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional durante el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto.
Ambos están presos en Estados Unidos, a la espera de una sentencia, por presuntos nexos con narcotraficantes.
“¿Cómo puede ser posible que las mismas personas que protegen a delincuentes son las mismas que tratan de acompañar o llevar a un delincuente a un juicio? Siempre va a existir desconfianza”, dice Griselda.
México es un país donde menos del 1% de los crímenes cometidos contra periodistas obtienen justicia en México, según la organización Artículo 19.
Por eso a Griselda no le extraña que las familias se agoten y se resignen. Las trabas son desgastantes, opina.
Ella nunca se visualizó como activista, pero así como las circunstancias le llevaron a ser reportera en los 90, el homicidio de su esposo la empujó a salir y alzar la voz en estos tres años, no solo por Javier, sino por otros periodistas asesinados.
“Estoy acercándome a las familias de periodistas que han asesinado o han desaparecido en este país para ver cuál es su situación. Porque yo he pasado por muchas situaciones lamentables. Ahora entiendo porque la mayoría de las familias prefieren mejor dejar de exigir justicia”, comenta.
La campaña #SeguimosHablando
El 29 de octubre pasado, Propuesta Cívica lanzó una campaña con el apoyo de Griselda Triana que se llamó #SeguimosHablando.
Consistió en el lanzamiento de un video en el que aparece una recreación digital de Javier Valdez, exigiendo justicia para periodistas asesinados y desaparecidos en México.
“Yo soy Javier Valdez, periodista y escritor. El 15 de mayo de 2017 fui asesinado por órdenes de alguien a quien no le gustó lo que publiqué”, dice la imagen del periodista, que fue hecha con tecnología de origen ruso y obtuvo la aprobación de su familia.
El mensaje que da fue escrito entre Propuesta Cívica y Griselda Triana. Un actor prestó su voz y con ayuda de un software ensamblaron la de Javier para que sonara lo más parecido a él.
“Es algo que platiqué con mis hijos”, cuenta sobre esta recreación digital, “El objetivo es que tenga un fuerte impacto en la sociedad. No me pone triste, es un trabajo que tiene un objetivo, insistir en nuestra exigencia de justicia. Prefiero ver así a Javier, que ver su imagen tirada sobre el asfalto como el día en que lo asesinaron”.
La investigación del homicidio identifica a tres autores materiales, Luis Idelfonso Sánchez Romero “El Diablo”, que fue asesinado a finales de 2017; Heriberto Barraza Picos “El Koala”, que fue sentenciado este año y recibió condena de 14 años con 8 meses de cárcel y Juan Francisco “N” alias “El Quillo”, quien actualmente enfrenta un proceso penal.
Griselda dice que estos avances contribuyen a que pueda recuperar cierta paz y confía que en algún momento volverá a tomar el control de su vida.
No espera sentada.
“Para arribar a la justicia hay que desgastarse. Quiero pensar que en algún momento el autor intelectual también va a pagar […] Yo no busco ser ejemplo para nadie, pero algo que no me permitiría nunca es el no haber luchado”.
Y como si retomara la pregunta que antes se hizo Javier, “si no soy yo, entonces quién”, Griselda responde con un “nosotros”, al hablar del camino que ha seguido estos últimos tres años.
“Yo me siento respaldada por las y los periodistas, por Ríodoce, por La Jornada , por organizaciones como Reporteros sin Fronteras, Propuesta Cívica, Artículo 19…”, enlista.