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martes, febrero 20, 2024
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¿Y tu marido?

– Oye, Mari, ¿y tu marido?

“En el jardín”.


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– No lo veo…

“¡Tienes que escarbar un poco!”.

Autor: Fan de series de crímenes.


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Un verdadero milagro

Estaba San Pedro recibiendo a las almitas que arribaban al cielo, cuando llega un curita. San Pedro le indica:

“Esta casita y este pequeño automóvil serán tuyos, hijo”.

El sacerdote se retira a hacer fila en la ventanilla de Entrega de Títulos de Propiedad.

En eso nota que un hombre conversa con San Pedro. El santo sonríe mucho, lo abraza, le da indicaciones y muy contento se retira a la fila.

Extrañado de tanta alegría, el curita pregunta al recién llegado:

– ¿Por qué tanta alegría, amigo?

“Es que me entregaron una mansión y una limosina”.

Indignado, el sacerdote se dirige donde San Pedro y cuestiona:

– San Pedro, ¿por qué le dio todo eso a ese tipo? Yo creí que en el Cielo no había favoritismos, yo fui sacerdote, ¿y él?

“Verás, hijo, él era abogado, ¡y cómo no vamos a estar felices, si es la primera vez que llega uno!”.

Autor: Un juez, ¡ja!

 

En el autobús

Iba sentado en el autobús junto a una mujer joven y su bebé; de repente el niño comenzó a llorar, ella sacó su pecho y el bebé no lo quiso, a lo que ella le dijo:

“Si no lo quieres, se lo voy a dar al señor…”.

El niño siguió en lo mismo, lo agarró poquito y lo soltó, pero ella insistía:

“Si no quieres, se lo voy a dar al señor…”.

Seguí muy atento a ese diálogo por largo rato, hasta que por fin no pude más y le dije:

señora, dígale al bebé que decida si lo va a querer o no, ¡porque yo hace como media hora tenía que bajarme!

Autor: Pasajero frustrado.

 

Las loras

Una señora va a la iglesia a confesarse y aprovecha para hablar con el cura:

– Padre, tengo dos loritas que lo único que dicen es “¡Somos de la vida alegre y queremos gozar!”. Me da una vergüenza cuando van visitas a mi casa y lo único que las loras dicen, son esas palabrotas.

“No se preocupe, tráigame a las dos loras, que tengo dos loritos muy bien educados, rezan y leen la Biblia, lo más probable es que les enseñen cosas buenas”.

Al otro día llega la señora con las loritas y el cura le pide que se las entregue. Las mete en una jaula con los loros que estaban rezando y las loras comienzan: “¡Somos de la vida alegre y queremos gozar!”. En eso se levanta uno de los loros y le dice al hermano:

“Deja esa Biblia y el rosario, ¡que nuestros rezos dieron resultados!”.

Autor: Anónimo del confesionario, claro.

 

Círculo vicioso

Haciendo poco esfuerzo, trataré de explicarles en pocas palabras este famoso término:

El director de una escuela llama a su secretaria y le dice:

“Vanessa, mi vida, tengo un seminario en Vallarta por una semana y quiero que me acompañes para que nos masacremos en la playa y en la cama toda esa semana. Haz los preparativos del viaje”.

La secretaria llama al marido:

“Juan, mi vida, voy a viajar a Río con el director de la escuela a un seminario, es por una semana”.

El marido llama a la amante:

“Leonor, mi tesoro: mi mujer va a viajar al exterior por una semana, vamos a pasarla juntitos, mi reina…”.

La amante (que es maestra) llama al niño a quien da clases particulares:

“Carlitos, tengo mucho trabajo la próxima semana. No voy a poder darte clases”.

El niño llama a su abuelo:

“Abu, la próxima semana no tengo clases, mi profesora estará ocupada. Así que por fin vamos a poder ir a pescar juntos”.

El abuelo (que es el director de esta historia) llama a la secretaria:

“Vanessa, ven rápido. Se dañaron todos nuestros planes, mi vida. Suspende el viaje porque voy a pasar la próxima semana con mi nieto que hace un año no veo, por lo que no vamos a participar en el seminario. Cancela el viaje y el hotel, y en dos meses armamos otra luna de miel”.

La secretaria llama al marido:

“Juan, el director se confundió de fecha y acaba de cancelar el viaje”.

El marido a la amante:

“Amorcito, ¡qué embarrada! No podremos pasar la próxima semana juntos, el viaje de mi mujer fue cancelado”.

La amante llama al niño de las clases particulares:

“Carlitos, cambié algunos planes y voy a poder darte clases como siempre”.

El niño llama al abuelo:

“Abu, mi profesora me dijo que tengo clases como siempre; no voy a poder ir a pescar contigo, ¡qué pálida!”.

El abuelo llama a la secretaria:

“Vanessa, mi reina: mi nieto me acaba de decir que no va a poder estar conmigo la próxima semana porque sí tiene clases, así que no compres los pasajes ni la tanga roja para ir a Vallarta”.

Autor: Vago aún confinado.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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