n 2008, Rubí Frayre desapareció. Había pasado los dos últimos años viviendo con Sergio Rafael Barraza Bocanegra, a quien conoció cuando ella apenas tenía 13 años.
Rubí y Sergio tuvieron una niña, sin embargo, el joven le explicó a su madre, Marisela Escobedo, que su hija se había ido con otro hombre. La versión no fue aceptada y la sospecha creció cuando el muchacho se fue sin dar más explicaciones.
Ahí empezó la búsqueda desenfrenada de una madre por dar con el paradero de su hija, trágica cruzada que Carlos Pérez Osorio documentó para Netflix desde la desértica marginación de Ciudad Juárez, donde los restos de la adolescente fueron hallados, desmembrados y quemados en un basurero.
En las postrimerías de las llamadas “muertas de Juárez”, el caso de Rubí resonó por todo el país en la medida que Marisela buscó a Sergio y prácticamente lo puso de cara al nuevo sistema de justicia penal mexicana que iniciaba fallido y así se demostró cuando los jueces terminaron absolviendo al presunto homicida confeso.
Marisela todo lo enfrentó y pagó con su vida el reclamo a viva voz de un gobierno -en ese entonces en manos de César Duarte- que solapa al asesino y trivializa a la víctima, fórmula perfecta para el feminicidio que se reproduce día a día, impunemente, en el país.
Esto es lo que deja el documental que también es narrado por los hijos de Escobedo, quienes desde el funeral de Rubí tuvieron que pedir asilo y refugiarse en El Paso, Texas.
“Si me va a venir a matar, que sea aquí frente al palacio”, llegó a decir Marisela Escobedo. Y justo ahí fue acribillada el 16 de diciembre de 2010, cuando hacía un plantón en Palacio de Gobierno. No fue la única fatalidad en la familia después de la muerte de Rubí. Dos días después de la ejecución de la señora, el cuerpo de un cuñado fue encontrado y su negocio había sido quemado.
Sergio Barraza alias “El Comandante Bambino”, de Los Zetas, falleció dos años después en un enfrentamiento con el Ejército. El destino lo puso en paz, pero los crímenes de las mujeres Escobedo quedaron impunes pese a que José Enrique Jiménez Zavala “El Wicked”, supuesto sicario de la pandilla Los Aztecas, dijo ante las cámaras haber dado muerte a Marisela, solo para posteriormente retractarse.
El hermano de la señora Escobedo, quien atestiguó su crimen, ha sostenido que Jiménez Zavala no fue el responsable. Uno de sus hijos cuenta que pese a que el gobierno mexicano, a través del Consulado, prometió una investigación, a la fecha no ha habido respuesta.
Otro delito sin castigo, pero eso sí, un feminicidio tristemente emblemático de un México que no termina de reconocer esta forma de violencia con su justa dimensión. Tal pareciera que ese es el propósito de este sólido documental que no debe pasarse por alto. ****
Punto final. – Ya viene Disney+ a México.