No existe algo más lastimoso y frustrante que estar enfermo y no ser atendido con lo elemental. A quien sufre algún padecimiento severo le afecta -evidentemente- en primer grado su salud, y por otro lado el aspecto mental.
Algo pasa en este gobierno de la autodenominada cuarta transformación que emprendió una guerra contra todo aquel que padezca cáncer, ya sea niños o adultos. Por meses, principalmente padres de familia han señalado, exigido y exhibido la falta de fármacos para atender a sus hijos que sufren de esta terrible enfermedad.
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Para alzar su voz en ocasiones se han visto obligados a salir y bloquear calles y avenidas; también por medio de entrevistas en medios de comunicación y redes sociales han solicitado una respuesta satisfactoria de la autoridad federal sin éxito. Reuniones van, reuniones vienen (en alguna ocasión los dejaron “plantados”) y el problema está muy lejos de normalizarse.
Sorprende que en un tema tan elemental no existe el interés de encontrar una solución inmediata y permanente. Es la salud de millones de mexicanos la que está en juego; una semana sin tratamiento puede representar un severo retroceso, qué decir de uno o dos meses sin dosis.
Pero lo más incomprensible es la nula empatía con los enfermos y familiares, pues se les trata como “enemigos del sistema” por señalar las carencias y omisiones en la atención efectiva. No dudo que la “4T” los tache de neoliberales y opositores a los “cambios que el país requiere”.
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Uno de los pretextos que ha señalado el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es la corrupción que existía -agregaría que sigue existiendo- en la compra y distribución de todo tipo de medicinas. Su famosa frase “estamos limpiando la casa” es muy válida, pero no a costa de afectar a los pacientes enfermos. La mayoría de mexicanos estamos a favor del combate a la corrupción, el asunto aquí es: ¿no pudieron armar previamente un programa o plan para no afectar a la gente enferma mientras se castiga a los supuestos transas? ¿Por qué utilizar el “machetazo” y cortar parejo, sin analizar previamente quienes son las personas con afectaciones? ¿No pudieron adquirir medicamento con oportunidad antes de tomar acciones perjudiciales? ¿Se necesita ser muy brillante para prever escenarios como los que aquí se plantean?
Desgraciadamente esta triste historia está muy lejos de terminarse. La semana pasada nos enteramos que fueron robados de la empresa que distribuye los fármacos casi 40 mil unidades de medicamentos oncológicos lo que seguramente generará de nuevo cuenta desabasto o atraso en el suministro del producto.
Lo increíble del caso es que fue gracias a denuncias ciudadanas que el tema empezó a surgir. La misma Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) tardó hasta tres días en lanzar una alerta sanitaria. Son 11 tipos de medicamentos los que desaparecieron en extrañas circunstancias. Se habla de un robo, pero brotan infinidad de dudas sobre la forma que se licitó y entregó este medicamento a la empresa encargada de su distribución que llegaría a los hospitales públicos.
En lo personal me gustaría ver el gobierno morenista de López Obrador intentando resolver este tipo de problemas tan sensibles. Ese fue el cambio que prometió en campaña, es decir, nos ofreció que las cosas serían diferentes.
Así, pues, mientras a niños y padres de familia les angustia que persista o se agudice el desabasto generado ahora por este robo, como gobierno se prefiere darle mayor importancia a solicitar al jefe de la Iglesia Católica nos ofrezca una disculpa por la conquista de hace 500 años. Queda claro que en la cuarta transformación hay prioridades.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas y comunicación; socio fundador de la empresa CAUDAE. @CasoAlejandro
