Los organizadores de los Juegos Olímpicos de Tokio han comenzado a idear medidas para poder celebrar el evento en 2021 incluso si la pandemia no remite, a lo que se suman los mensajes de optimismo lanzados por el COI de cara a unos Juegos con o sin coronavirus.
Los anfitriones nipones ya tienen sobre la mesa un protocolo de seguridad sanitaria para la llegada y estancia de los atletas, y han tomado como modelo el retorno de público a los estadios de competiciones nacionales en Japón y otros países para elaborar un sistema que permita que haya espectadores en las pruebas olímpicas.
Tanto los organizadores como el Comité Olímpico Internacional (COI) trabajan así con un solo escenario en mente: el de sacar adelante los Juegos “con o sin coronavirus” y “con o sin vacuna”, según manifestaron recientemente el vicepresidente del citado organismo, John Coates, y su máximo responsable, Thomas Bach.
Las primeras propuestas que han salido a la luz para gestionar la entrada de más de 11 mil atletas a Japón apuntan a un tratamiento especial para los mismos, que les libraría de someterse a los férreos controles fronterizos que aplica Japón desde el inicio de la pandemia.
Los atletas olímpicos estarán exentos de la cuarentena obligatoria de dos semanas que se aplica actualmente a los viajeros procedentes del extranjero, aunque sí tendrán que realizarse test PCR antes de partir de sus países y a su llegada a territorio nipón, según las medidas que ha propuesto el comité organizador.
El objetivo es que los deportistas puedan entrenar o competir en esos catorce días posteriores a su llegada, aunque únicamente se les permitirá desplazarse de la Villa Olímpica a las instalaciones deportivas que les hayan sido asignadas.
En la práctica, esto supondría que los atletas tendrían prohibido tomar el transporte público o moverse libremente por Tokio y otras partes de Japón, aunque está por ver si estas restricciones irán acompañadas de sanciones deportivas en caso de incumplimiento -esto ya dependerá del COI y las federaciones- o quedarán en un “código de conducta” para atletas.
El COI y los anfitriones aún confían en que el reto logístico que supondrían los Juegos durante la pandemia se vea minimizado por la disponibilidad a tiempo de una vacuna, o en su defecto, por otros avances médicos y tecnológicos, como el desarrollo de tratamientos efectivos y pruebas del virus más rápidas y fiables.
“Hay señales muy alentadoras de la comunidad científica y médica sobre la disponibilidad de vacunas aprobadas en los próximos meses, tal vez incluso antes de finales de este año”, dijo Bach en una carta abierta dirigida a la familia olímpica y publicada en la víspera.
El presidente del COI también mostró su esperanza en que las pruebas rápidas y otras herramientas médicas en desarrollo puedan servir “para garantizar un entorno seguro” para las competiciones deportivas, aunque también destacó que ni test ni vacunas son una fórmula mágica para resolver los problemas.
Bach resumió su mensaje afirmando que existen buenas razones para un optimismo cauteloso en el mundo del deporte, y subrayó que en cualquier caso, el retorno de las competiciones en las últimas semanas demuestra que se pueden organizar grandes eventos deportivos de forma segura, incluso sin una vacuna.
Junto a la reanudación de las competiciones en todo el mundo, otro de los principales motivos para la esperanza de cara a las olimpiadas de 2021 es la situación de la pandemia en Japón, que por el momento dan por controlada las autoridades y lo que incluso ha permitido volver a contar con un amplio número de espectadores en las gradas.
Las ligas nacionales de fútbol y béisbol, los dos deportes más populares del país, volvieron a acoger público a comienzos de julio con un límite inicial de 5 mil espectadores en los estadios, y el pasado 19 de septiembre ampliaron ese tope.
Las sedes de eventos deportivos pueden admitir ahora hasta un 50 por ciento de su aforo total, lo que permitió que uno de ellos, el estadio de los DeNa BayStars de Yokohama (sur de Tokio), se convirtiera el pasado fin de semana en el primero en superar una entrada mayor a los 10 mil espectadores desde el inicio de la pandemia.
Todo ello manteniendo medidas preventivas como el uso obligatorio de mascarilla por parte de los aficionados, la toma de su temperatura corporal a la entrada, el distanciamiento interpersonal o la prohibición de gritar, cantar y hablar alto en las gradas.
Los organizadores observan con atención las medidas aplicadas en Japón y en otros países donde también se han vuelto a abrir parcialmente los estadios, y tratarán de aprender de las mismas para abordar la delicada cuestión del acceso de público a las pruebas olímpicas, que se deberá definir hacia finales de año.