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martes, febrero 20, 2024
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Volver a “Ensayo sobre la ceguera”

La obra maestra de José Saramago, “Ensayo sobre la ceguera” (Alfaguara, 1995), es una de las novelas a la que los enclaustrados lectores han recurrido durante la cuarentena por la pandemia de COVID-19.

“Hoy te traemos ‘Ensayo sobre la ceguera’ de José Saramago, una novela de 1995 muy actual y que es top de ventas en Italia”, de acuerdo con Penguin Random House Grupo Editorial que propone no solo la edición impresa a través del sello Alfaguara, sino también el audiolibro y el libro electrónico.


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En “Ensayo sobre la ceguera”, Saramago cuenta la historia de cómo súbitamente algunas personas empiezan a quedarse ciegas y, debido a que inexplicablemente cada vez son más los invidentes, estos son puestos en cuarentena para evitar la propagación de la epidemia de ceguera blanca.

Más allá de las reflexiones, aforismos y otras sentencias en torno a la ceguera, en “Ensayo sobre la ceguera” Saramago lleva al lector hasta el hacinamiento, adonde los invidentes son confinados para evitar que la epidemia se propague; es ahí donde el narrador portugués explora las condiciones humanas extremas de los ciegos al contar cómo tendrán que resolver sus necesidades fisiológicas sin la vista. Basta decir que en la caótica cuarentena sucede de todo y el instinto animal de las personas sale a flote con tal de sobrevivir o por puro placer, aunque la humanidad siempre se asoma.

Ciertamente, la obra impresa no tiene parangón y el audiolibro es una magnífica opción en estos días de encierro involuntario, mientras el coronavirus termina de irse; no obstante, el e-book tiene un plus que los lectores de Saramago no querrán perderse.


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A manera de epílogo (en sí mismo otra obra dentro de una obra), el libro electrónico incluye una recopilación de las confesiones de José Saramago sobre el proceso de gestación de su celebérrima novela, revelaciones por cierto contenidas en “Cuadernos de Lanzarote (1993-1995)” (Alfaguara, 1997), título publicado originalmente un año antes de que ganara el Premio Nobel de Literatura en 1998. Antología que por cierto contiene los tres primeros cuadernos o diarios del añorado autor portugués, de 1993, 1994 y 1995, que en sí mismos son todo un agasajo imperdible.

“Esta mañana, cuando me desperté, me vino la idea del ‘Ensayo sobre la ceguera’ y, durante unos minutos, todo me pareció claro excepto que del tema pueda llegar a salir alguna vez una novela, en el sentido más o menos consensual de la palabra y del objeto. Por ejemplo, ¿cómo meter en el relato personajes que perseveren en el dilatadísimo lapso de tiempo narrativo del que voy a necesitar? ¿Cuántos años serán necesarios para que se encuentren sustituidos por otras, todas las personas vivas en un momento dado? Un siglo, digamos que un poco más, creo que será bastante…”, reveló Saramago el 20 de abril de 1993; más adelante, el 21 de junio del mismo año, resolvió mientras escribía su diario:

“Dificultad resuelta. No es necesario que los personajes del ‘Ensayo sobre la ceguera’ tengan que ir naciendo ciegos, unos tras otros, hasta sustituir por completo a las que tienen vista: pueden cegar en cualquier momento. De esta manera queda recortado el tiempo narrativo”.

Una de las dudas más comunes de los lectores de “Ensayo sobre la ceguera” es sobre cómo se refiere o nombra el narrador a los personajes ciegos (“la chica de las gafas oscuras”, “el niño estrábico”, “el viejo de la venda negra”, “la mujer del médico”, por citar algunos), incógnita que José Saramago reveló el 24 de julio de 1994:

“Una cosa sería hacer una novela sin personajes, otra pensar que es posible hacerla sin gente. Ésa fue mi gran equivocación cuando imaginé el ‘Ensayo sobre la ceguera’. Tan grande fue que me costó meses de desesperante impotencia. Tardé demasiado tiempo en comprender que mis ciegos podían pasar sin nombre, pero no podían vivir sin humanidad. Resultado: Una buena porción de páginas para la basura”.

Y así sucesivamente, en el e-book de “Ensayo sobre la ceguera” el epílogo rescata cronológicamente los secretos que Saramago confiesa en sus diarios sobre la gestación de su obra maestra a la que hay que volver.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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