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viernes, febrero 16, 2024
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Guadalajara

Fernando Arellano Félix nació el 26 de enero de 1966 en la ciudad de Culiacán, Sinaloa. No es tan famoso como sus hermanos. Inclusive hay quienes ni en el mundo lo hacen. Pero a sus 27 años ya era dueño de tres lotes de terreno en la hermosa Guadalajara. Al momento de comprarlos fueron valuados en 354 millones de viejos pesos. 118 por cada uno. Para los meticulosos, se trata de los números 27, 29 y 31 de la manzana 39 en el Fraccionamiento Ladrón de Guevara. Se los compró en mayo de 1991 al señor Enrique Ladrón de Guevara. No tengo datos precisos si la operación se realizó al contado o en facilidades. Fernando también compró el local F-27 del Centro Comercial Plaza de Las Arboledas. Me imagino de su preferencia por Guadalajara y tiene su razón: Allí realizó estudios superiores con su hermano Eduardo. Por eso, pasó en la capital tapatía los mejores años de la juventud.

Pero la infelicidad se le apareció en 1993. Le incautaron sus tan valiosas propiedades. Alguien informó a la Procuraduría General de la República (PGR) o sus agentes se enteraron. Naturalmente fue ligado a sus hermanos Ramón y Benjamín, cabezas del potente Cártel Arellano Félix. Entonces se inició la averiguación previa 04384/DGI/93 por la posible ejecución de delitos contra la salud, acopio de armas, lavado de dinero “y los demás que resulten”. En la misma acta apareció otra confiscación. Una residencia en Tijuana construida en una superficie de 556.20 metros cuadrados. Los documentos de la PGR indican: El señor Gabino López Luna se la vendió en 69 millones 525 mil viejos pesos. Está localizada en la Calle Laredo número 10, lote 2, manzana 3 de la Colonia Cacho, una de las primeras ocupadas por familias pudientes durante los años cuarentas.


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Fernando no se hundió en lamentaciones ni cayó en la resignación. Tampoco actuó atrabancado como sus hermanos utilizando a los sicarios. Simplemente se decidió por el reclamo vía legal. Cuando ya casi no quedaban en la PGR funcionarios que realizaron el decomiso, inició en 1998 la batalla jurídica. Primero promovió un juicio de amparo en el Juzgado Cuarto de Distrito en Materia Penal radicado en Guadalajara. Quedó registrado con la matrícula 546/98. Pero el titular del tribunal se declaró incompetente para tratar el asunto. Entonces fue turnado al Juez Primero de Distrito en Materia Penal. Se abrió el expediente 238/99. Y empezando este año, el 22 de enero, resolvió amparar a Fernando Arellano Félix. La PGR debería regresarle terrenos y local comercial.

Nada más se conoció el veredicto y se apareció el Ministerio Público Federal. Lo rechazó oficialmente y solicitó la revisión. Su reclamo tuvo éxito. El Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer Circuito, sentenció anular todo el procedimiento realizado en el terreno administrativo. Ordena trasladarlo a la escala penal. Por eso regresó al tribunal de origen, el Cuarto de Distrito. Pero nuevamente y como si fuera papa caliente, el titular lo rechazó. Entonces fue encaminado al Juzgado Octavo. Allí se inició el proceso 497/2001, precisamente el reciente viernes cinco de octubre.

Fernando Arellano Félix alegó nuevamente a través de sus abogados la devolución de sus propiedades. Insistió: Las compró con dinero bien habido. Ajeno totalmente a sus hermanos Benjamín y Ramón. Total, el caso ha sido tan ventilado en los últimos tres años como para esperar un fallo inmediato. Pero obviamente no terminará allí. Sea cual venga el resultado, la parte contraria a la sentencia favorable solicitará el recurso de revisión. Entonces se llevará todavía un buen rato.


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Los hermanos Arellano Félix se han distinguido por su preferencia de comprar terrenos, casas, estudiar y residir en Guadalajara. Eduardo es médico cirujano y se graduó en Jalisco, pero hasta donde me han informado, no ejerce. En cambio, Enedina aparentemente sí lo hace como Licenciada en Contaduría Pública. Seguramente por tan mentados apellidos cambió de nombre por el de María Celia Félix Amézquita. Hay antecedentes de haber dirigido “Grupo Constructor del Noroeste”. Se matrimonió con Luis Raúl Toledo Carrejo. Supe que ocuparon una residencia en la calle Senderos de Los Álamos en el Fraccionamiento Puerta de Hierro de Zapopan. Curiosamente existe otro conjunto con el mismo nombre en Tijuana. Fue construido a iniciativa del Ingeniero Jorge Hank Rhon, hijo del profesor Carlos, fallecido recientemente. Incluido Mercedes Benz blanco, convertible y del año, allí tenía una lujosa residencia, como de película, la señora Ivonne Soto. También un esplendoroso gimnasio profesional. La entrada es de ensueño. Tiene en la sala una escalera como las residencias donde se filmó “Lo que el Viento se Llevó”. A Ivonne se le conoce como “La Pantera”. Era compañía de las señoras Félix Arellano, cuando salían de compras. Y a los señores les servía como “lava-dólares”. Fue capturada por el Ejército Mexicano en Tijuana. Desde entonces es huésped de La Palma en Almoloya de Juárez.

Volviendo a Enedina, se divorció de Luis Raúl Toledo Carrejo. No tengo la fecha exacta del rompimiento. Pero sí me informaron que existe orden de aprehensión contra este caballero. Se le achacan delitos contra la salud y acopio de armas. También es sospechoso de participar en el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas y Ocampo. Inexplicablemente su nombre no ha sido muy mentado en las referencias sobre el crimen en el aeropuerto internacional “Miguel Hidalgo” de Guadalajara. Enedina no duró mucho tiempo soltera. Casó con Othón Zazueta Beltrán. Se supone, pero no está confirmado que residen en Guadalajara. Lo cierto es que dos personas con el mismo apellido de este segundo esposo viven, uno, en el Fraccionamiento Royal Country de Zapopan colindando con Puerta de Hierro. Otro, en Lagos del Country, también en Zapopan.

En cambio, Eduardo no ha querido salir de Tijuana. Sin ser molestado en ningún momento, ocupó una residencia nueva en el modesto fraccionamiento Bugambilia, Segunda Sección, Delegación La Mesa. Debió desocuparla cuando explotó accidentalmente el “calentón”. Esposa e hijo resultaron dañados. Pero luego construyó hermoso chalet en una colonia austera. La Buenavista. Se notaba mucho. Dos pisos y estacionamiento subterráneo. Todo mundo se daba cuenta de los lujosos autos que tenía. Seguramente de la misma policía le avisaron y salió con todo y familia a tiempo. Evitó hábilmente la captura. Hasta hoy, las dos residencias están desocupadas. Pero contrario a su hermano Fernando, no ha hecho nada oficial o extraoficialmente para recuperarlas.

 

Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado por última vez en julio de 2016.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Jesús Blancornelas Jesús Blancornelas JesusB 47 jesusblanco@zetatijuana.com
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