Esta es la razón por la cual hay que ver documentales. Qué trabajo tan simplemente excelso de Waad al-Kateab, una recién egresada de la escuela de periodismo de Aleppo, que le deja una especie de carta a su pequeña hija Sama a través de la cámara que la acompaña desde que conoce a Hamza en la universidad, un médico en ciernes que se empeña en defender su clínica en medio de la destrucción sistemática del régimen de Al-Bashir.
Sin adentrarse demasiado en la política, la narración basta para comprender la rebelión de una población civil que comienza luchando por su libertad y pronto termina defendiendo apenas su sobrevivencia mientras su propio gobierno los ataca sin piedad, con el apoyo de la armada de Vladimir Putin.
Pronto, el ánimo del personal médico que Hamza logra organizar sufre el saldo de una guerra civil, los niños que llegan al nosocomio con uno de sus hermanos agonizando después de que un misil destruyó su casa, vecinos ensangrentados, madres que lloran con los cadáveres de sus hijos en brazos, padres que se aferran a negar la muerte de los suyos.
Gente indefensa y un mundo que apenas se vuelve testigo del horror que no remedia. Ese es el contexto en el que la bebé Sama nace y llega a cumplir un año, mientras su madre le construye una brillante crónica para que algún día comprenda de dónde vino.
Y sin querer, al ver este documental, vemos lo que Sama no tardará en entender: escenas estrujantes que una tras otra, durante 90 minutos, conforme la asfixia de una dictadura es más que evidente y se demuestra lo que los maestros del cine -llámense Rossellini, De Sica, Clement, por ejemplo- siempre han sostenido: no hay mejor guion que el que dicta la realidad. Por suerte este título puede verse en Netflix. De verdad, no lo deje pasar, no volverá a ver la vida con los mismos ojos. ****
Punto final.- “Para Sama” compitió para el Óscar 2020, pero le ganó “American Factory”, la historia de cómo durante el gobierno de Barack Obama un empresario chino reabrió una maquiladora de General Motors en Dayton, Ohio tras dejar a los trabajadores en la ruina. El encuentro -o encontronazo- cultural es un deleite. Otra opción en el catálogo de Netflix.