“De México se escribió a acá, que en estas nuevas conversiones se perdía el tiempo y que no se hacía nada, y que no había nada de provecho en ellas”.
-Eusebio Francisco Kino, Favores Celestiales, 1703-1704
La Arquidiócesis de Hermosillo, Sonora, está promoviendo la causa de beatificación de dos personajes: el padre de la Compañía de Jesús, Eusebio Francisco Kino, y del obispo Juan Navarrete y Guerrero.
A uno lo persiguieron los apaches, y a otro los revolucionarios anticlericales. Los dos murieron en la pobreza y con una vida de entrega y sacrificio por su Iglesia y comunidades. Sacerdotes de oración y notables frutos apostólicos.
Eran jefes, pero más bien modelos de vida cristiana; por eso la Iglesia del Noroeste los ha inmortalizado en el boulevard Navarrete de Hermosillo, o en Bahía Kino. En Segno, Trento, el pueblo natal del jesuita Kino, las avenidas principales del “villorrio” son la Vía Arizona y la Vía Sonora. Enmarcadas por el Centro Cultural -museo en honor al “Padre a caballo”- con una monumental estatua del misionero italiano.
En Tijuana, rumbo a San Diego, por el Palacio Municipal, enseguida del Padre Hidalgo, una de las estatuas más grandes en el mundo, en honor al Padre Kino (una glorieta,) y enfrente han convertido los comercios en la Plaza Padre Kino.
Gracias a la solicitud de los obispos del Noroeste (La Paz, Ensenada, Tijuana, Mexicali, Hermosillo, Ciudad Obregón, Tucson y Phoenix), el Papa Francisco, a través de la congregación para las causas de los Santos, podría confirmar la santidad y modelo de vida cristiana del jesuita trentino: reconociéndolo oficialmente como Venerable, un paso hacia la beatificación y canonización. Los restos de Eusebio Francisco Kino se encuentran en el mausoleo de la mágica Magdalena, Sonora.
Más que de “jefes”, la humanidad necesita de modelos. Por eso, personajes como Kino cautivan a miles de personas que se acercan a su vida y su obra. Recientemente, Univisión Arizona, a través de Rubén Perecida y Steven Arón, en agosto de 2009 presentó la serie “Kino: El legado en nuestra tierra”. Y antes de su muerte, el generoso padre Manuel Olimón Nolasco, coordinador de historia de la Universidad Iberoamericana en Santa Fe, Ciudad de México, nos dejó uno de los documentales más admirables y sencillos en Youtube, titulado “Las Misiones de Kino en el Desierto” (2014).
Se rumora que el cineasta y actor Mel Gibson, bajo la dirección espiritual del arzobispo emérito de Hermosillo, don Carlos Quintero Arce (fallecido en 2014), proyectaría una película sobre el misionero Kino. Anteriormente, el legendario Ricardo Montalbán, bajo la tutela de eminentes jesuitas historiadores y antropólogos como el padre Ernest J. Burrus, produjo el largometraje “Misión a la Gloria”, sobre la vida del padre a caballo. Recientemente, en la década de los 90’s, el francés Felipe Cazals filmó para la pantalla grande “La Leyenda del Padre Negro” (1993).
En la década de 1960, uno de los grandes pintores norteamericanos, De Grazia, inmortalizó a Kino y sus misiones; cada año en Magdalena, se dan cita artistitas y personajes de todo el mundo convocados por el legendario modelo de vida cristiana del Padre Kino. Cada mes de mayo, en Magdalena, se lleva a cabo el Festival Cultural Kino, con la participación de artistas italianos, norteamericanos y mexicanos. La edición 2020 se realizó en la tecnología Zoom, desde San José de Imuris, en donde Claudio Chini, de la Asociación Cultural Padre Kino de Trento, anunció que en julio de este año se dará un gran paso en la beatificación del Padre Kino, cuando sea reconocido como Venerable.
Durante muchos años, la Iglesia Católica de Arizona, Sonora y Baja California, han estado promoviendo la obra misional y cultural de este hijo de la Compañía de Jesús, el jesuita italiano Francisco Chini (Kino).
Más allá de la cultura -o la inculturación- lograda por los misioneros jesuitas, franciscanos y dominicos en el periodo misional del Noroeste, lo esencial en cada uno de ellos fue su espiritualidad, su vida de oración; se entregaron en la transformación de comunidades, abandonadas por la corona española, porque no buscaban el oro, sino a Dios, para sus hermanos indígenas. Y lo lograron. La prueba está en la gratitud espontánea y generosa con que son recordados muchos misioneros hasta nuestros días. Porque eran modelos, más que jefes de sus comunidades.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
Correo: saeta87@gmail.com