Pues resulta que ni la curva se aplana, ni hay una fecha segura en la que se acabe la contingencia por la emergencia de salud.
Especialmente en ciudades y estados de la república mexicana que puntean la lista de poblaciones con mayor cantidad de víctimas del coronavirus, causante de la enfermedad COVID-19 y su interminable lista de contagiados, las restricciones a la realización de las actividades sociales y laborales que normalmente se hacían a principios de año no tienen para cuándo cesar.
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El cuestionamiento es grave: O se prioriza la salud, aunque sufra la economía individual y general, o no habrá cupo suficiente en hospitales para atender a todos los enfermos.
Ante ello, la fecha para regresar a la ahora llamada “nueva normalidad”, se ha ido aplazando.
Para algunos, la contingencia ha generado una especie de obligadas vacaciones en casa; pero para muchos otros, el hogar se convirtió en su centro de trabajo, lo que se viene denominando internacionalmente como home office.
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Podríamos decir que trabajar en casa tiene ventajas tanto para el autoempleado como para el empleador y sus trabajadores, a tal grado que hay empresas, como Twitter, que ha anunciado que el home office se queda para siempre. Ahorrará en inmuebles, electricidad, telefonía y otros gastos. Seguramente pagará por resultados y no por todo el tiempo que el empleado estaba en la oficina, incluidos tiempos muertos.
¿Qué es lo bueno de trabajar en casa? Despertarte un poco más tarde, ahorrarte los corajes del tráfico de todos los días, vestirte informalmente, comer cuando te dé apetito, que tu casa sea tu propio gimnasio y cuando sea necesario, salir a hacer trámites… En fin, supuestamente vives de una manera más relajada.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, puesto que no es fácil concentrarse, ya sea por los distractores o hasta por los roces de la convivencia, e incluso resulta que te puedes llegar a sobrecargar de trabajo (y en lugar de que todo suceda con más calma, termines con estrés del descanso).
La solución está en que te organices, para lo cual a continuación sugeriré una serie de pasos para llevar una vida más feliz trabajando en casa y no morir en el intento:
1.- Elige el o los espacios donde trabajarás. Lugares con suficiente iluminación, ventilación, contactos eléctricos e internet. No siempre encontrarás lo ideal. Hay que improvisar, ser creativos y tener imaginación. La cama no es el mejor lugar.
2.- Se vale hacer excepciones con la afeitada o la vestimenta formal, pero una buena presentación levanta la autoestima; especialmente si tendrás que salir o hacer videoconferencias.
3.- Prepara un listado de todo lo que tengas que hacer. ¡Todo!, no solo lo laboral. Enseguida, prioriza lo indispensable, lo que tiene hora o fecha en que tiene que estar terminado o de donde dependen tus ingresos económicos.
4.- Divide el día en horas y la semana en días laborables y de descanso. Ponte metas. Hay que ser eficiente y eficaz. Los resultados son los que cuentan.
5.- Programa descansos breves y para alimentos. No te quedes demasiado tiempo sentado.
6.- No combines descanso o alimentos con trabajo. Necesitas desestresarte.
7.- Si tomas siesta, tómala, pero breve. Una larga será contraproducente.
8.- Programa reuniones virtuales (audio o también video) laborales y sociales. Es importante estar en comunicación con los demás. Las sesiones deben tener tiempo y objetivos determinados.
9.-Si hay sonidos a tu alrededor (familia, vecinos, etc.) aíslate cuando necesites concentración. Necesitarás audífonos y quizá hasta voltear tu escritorio contra la pared.
10.- Finalmente, hay que elegir entre lo que realmente es posible hacer y lo que no. Saturarte no te hace más eficiente. Puede ser lo contrario.
Todo es cuestión de no ser víctima del estrés del descanso.
Alberto Sandoval es comisionado del ITAIPBC y fundador de Alianza Civil, A.C. Correo: AlbertoSandoval@AlianzaCivil.Org Internet: www.AlianzaCivil.Org Facebook: Alberto Sandoval. Twitter: @AlSandoval
