Un borrachito estaba arriba de un poste, en eso llega la Policía y le ordena:
— ¡Bájese de ahí!
“¿Quién es usted?”.
— ¿No se acuerda de mí?
“No, dígame quién es usted”.
— ¿En serio que no se acuerda de mí?
“Ya le dije que no, ¡dígame quién es!”.
— ¡Soy el mismo que estaba en el poste!
Autor: Un ebrio.
Mal cuento
— Cariño, tranquila, solo llamo para avisarte que estoy con tu madre. En dos horas llegaré a la casa.
“¡Vente en este mismo instante, o cambio la cerradura y de veras que no vuelves a entrar más a esta casa!”.
— Cálmate amor, ¿qué te pasa? ¿Estás con los niños?
“No, ¡estoy con mi madre, que vino de visita hace rato!”.
Autora: La suegra.
A sus órdenes
— Ayer llegó mi esposo de trabajar y en cuanto lo vi le dije: ¡Ponte a barrer y a trapear!… Y el muy caramba me responde con un tajante ¡no!
“¿Y qué le contestaste comadre?”.
— Pues le pregunté por qué no.
“¿Y luego qué te dijo?”.
— Que apenas iba a empezar a lavar y secar los platos.
Autora: Soltera de nuevo.
Hace tiempo
— Caray, Rodrigo, hace tiempo que no me buscas.
“¡Es que también hace tiempo que ya no te escondes!”.
Autor: Un adulto mayor.
El loco que se creía moto
Un loco con complejo de moto se la pasa todo el santo día haciendo ¡run, ruuun! ¡Ruuuuuuuuun!
En eso otro loco le dice:
— ¿Quieres dejar de hacer eso, de una buena vez?
“¿Te molesta el ruido?”.
— No, pero el humo sí.
Autor: El otro loco.
Recibo de luz
— Amor, ¿ya pagaste el recibo de la luz?
“Para qué queremos luz, si con tus ojos luminosos me basta, mujer hermosa de mi vida y de mi corazón”.
— Te gastaste el dinero en cerveza, ¿verdad, zonzo?
Autor: Soltero, otra vez.
El animal más viejo
— ¿Cuál es el animal más viejo del mundo?
“El oso panda”.
— ¿Por qué lo dices?
“Porque está en blanco y negro”.
Autor: Estudiante de Veterinaria.
Método
— A veces me miro en el espejo y me digo a mí misma: ¡ya deja de comer, María!
“¿Y te funciona ese método?”.
— No, porque no hago caso, yo no me llamo María.
Autora: Una lectora curvilínea, digamos.
El pescador
— Querido, tú vas a pescar todos los fines de semana, ¿verdad?
“Claro, amor, como siempre lo he hecho”.
— ¡Pues llamó tu pescado y dijo que vas a ser papá!
Autor: Anónimo de una pescadería.
10 hijos
— ¿Cuántos hijos tiene, señora?
“Diez”.
— ¿Todos son varones?
“Así es”.
— ¿Y cómo se llaman?
“José”.
— ¿Todos?
“Así es”.
— ¿Y cómo los identifica?
“Por el apellido”.
Autora: Una mujer honesta.
Inditas en el cotorreo
— ¿Es cierto que ti casas?
“Sí, mi caso”.
— ¿Y con quién ti casas?
“Con el Jelipe”.
— Qué bien, ¿y dóndi van’ir de luna di miel?
“Que al manicomio”.
— ¿Y por qué al manicomio?
“Pues ni sé, nada más mi dijo que si va a poner como loco. Por eso digo que vamos’ir pa’allá”.
Autor: Mejor así lo mejamos.
Chisme
— ¿Sabes de lo que me acabo de enterar?
“No. A ver, cuenta, cuenta…”.
— Pues nada, que la Sofía tuvo un hijo albino.
“No me extraña, ¡con lo borracha que es!”.
Autora: Una lectora discreta.
Resultados
— ¿Cómo que voy a ser abuela?
“Mamá, tú me dijiste que querías resultados positivos”.
— En tus calificaciones, ¡hija de la Chilindrina!
Autora: Futura madre soltera y reprobada.
Berrinchudo
Al ver un vehículo circular a muy baja velocidad por una carretera de Utah, Estados Unidos, un agente de tránsito lo detuvo solo para encontrar al volante a ¡EN ZERIO! un niño de apenas 5 años.
El policía preguntó al pequeño su edad y, tras confirmarla, sumamente sorprendido procedió a averiguar cómo aprendió a manejar, además de tomar otros datos.
La explicación del chico fue lo mejor de esta historia: le dijo al oficial que había decidido irse de casa en el auto de la familia tras un tremendo pleito con su mamá, quien le advirtió, no le compraría un Lamborghini. Entonces, el menor decidió llevarse el carro y agarrar carretera rumbo a California, donde, de seguro, podría comprarse su capricho. Lo único malo es que apenas tenía 3 dólares en la cartera.