Todas las mañanas, desde que se declaró la primera fase de la pandemia en Baja California, el secretario de Salud del Estado, Dr. Alonso Pérez Rico, presenta su reporte diciendo “vamos a ir de lo general a lo muy particular”. Ese será el camino -nada original como ya dije- que intentaré recorrer en los siguientes renglones para hablar de esta enfermedad, el Covid-19, y sus efectos.
Este 29 de abril, los casos reportados en el mundo llegan a 3, 222,315, mientras que en México se han reconocido por las autoridades 17,799; en Baja California se reconocen 1,345, y en Tijuana 737. Con estos datos, México se ubica en el vigésimo tercer lugar en el mundo por casos totales, mientras que nuestra entidad se coloca en el tercer lugar nacional. En estos primeros datos destacan ya dos cuestiones.
La primera es que el número de contagios reconocidos en México está por debajo de la realidad: según las autoridades sanitarias debe multiplicarse por 8.3, con lo que los contagios serían 147,731; de esta manera, nuestro país estaría al menos en el sexto lugar de contagios mundiales.
Lo cual se explica porque nuestro país es el miembro de la OCDE que ha aplicado menos número de pruebas de COVID, mientras que en el planeta México ocupa el deshonroso lugar 140, de acuerdo con el número pruebas aplicadas por cada millón de habitantes (apenas 635). Pretender atacar o resolver un problema sin conocerlo ni tenerlo bien dimensionado es -como cualquiera lo sabe- un verdadero despropósito, por decir lo menos.
Pero partiendo de esos datos que presume el Presidente, que nos colocan como el país más exitoso en el combate a la pandemia, resulta que estamos en el décimo quinto lugar, por el número de muertos reconocidos a causa del coronavirus; dato que empeora cuando relacionamos el número de fallecidos con los casos registrados: la letalidad en México está por arriba del promedio mundial (casi al triple de Ecuador, que hasta hace apenas una semanas era noticia que escandalizaba en los noticiarios nacionales por la mortandad en ciudades como Guayaquil).
A la fecha, han muerto por COVID en México el doble que en Ecuador, aunque este país reporta 7 mil casos más que el nuestro. No es casual que un enfermo por el SARS-CoV-2 tenga 10 veces más probabilidades de morir en México que en Rusia; solo mencionaré dos factores:
1.-La sana alimentación del vigoroso pueblo ruso, que no presenta ni el raquitismo ni los índices de obesidad causados por la dieta de los pobres, abundante en carbohidratos, que abundan en nuestras tierras, con las consecuentes diabetes e hipertensión que provocan.
2.- Por el contrario, el sistema de salud público está en el abandono, situación que empeoró con la llegada del gobierno de la 4T; el de Rusia lo supera en todos los renglones, por ejemplo, el número de camas por cada mil habitantes (1.5 en México y 8.2 en Rusia).
Con una población mal alimentada, con malos servicios públicos y con un sistema de salud en crisis, “las perspectivas para México son particularmente peligrosas. México, el último de los vecinos de América del Norte afectado por la pandemia, enfrenta un desafío adicional debido a la disponibilidad limitada de recursos”.
“Poco a poco, el gobierno parece estar despertando a la gravedad de la crisis, pero existen temores generalizados de que el sistema se verá rebasado por la crisis que se avecina, con medicamentos escasos y recortes presupuestarios que ya afectaban la de atención médica, incluso antes del brote”, explica un estudio del Centro Woodrow Wilson y académicos mexicanos, titulado “Más allá de las pandemias: potencial de cooperación en salud entre Estados Unidos y México en el Sistema Público”.
La segunda consideración que quiero hacer, llegando “a lo muy particular”, como dice el secretario de Salud bajacaliforniano, es la siguiente: nuestra entidad, como ya quedó dicho, se ubica en las estadísticas oficiales solo por abajo de la Ciudad de México y el Estado de México en número de contagios; pero se ubica en el segundo por el registro de fallecimientos (215). Tijuana aparece como el municipio con más casos acumulados (856) … ¿Pero cuántos no están registrados?
Solo en una colonia de la zona este del municipio bajacaliforniano más poblado, tengo conocimiento de 24 casos “sospechosos” -dos de ellos fallecieron en la Clínica 1 y otro más en la 20-, pero en su certificado de defunción solo se consignó neumonía como causa del deceso, pues nunca se les practicaron las pruebas necesarias; o si se las hicieron, no se les informó a los familiares del resultado. Los otros 21 han llegado a centros de atención, como el improvisado en la Plaza Río de Tijuana, únicamente para que les dijeran “sí, tiene usted todos los síntomas, vaya a su casa y aíslese”. Algunos, en situación crítica, solicitaron el traslado en ambulancias, pero los socorristas les negaron el servicio, teniendo que permanecer toda la noche afuera de la clínica 1 para que les pudieran dar ingreso.
El Movimiento Antorchista Nacional lleva más de cuatro décadas y media exigiendo que disminuya el abismo entre ricos y pobres, que se mejoren los salarios, que se reoriente el gasto del gobierno hacia el pueblo trabajador para garantizarle servicios de calidad, incluyendo entre estos la salud y la educación. Que para ello se fortalezca la recaudación gubernamental, apoyándose en los que más se benefician de la explotación de los recursos humanos y naturales; la crisis actual, social, económica y sanitaria, demuestra lo correcto de este planteamiento.
Hoy se hace indispensable luchar por algo todavía más básico, un programa alimentario de apoyo a los más afectados económicamente por la pandemia, so pena de generar desesperación y violencia entre la masa hambrienta. Seguiremos insistiendo, aunque -a la vieja usanza- el gobierno de AMLO ni nos vea ni nos oiga.
Ignacio Acosta Montes
Dirigente de Antorcha en el Noroeste del país.