De Trez en Trez
Uno.- Ojalá la “nueva normalidad” a la que nos está empujando el Gobierno Federal, en pleno repunte de contagios y aumento de fallecidos por COVID-19, traiga aparejada no solo el uso de cubre bocas, la aplicación de gel antibacterial, el estornudo de etiqueta y el lavado de manos entre la población, sino también -por parte de los gobernantes- una mejor selección en cuanto a las personas para ocupar puestos claves en el sector salud.
Porque la salud de los habitantes de un país es un asunto sumamente importante que no debe ser tratado a la ligera; estamos padeciendo ahora lo que se dejó de hacer desde hace muchos años en el rubro de la salud, por los desvíos de recursos, los engaños y la simulación.
Y esto no es porque ante la pandemia que padecemos estén haciendo mal su trabajo; al contrario, hay que felicitarlos y reconocer sus esfuerzos porque hacen lo que pueden con lo que tienen (y aquí me refiero tanto a recursos humanos como a materiales).
Reitero, pues, el aplauso para todo el personal sanitario que, aun corriendo riesgos, están dando la batalla en las clínicas y hospitales, mientras algunos de sus jefes se esconden, o se acercan a los reflectores y hablan de más, pero sin arriesgar el pellejo.
Sería muy benéfico aprovechar las enseñanzas de esta pandemia que se vive, para sacar algún provecho, para marcar un antes y un después del coronavirus para el sector salud: dotándolo de mejores insumos; procurando la existencia de medicamentos; contratando el personal necesario con salarios dignos y justos; mejorando las instalaciones, el equipamiento; y mediante alguna evaluación, seleccionar -que no designar- a los titulares de puestos claves en el sector salud a nivel federal y estatal.
Doz.- Conocida es la insana costumbre de gobernantes de otorgar nombramientos federales o estatales a los amigos, al compadre, al ahijado, al recomendado, al simpatizante partidista; también lo hacen por nepotismo o para pagar todo tipo de favores. Una práctica que pondera la cercanía con el gobernante por encima de la capacidad, de la experiencia y de los conocimientos, dando por lo general, malos resultados para los gobernados.
Ejemplos de lo mencionado hemos tenido hartos a lo largo de la historia política del país, en los tres niveles de gobierno; así hemos padecido desde secretarios de Estado, gobernadores, diputados, senadores y munícipes hasta directores y jefes de departamento de tal o cual dependencia, con más suerte y relaciones que perfil idóneo para el cargo.
Son, en todo caso, funcionarios que no dan el ancho en el puesto que ocupan; el ámbito de la salud no ha sido ajeno a esta práctica que coloca muchas veces a personas que, en el mejor de los casos, aun teniendo toda la disposición y las ganas de trabajar, les falta preparación, experiencia, destrezas, capacidades y demostrar resultados en otras asignaciones.
Trez.- Hasta el martes por la tarde, nuestro país se acercaba -según cifras oficiales- a los 52 mil casos confirmados de COVID-19, y a los 5 mil 500 fallecidos. Aquí en Baja California, la situación no pinta mejor; la entidad se coloca en el tercer lugar a nivel nacional de confirmados y fallecidos: más de 3 mil y más de 500, respectivamente. Para hoy viernes, esas cifras habrán aumentado.
Mucho influye para estos resultados la gran movilidad que a pesar de la pandemia se sigue presentando en la población de BC, principalmente en Tijuana, Mexicali y Ensenada, y al cruce continuo de personas de Tijuana a Estados Unidos (y a su regreso posterior a esta frontera). Y cómo negarlo, a la irresponsabilidad de quienes, como si nada, andan de aquí para allá por las calles, sin tomar conciencia de la peligrosidad del virus.
También se debe a decisiones equivocadas que se han tomado en los hospitales generales de las tres ciudades más grandes de la entidad, en cuanto al manejo de la crisis en general y de los recursos humanos y materiales en particular; aunque es comprensible por tratarse de algo casi inédito, insisto, para ser director de un hospital, jefe jurisdiccional o el mismo secretario de salud hace falta preparación académica, conocimientos, experiencia administrativa… no solo médica. Porque se puede ser uno de los mejores doctores, pero carecer de conocimientos para administrar en forma integral las instituciones de salud. Habrá que buscar el mecanismo que así lo garantice.
Hoy, en pleno pico de la pandemia y casi frente a la “nueva normalidad”, es un buen tiempo para empezar a pensar en que, pasado o aminorado el problema de salud por el que atravesamos, se debe hacer en el sector salud un cambio para bien. Pero no solo con promesas y discursos, no con cifras triunfalistas e inauguraciones engañosas, sino un cambio que sea de verdad; porque la salud de la población está y seguirá estando en juego.
P.D.- Dado el recorte en el mandato a dos años del gobernador Bonilla, quien venga después habrá de considerar dejar en su cargo al actual titular de la Secretaría de Salud; de lo contrario, se partirá prácticamente de cero.
P.D.2.- Seguimos teniendo autoridades sin autoridad. También comerciantes abusivos que encarecen los precios de sus productos, y quienes aprovechan la ocasión y hacen negocio con la pandemia ofreciendo artículos “propios de temporada” a precios exagerados.
Adendum.- “…de los dos que le quedaban, ya nomás le quedan… meses.” Júrelo usted, intentará moverse para seguir presente. Muchos se empiezan a relamer los bigotes, cartuchos quemados, muy quemados algunos.
Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana. Correo: profeohe@hotmail.com