Desde siempre se han llegado a dar situaciones donde falta información adecuada, y en consecuencia se han producido confusiones.
El fenómeno se puede presentar en el ámbito personal, familiar, escolar, laboral, oficial, en medios de comunicación o en cualquier otro plano.
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Pero si de por sí ya se había dado el caso de que se nos malinformara (o se nos desinformara), con la aparición de las redes sociales, el flujo de noticias falsas -conocidas como fake news– se multiplicó, a tal grado que, en la actualidad, nos resulta sumamente difícil creer lo que a través de Internet vemos, leemos o escuchamos.
Eso sin entrar en esta ocasión, en lo que incluso se trata de una serie de delitos cibernéticos.
Por todo lo anterior, tanto algunos ciudadanos como organismos de la sociedad civil e instituciones gubernamentales, han hecho esfuerzos por producir y dar a conocer posicionamientos que orienten en el sentido de la verdad de las cosas.
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En particular, en los tiempos recientes los temas en los cuales se requiere información de calidad y cantidad suficientes, entre otros, son obviamente los relacionados con el coronavirus; principalmente acerca de las medidas para preservar la salud y la economía.
En cuanto a la salud, si bien todo se ha orientado a buscar evitar la transmisión del virus (tristemente célebre), sería muy conveniente que a la par también se proporcionara información de la salud en general, sobre todo hábitos de alimentación, previsión y activación física. La preocupación por la enfermedad es una oportunidad muy buena para brindar orientación para estar y permanecer sanos.
En paralelo, sería muy útil que en la sociedad existiera una organización que entre sus objetivos tuviera contar con una especie de radar que captara las informaciones falsas, y que a la vez que las desmintiera, brindara la información correcta.
Por su parte, la otra gran preocupación es el tema de la economía mundial, regional y personal.
A nivel global, nadie sabe realmente cómo quedará el mundo tras el actual impacto del coronavirus. En el ámbito nacional y local, aún hay incertidumbre ante las medidas tomadas por los tres niveles de gobierno, puesto que se han orientado principalmente a buscar solidaridad de los patrones para que no despidan y paguen lo mejor posible a los empleados ausentes; pero se han quedado desprotegidos los que viven prácticamente al día: dependiendo de un ingreso generado por ellos mismos, existiendo simultáneamente honda preocupación de los pequeños y medianos empresarios, que no cuentan con recursos económicos para soportar largos periodos sin ganancias, especialmente porque hay gastos directos e impuestos que no se detienen.
En el aire también está la legalidad y alcance de las medidas oficiales, por lo que reiteramos la importancia de que fluya información que no deje dudas sin respuesta.
Para muestra basta un botón, si por ejemplo nos refiriéramos al salario de los trabajadores, donde por una parte un funcionario dice que los patrones están obligados a sostener el pago completo del sueldo del empleado ausente, con motivo de la emergencia de salud, mientras que si se revisa la ley, la misma habla en esos casos de pago de un salario mínimo en lo que dure la contingencia; lo cual se ampara legalmente solo hasta por un mes, no existiendo en la legislación ni en programas oficiales un pago seguro por no tener empleo, como sucede en otros países.
En México ya vivimos el drama de la influenza, identificada por la denominación H1N1. A estas alturas ya deberíamos estar preparados para lo que estamos sufriendo actualmente; pero como no es así, tendremos que aprender sobre la marcha.
Es imprescindible contar con fuentes informativas confiables y que, en su caso, desmientan las noticias falsas.
Todo es cuestión de evitar la desinformación.
Alberto Sandoval es comisionado del ITAIPBC y fundador de Alianza Civil, A.C. Correo: AlbertoSandoval@AlianzaCivil.Org Internet: www.AlianzaCivil.Org Facebook: Alberto Sandoval. Twitter: @AlSandoval
