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jueves, octubre 3, 2024
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La insensibilidad del Presidente

Creo que nadie habría pensado que el principal opositor de los últimos 12 años a los gobiernos de la República, que se destacó por señalar la corrupción, la impunidad, la falta de justicia, la insensibilidad de los gobernantes en turno, se fuera a decantar por el materialismo una vez llegado a la Presidencia de la República, y abandonara parte de la sensibilidad social que le caracterizó.

Hoy día, al Presidente Andrés Manuel López Obrador se le ve más cómodo, más pleno, departiendo y cenando con empresarios adinerados del país para pedirles 2 mil millones de pesos para cumplir con la meta de su caprichosa rifa del avión presidencial (no se rifa el avión presidencial), como incómodo se le aprecia con los ciudadanos que protestan por la inseguridad en México, con los cuáles se niega a, ya no digamos sentarse y departir, sino escucharlos y atenderlos, se trate de la familia LeBarón con Javier Sicilia, o de las mujeres que protestan por los feminicidios a nivel nacional.

Efectivamente, López Obrador se ha alejado de las luchas ciudadanas que en el pasado no solo acompañó, sino que él mismo encabezó a partir de plantones para cambiar el peso de la balanza de la justicia a favor de las víctimas y los reprimidos.

La ligereza con que ha abordado el tema de los feminicidios refleja un alejamiento del Presidente sobre la realidad de México. Le ubica sumido en la burbuja presidencial en la que se refugiaron sus antecesores, para únicamente resaltar su propio contexto, en este caso porque siempre el tema se reduce a que él tiene otros datos, o a complots de grupos de poder, y muy seguido, a la manipulación de la prensa sobre el sentir ciudadano.

Ponderar una rifa para ofrecer dinero a veinte ganadores y pasar la charola a cien empresarios en un afán por conseguir 2 mil millones de pesos para compra de equipo médico, por encima de un tema tan delicado y grave como los asesinatos de niñas y mujeres, es el ejemplo de la indolencia presidencial, de ese cambio en las prioridades de su agenda personal.

Para el Ejecutivo federal, resulta más importante cuidar el edificio de Palacio Nacional, al grado de solicitar a mujeres manifestantes, no pintar paredes ni puertas, que la tranquilidad amenazada de ese sector de la sociedad. La inseguridad e impunidad en que viven miles de familias que perdieron a los suyos entre los más de 34 mil asesinatos que se contabilizaron en el primer año de gobierno de Movimiento Regeneración Nacional en México.

AMLO sigue justificando su falta de estrategia para combatir la inseguridad, investigar a los criminales y llevarlos ante la justicia, con que ello es la herencia de gobiernos neoliberales, cuando él mismo prometió que en seis meses -a partir de su toma de posesión- habría resultados positivos en materia de seguridad.

De los feminicidios, tan en aumento en estos días, de acuerdo a la especialista Raquel Ramírez, de 9 a 10 mujeres y niñas son asesinadas al día en uno de los países con mayor número de homicidios en el mundo… pero el mandatario  insiste en que la gente está contenta, como lo hizo hace unos días al declarar la siguiente frase en una de sus conferencias mañaneras:

“El planteamiento de que no nos ocupamos del feminicidio pegaría mucho, pero si todos los días estamos atendiendo el problema, y lo puedo probar, qué problema de conciencia puedo tener. Qué es lo que sucede: que como hay una molestia, no es que haya malestar social, la gente está contenta, el malestar es de los grupos de poder, son los intereses creados que se resisten a los cambios”.

Insistió que el tema, exacerbado a raíz del asesinato de la niña Fátima y el feminicidio de Ingrid Escamilla, una mujer que fue torturada, asesinada y desmembrada por su pareja, está siendo manipulado en su contra, una vez más refirió a medios de comunicación que lo hacen por estar en su contra.

“Lo del feminicidio ya está muy claro, se ha manipulado mucho sobre este asunto, en los medios, no en todos, desde luego, los que no nos ven con buenos ojos, aprovechan cualquier circunstancia para generar campañas de difamación, así de claro, de distorsión, información falsa, este es el caso. Nosotros a vamos a proteger a las víctimas y de manera especial a la población vulnerable, a niños, a mujeres, a adultos; porque este es un gobierno que procura la justicia, que no vamos a hacer nunca nada en contra de los derechos de los mexicanos, nunca. El asunto es qué hay no un mal humor social como había antes, ahora hay un buen humor social; donde están encorajados es en los grupos de poder que se sentían los dueños de México y tienen mucha influencia en medios de comunicación”, acusó.

Fue así como llegó a la indolencia de solicitar a las miles de mujeres que salieron a manifestarse porque las están matando, que “con todo respeto, no nos pinten las puertas, las paredes, estamos trabajando para que no haya feminicidios, no somos simuladores y no esperen que nosotros actuemos como represores; que no nos confundan”.

Visiblemente molesto, el Presidente respondió ante la petición de un posicionamiento directo sobre los feminicidios, con un decálogo que se sacó de la manga y no incluye una sola acción firme en la estrategia de seguridad, sino que fue un listado de buenas intenciones y buenos deseos: que está en contra de la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, que se debe proteger la vida de mujeres y hombres, que es una cobardía agredir a las mujeres, un acto de brutalidad el machismo, que se tiene que respetar a la mujer, no agresiones a mujeres, no crímenes de odio contra mujeres, castigo a responsables de violencia contra las mujeres. Que el gobierno se encargará siempre de garantizar la seguridad de las mujeres, la paz y la tranquilidad en México.

El 18 de febrero, Andrés Manuel López Obrador llegó a exceso de utilizar la fuerza pública del Gobierno de Ciudad de México para rodear el Palacio Nacional e impedir, efectivamente, que no se pintaran las paredes del edificio, como si salvaguardar una instalación oficial fuese más importante que poner a salvo la vida de miles con una estrategia clara, firme y determinante por parte de su secretario de Seguridad Pública, por ejemplo.

Hasta la fecha, López Obrador no ha dado una sola orden, por lo menos no de manera pública, y es evidente por la falta de resultados que si lo ha hecho, no ha funcionado, de establecer un operativo para prevenir el feminicidio, más allá de sus deseos. La violencia no terminará por decreto. Hacer efectivo el Estado de Derecho donde se localiza a las víctimas antes de su muerte, se detiene a los responsables y se les lleva ante la justicia, sería mejor que escuchar al mandatario nacional predicar sobre la felicidad de sus gobernados, esa que solo él observa seguramente entre los más de 29 millones de ciudadanos beneficiarios de sus programas de asistencia económica.

Las mujeres con sus marchas y posicionamientos a raíz de los crímenes que han sucedido en ese sector, se han convertido en el foco central de la manifestación en México, fenómeno que ha alcanzado los titulares nacionales e internacionales de noticias, y ha convertido a las féminas en el primer contrapeso social de un Presidente insensible.

La inconformidad ha llegado a sus “benditas redes sociales”, donde de acuerdo al portal de Forbes, 8 de 10 usuarios no está de acuerdo con el manejo que AMLO hace en el caso de los feminicidios. Un análisis posterior al asesinato de Ingrid y de la niña Fátima, demostró de acuerdo a la empresa de mediciones digitales Metrics que 78% de los usuarios tuvieron una actitud negativa con relación a la forma de enfrentar el problema por parte del Gobierno de México.

Una muestra de que la insensibilidad del Presidente con las mujeres, está contribuyendo a que su administración se precie como indolente y falto de una estrategia en materia de seguridad, tal como sucedió en los dos últimos sexenios. Sin cambios, pues.

 

 

 

 

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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