El joven estudiante de Enfermería de la Universidad Autónoma de Baja California, de 23 años, encontró un lamentable final cuando intentó comprar un teléfono celular. Aquel sábado 18 de enero quedó de verse con un individuo de mayor edad llamado Juan Carlos Valdez Estrada, en su vivienda localizada en el fraccionamiento Real del Castillo al Oriente de Mexicali. Después acudiría a un bar para festejar su cumpleaños; no se supo nada de él hasta el 31 de enero, cuando su cuerpo fue localizado envuelto en cobijas y un tapete; una herida a la altura del cuello terminó con su existencia
Ulises Daniel Yee Pérez, de 23 años de edad, no la debía ni la temía. Estudiante de quinto semestre de la carrera de Enfermería, los fines de semana trabajaba en el restaurante Dos Panes, ubicado en el fraccionamiento Maestros Estatales. El 18 de enero, salió de su casa para verse con una persona a la que supuestamente le compraría un teléfono celular.
A diferencia de la mayoría de los homicidios, en los que las autoridades demeritan las consecuencias argumentando pugnas entre la delincuencia organizada, la muerte de Ulises Daniel está totalmente alejada de este escenario; era un joven bueno, divertido y trabajador, describen varias personas que sostuvieron contacto con él.
La tarde del sábado 18 de enero, partió de su hogar en Avenida Chapultepec número 773 de la colonia Hidalgo. Recorrió 5.3 kilómetros hasta llegar a la casa número 1756 de Avenida Real del Oro, Fraccionamiento Real del Castillo, una comunidad conformada por un pequeño puñado de casas, detrás de la concurrida Plaza Carranza, al Oriente de la Ciudad.
Ese fue el último sitio donde se pudo rastrear al estudiante universitario, y todo parece indicar que es el lugar donde perdió la vida, pues el 30 de enero, la Policía Ministerial del Estado cateó la casa y localizó su cadáver envuelto en cobijas y un tapete.
El martes 4 de febrero, en la conferencia de prensa mensual realizada en Tijuana, el fiscal central Hiram Sánchez Zamora dio a conocer que ya cuentan con personas identificadas como probables responsables del crimen, pero reservó toda información al respecto, incluso la cantidad de involucrados.
Destacó que la investigación y el apoyo de la familia sirvieron para ubicar el último lugar donde pudo estar el joven con vida, por lo que se enfocaron en recabar todo indicio y evidencia necesaria para lograr una orden de cateo.
Lo que no dijo es que en la casa residía un individuo plenamente identificado por las autoridades como Juan Carlos Valdez Estrada, empleado de un negocio del giro automotriz, cuyo paradero permanece como indeterminado.
EL ÚLTIMO LUGAR
La casa de interés social marcada con el número 1756 de Avenida Real del Oro en el fraccionamiento Real del Castillo, tiene como propietarios a Jesús Ismael Valdez Félix y Cruz Angélica Estrada Limón, padres de Juan Carlos Valdez Estrada, -inocente hasta que se demuestre lo contrario-, principal sospechoso del homicidio del joven Ulises Daniel Yee Pérez. También en las oficinas de Catastro coinciden los nombres arriba referidos.
Estos datos pudieron extraerse partiendo de la información contenida en recibos de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Mexicali (CESPM) encontrados en la vivienda, y en el Registro Público de la Propiedad y el Comercio (RPPC) de Baja California.
En la vivienda también se localizó un talón de cheque a nombre de Juan Carlos Valdez Estrada, emitido por la empresa Precisión Mecánica Automotriz, SA de CV, con domicilio en Bulevar Lázaro Cárdenas número 1598 del ex Ejido Zacatecas, donde se ubica la “zona automotriz” de concesionarios Jeep, FIAT, Dodge, Chrysler, entre otras marcas.
El 18 de enero, Yee Pérez acudió al inmueble de color blanco con puerta negra, que comparte patio trasero con la vivienda contigua, para contactarse con Juan Carlos, a quien aparentemente conoció en la red social Facebook para comprarle un equipo móvil por medio de grupos de venta. Después de esa cita, nadie volvió a ver a Daniel.
Su familia logró rastrear -gracias a la conexión de sus redes sociales- el último sitio donde estuvo con vida. El hermano del joven logró ingresar a sus cuentas personales y obtener razón de él, definiendo así el sitio donde se conectó por última vez.
Días después, familiares y amigos acudieron a la casa de Juan Carlos y conversaron con el hoy sospechoso, según narraron vecinos del fraccionamiento Real del Castillo, con quienes también platicaron en busca de respuestas. Sin embargo, nadie le daba razón de su paradero.
Como prueba de su estadía, familiares pegaron letreros con la imagen y características del joven desaparecido en dicha comunidad y sus alrededores; dos de ellos en un parque público ubicado frente a la propiedad donde sería encontrado muerto.
La noche del jueves 30 de enero, policías ministeriales especializados en la búsqueda de personas obtuvieron suficientes datos de prueba para solicitar orden de cateo y “reventar” la casa.
El recibimiento fue definitivo, pues un penetrante olor fétido confirmó las sospechas: Ulises Daniel Yee había fallecido y su cuerpo se encontraba al interior, por lo que se distribuyeron por la pequeña casa hasta encontrar un bulto envuelto con cobijas y un tapete.
Ahí yacía el cadáver del estudiante, identificado -informó el director del Servicio Médico Forense, César Raúl González Vaca- por una verruga entre el labio superior y la nariz, además de la vestimenta que constaba de pants color negro, calzado Nike de la misma tonalidad y un suéter gris.
Los trabajos se prolongaron hasta la madrugada del viernes 31, cuando la Fiscalía recuperó toda evidencia necesaria para armar el caso.
Dentro de la vivienda pudieron observarse fotografías familiares del residente y de sus finados padres, también imágenes con una mujer y dos pequeños, sillas para niños, juguetes, entre otros objetos que sugieren la presencia de por lo menos un infante.
Desde el exterior de la vivienda todavía logra observarse un tapete que -según vecinos- tuvo contacto con el joven fallecido; también diversos limpiadores desde la parte delantera y trasera de la casa.
204 muertos en Tijuana en 2020
Aproximadamente a las 5:20 pm del domingo 2 de febrero, al restaurante Negro Durazo, localizado en Bulevar Sánchez Taboada en Zona Río Tijuana, ingresó un sicario solitario que disparó a quemarropa contra un hombre, quien se encontraba rodeado de su familia.
El ataque causó pánico entre los comensales, desalojando el sitio de inmediato.
Tendido en el piso quedó el cuerpo sin vida del identificado como José Garnica Partida, alias Héctor Francisco Vega Solaiza y/o León Gabriel Vega Solaiza, de 37 años de edad. Presentaba heridas en cabeza, brazo derecho y espalda.
También resultó herida en el pie derecho una mujer de 39 años que se identificó como pareja sentimental de Garnica Partida. Estaban acompañados de otra dama y un menor, ambos salieron ilesos de la agresión.
En la escena del crimen se localizaros ocho casquillos calibre 40 milímetros y, a unas cuadras del restaurante, sobre Avenida Sirak Baloyán de Zona Centro, se ubicó un vehículo Ford Focus 2005 sin reporte de robo, al parecer utilizado por los presuntos responsables.
Datos obtenidos por ZETA refieren que José Garnica Partida contaba con averiguaciones previas por narcomenudeo, robo de vehículo, robo con violencia, delito del orden federal y allanamiento de morada. Mientras que su pareja tiene averiguaciones previas por homicidio calificado, en calidad de testigo y robo simple (ofendido).
El mismo domingo 2, en el interior de una hielera envuelta en una bolsa de plástico se encontró la cabeza cercenada de un hombre, con un narcomensaje. El macabro hallazgo ocurrió en Calle Manuel Félix Acosta de la colonia Obrera tercera sección. El texto escrito en una cartulina decía: “JULIO HIJO DE TU PUTA MADRE VALE MAS QUE LE BAJES DE HUEVOS SI NO ASI VAS A QUEDAR TU TAMBN”
El miércoles 5 de febrero, tres municiones organizadas calibre 380, dos casquillos 380 y un vehículo con placas del Estado de California sin reporte de robo, en completo estado de calcinación y en su interior los cuerpos de tres masculinos, fueron localizados la mañana en un camino viejo al Murúa, en la colonia Campestre Murúa.
De acuerdo a la Fiscalía General del Estado en Baja California, en el transcurso de 2020 se han registrado 243 homicidios; 204 corresponden a Tijuana.
YEE MURIÓ EN TRES MINUTOS: SEMEFO
La muerte de Ulises Daniel Yee no fue prolongada. Según el dictamen emitido por el Servicio Médico Forense, la causa del deceso fue un choque hipovolémico, derivado de una lesión de tres centímetros, a la altura del cuello, provocada por arma blanca
Al respecto, el titular del Semefo aseveró que el joven habría muerto en aproximadamente tres minutos, debido a la rapidez con la que dicha herida pudo provocar la hemorragia; no existía ninguna otra lesión alrededor de su cuerpo, o al menos no pudo identificarse debido al prolongado estado de descomposición en que fue encontrado el cadáver.
César Raúl González Vaca precisó que el tiempo de deceso supera las 72 horas, pero podría ser mayor, toda vez que dependería de múltiples factores externos, a los cuales no tuvieron acceso, para establecer una hora más atinada. Sin embargo, de haber pasado poco más de tiempo, habría sido muy complicado o casi imposible determinar la causa del deceso.
La hipótesis es que el joven fue asesinado el mismo día de su desaparición y que Juan Carlos pudo retirarse del lugar, aunque vecinos de la comunidad aseguran haberlo visto varias veces en la casa.
De hecho, un día antes del cateo, dijeron verlo fumando en el patio de la casa, como lo hacía de manera recurrente; nunca percibieron ruidos extraños o un olor fétido, por lo que nadie sospechaba que resguardaba un cuerpo en una de las habitaciones.
LAS ÚLTIMAS HORAS DE DANIEL YEE
Ulises Daniel Yee Pérez estaba a escasos días de iniciar el quinto semestre de la carrera de Enfermería en la Universidad Autónoma de Baja California. Ese sábado cumplió su turno matutino en el restaurante Dos Panes, donde se desempeña como mesero.
Alrededor de las 3:30 pm, su madre acudió por él al trabajo y lo llevó de regreso a casa, donde compartieron la comida y posteriormente cada quien inició sus actividades personales.
Al poco tiempo, Daniel le comentó a su madre que saldría de la casa y volvería en poco tiempo; la mujer preguntó por su destino, pero este se limitó a decir que regresaría pronto para arreglarse, pues en la noche tenía una cita con sus amigos en un bar donde festejaría su cumpleaños número 23.
El joven abordó un vehículo de la plataforma Uber y se trasladó hacia su último destino. De hecho, gracias a esto también pudo confirmarse el viaje que realizó, lo que se convirtió en parte de la evidencia ministerial.
La madre de Ulises Daniel perdió comunicación desde esa noche con su hijo, por lo que al día siguiente acudió a los separos de la Policía Municipal, al Hospital General y a Cruz Roja, pero no hubo resultados. Entonces pidió el apoyo de las autoridades.
Gran parte de la investigación que dio con el paradero de Ulises Daniel fue realizada precisamente por la familia, quienes a través de diversos métodos, seguimiento en redes sociales y trabajo de campo, lograron obtener evidencia importante que culminó con el cateo y localización del cuerpo.
Mexicali cerró el mes de enero con diez homicidios, una cifra promedio a la que se registra cada 30 días.
Fijan fianza de 1 mdd a municipales; enfrentan 10 años de prisión
Los ex agentes municipales Jesús Alberto Estrada Torres, de 34 años de edad, y Marco Antonio Castillo Quijas, de 26, enfrentan una pena de diez años de prisión y una multa por un millón de dólares en la Corte estatal de California, por los delitos de robo, robo a casa habitación y conspiración para cometer un crimen.
De acuerdo con información de la Corte Superior de California, los ex oficiales cruzaron la frontera con dirección a Chula Vista, donde se quedarían de ver con otras cuatro personas, entre estas Mario Eugene Hall, Tomás Emmanuel Ramírez y Nicholas Jeremiah Shaw, quienes viajaban desde San Bernardino.
En el estacionamiento de la tienda Kohl’s, donde se citarían los tres últimos junto con Ignacio Martínez Cruz, se vieron con un agente encubierto del FBI que ya los esperaba, al mismo tiempo que Estrada Torres y Castillo Quijas hacían contravigilancia.
Cabe destacar que el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) realizaba una investigación encubierta desde el 14 de noviembre de 2019, que culminó con la detención de los ex agentes municipales y otras cuatro personas.
Hall, Ramírez y Shaw se armaron, y todos juntos manejaron hacia una residencia en Chula Vista, donde creían que podrían sustraer un millón de dólares. Cruz, Torres y Castillo continuaron con su labor de vigilancia cerca de la casa.
Aunque Torres Estrada, Castillo Quijas y Cruz no portaban arma de fuego fueron los operadores principales del robo, de acuerdo con el reporte de las autoridades.
Cuando Shaw colocó un número clave, proporcionado por el agente encubierto para ingresar a la vivienda, oficiales de distintas corporaciones lograron la detención el 31 de enero.
La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana emitió un comunicado, reconociendo haber sido informada de la detención de sus agentes, adscritos a delegación Presa Rural, por “robo con violencia, robo a lugar habitado, agresión con arma blanca y lesiones”.
Ellos se dieron cuenta de su ausencia cuando no se presentaron a trabajar y se dispusieron a buscarlos, pues al parecer traían consigo sus armas de cargo, así como sus radios Matra.
Aunque advirtieron que no se permitirán malos elementos, las autoridades destacan que será hasta que se tenga conocimiento oficial de los actos indebidos para que se tomen medidas protocolarias.
Sin embargo, en información obtenida por ZETA, se conoció que Jesús Alberto Torres Estrada, al igual que su escolta, Marco Antonio Castillo Quijas, habían sido removidos de sus mandos un par de días antes de su captura, aunque continuaban siendo policías en activo.
Los detenidos se presentaron el 3 de febrero en la Corte de Chula Vista, donde todos se declararon “No culpables” de los cargos que se les imputan y se les impuso una fianza por un millón de dólares.
Torres Estrada y Castillo Quijas tendrán su próxima audiencia de preparación el 14 de febrero y enfrentan una sentencia máxima de 10 años de prisión.