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sábado, febrero 17, 2024
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Disciplina

El profesor Carlos Hank González tenía un elegante Oldsmobile blanco. Cuatro puertas. Nada de vidrios ahumados. Tampoco blindado. Asientos de cuero legítimo. Vestidura clara. Tapetes grises. Nuevecito. Enorme antena empotrada en la defensa trasera del lado izquierdo. Con poderoso resorte en la base. Normalmente la bajaba hacia la parte superior de la portezuela delantera. Allí quedaba atrapada con un seguro especial. Cuando la necesitaba se elevaba tres o cuatro metros. Llamaba la atención y provocaba suposiciones. Unos decían que era para el radio especial con “línea directa” a la Presidencia de la República. Otros suponían Gobernación o el Partido Revolucionario Institucional. Pero no. Era equipo personal. Lo conectaba con sus empresas en Salina Cruz, Guaymas, Mazatlán, Sinaloa y la Ciudad de México. Inteligente como fue, nunca descuidó sus negocios por andar en la política.

Año del 58. Un día regresó de Nogales al D.F. Era diputado federal. Viajó por su cuenta. No tocó un centavo de la legislatura. Quería saber cómo carburaba el novedoso ejido ganadero en aquella frontera. Entonces el Secretario de Gobernación sabía a todas horas en dónde y con quién andaban los diputados. Por eso le intrigó el viaje de Hank y lo llamó. Puntual, el profesor entró al despacho del Licenciado Gustavo Díaz Ordaz. Y simplemente le dijo que, en verdad, solo fue a Sonora “para aprender más de política”.


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Aquella reunión marcó notablemente su vida. Me imagino la voz serena y gruesa del Secretario aconsejándole: Para política de la buena, en Tabasco. Allí está Carlos Madrazo de Gobernador. El mejor. Después el profesor contó a sus amigos cómo inmediatamente le dijo a Díaz Ordaz que viajaría por su cuenta. Pero se sorprendió cuando escuchó la sutil orden: “Preséntese con el General Alfonso Corona del Rosal”, el jefe nacional del PRI “y que lo haga Delegado en Tabasco”.

Años después un amigo le preguntó a Hank si aprendió con Madrazo. Se deshizo en elogios. Lo calificó de excelente gobernador, gran político, inteligente, culto, aguerrido y valiente.

Por eso estaba muy a gusto en Tabasco el profesor. Pero un anochecer le llamó Corona del Rosal. Lo citó para las 10 de la mañana del día siguiente. Entonces ni jet tenía y menos el Gobernador. Por eso se trepó inmediatamente a su Oldsmobile. Acompañado nada más por su ayudante José Luis Tapia. Viajaron toda la noche. Llegaron minutos antes de la hora al edificio del Distrito Federal. Nada más entró al despacho principal y oyó las palabras de ritual “…el partido ha decidido” cambiarlo a San Luis Potosí. Sin contradecir, pero conciliando, Hank comentó que allí estaba comisionado su compañero de legislatura y amigo Enrique Olivares Santana. Y le dolería suplirlo. Por eso sugirió no retirarlo y “a mí nómbreme delegado de la CNOP”. Así, dijo, trabajaremos más coordinados y fuertemente. Convencido, el General Corona del Rosal le pidió esperar afuera de su oficina. A los cinco minutos le llamó: “El partido ha decidido” que efectivamente, vaya como delegado de la CNOP.


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Llegó a San Luis Potosí y se fue derechito a la casa del Gobernador Interino Francisco Martínez de la Vega. Allí estaba Olivares Santana. Se conocían muy bien. Los tres eran diputados federales. Nada más el potosino solicitó licencia para suplir a Manuel Álvarez. Este hombre fue electo Gobernador pero lo menospreciaron popularmente por sus notables torpezas y lambisconería al cacique Gonzalo N. Santos. Entonces, a punto de terminar el sexenio “…el PRI decidió”: Manuel López Dávila será el candidato a Gobernador. Casi todos los sanluisinos no lo aceptaron. Ni siquiera vivía en el Estado. Querían al doctor Salvador Nava. Era líder del sector popular del PRI. El mismo grupo representado por Hank.

Ese fue el primer crucigrama para el profesor. Una noche se reunió con Nava. Fue en la casa de su jefe de campaña. Programaron la merienda para las ocho. A la una de la mañana ni siquiera habían probado por estar alegando. Según testimonios de Hank, le dijo al doctor: En el PRI hay reglas que se respetan. Y con esas reglas se decidió que el candidato será López Dávila. Precisamente por esas reglas, debería aceptar con disciplina. Pero también le advirtió: Indudablemente los potosinos lo querían mucho. Era muy popular. Y si se lanzaba como candidato, ganaría la ciudad capital pero no el Estado. Por eso perdería la elección.

Hank propuso a Nava lanzarse como candidato a Senador garantizándole la victoria y, seis años más, la gubernatura. Pero ni así lo convenció. Las palabras textuales del profesor fueron: “Le propongo que acepte con disciplina la decisión del partido y no interrumpa su carrera política”. El doctor lo rechazó pero enseguida escuchó las siete palabras del ritual priísta: “Esta vez no le toca a Usted”. Y nunca le tocó.

No era verbo ni rollo de Hank. Se lo decía por experiencia. Es preciso recordar cómo a fines del 54, le llamó don Jerónimo Quiroz. Era Presidente del PRI en el Estado de México. Palabras más, palabras menos: “El partido ha decidido” postularlo como candidato a Presidente Municipal de Toluca. El profesor quería y estaba trabajando para llegar a la diputación, pero con gusto se disciplinó. Tres años después le llamó por teléfono don Isidro Fabela. “Venga a verme a Cuernavaca”. En cuanto llegó Hank escuchó “…el partido decidió” que sea candidato a diputado federal por Atlacomulco. No puso peros. Regresando a Toluca el Gobernador lo convocó: “El partido decidió” que sea candidato a diputado por Toluca y no por Atlacomulco. Se disciplinó. Lo mismo que hizo cuando años después quiso ser Presidente de la República y no pudo. A lo mejor recordó su propia sentencia a Nava: “Esta vez no le toca a Usted”. Y nunca le tocó.

Recuerdo en 1995. El Partido Acción Nacional y Ernesto Ruffo decidieron: Héctor Terán sería candidato a Gobernador de Baja California. El Licenciado Eugenio Elorduy se había preparado para eso. Era Secretario de Finanzas del primer gobierno panista. Un día Terán entró a su despacho. Serio y de frente le dijo “el partido ha decidido” que sea el candidato. “Ni te metas. Me toca”. Ruffo se lo confirmó después. Terán murió a mitad del sexenio. Elorduy debía sustituirlo. Pero la concertacesión llegó y “el partido decidió” que no fuera. Se disciplinó. Esperó lo que no quiso Nava y ahora es gobernador.

Un día después de aquellas elecciones en San Luis Potosí, el 9 de agosto de 1961, Hank y Olivares Santana se reunieron a desayunar “lejos del centro de la ciudad”, en el “Motel Cactus”. Profesor al fin, don Carlos le dijo a don Héctor: “Sacamos 10 de calificación”. Años más tarde, uno sería Gobernador del Estado de México y otro de Aguascalientes. Llegaron al gabinete.

Profesora también, Elba Esther Gordillo es Secretaria General del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. No alcanza la calificación de sus colegas. Tampoco el grado de disciplina política. Ni la entereza de Nava. Cuando no estuvo a gusto en el PRI se fue para luchar de frente, limpio y hasta morir.

 

Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas y publicado por última vez en julio de 2012.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Jesús Blancornelas Jesús Blancornelas JesusB 47 jesusblanco@zetatijuana.com
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