Los impuestos recaudados por las autoridades de gobierno son un mal necesario. A nadie gusta pagar; máxime en un país como el nuestro, que sentimos que las aportaciones realizadas se reflejan muy poco o casi nada.
Calles sin pavimentar, baches por todos lados, transporte público deficiente, servicios de salud pública paupérrimos, seguridad inexistente, escuelas insuficientes, parques abandonados, luminarias sin focos y un sinfín de situaciones que se pudieran describir, forman parte de la inconformidad ciudadana.
En otros países la carga impositiva es muy superior a la nuestra, pero se cuenta con mejores servicios públicos; esta es una de las grandes diferencias entre naciones del llamado “primer mundo y aquellas tercermundistas, como México.
Uno de los principales problemas que ha enfrentado a lo largo de la historia nuestro país -en lo que a finanzas se refiere- es la evasión fiscal. Somos una de las naciones donde más gente evita pagar impuestos por infinidad de razones, lo que genera que la Secretaría de Hacienda -a nivel federal- y las Secretarías de Finanzas locales “nos carguen la mano” a aquellos que nos tienen cautivos, es decir, los que sí pagamos.
En México, desafortunadamente cada año hay cambios en las “reglas del juego” a la hora de pagar impuestos. En algunos casos con justa razón, pero la mayoría de las veces son por razones desconocidas o no muy claras que digamos; menos para los ciudadanos de a pie. Quienes más sufren en enero son los despachos contables.
La base tributaria crece muy poco, de ahí que busquen cómo obtener recursos de los que puntualmente lo hacen. Pareciera un camino sin retorno.
A diferencia del Gobierno Federal, los estados y municipios en muchos casos están quebrados. Más de un 80 por ciento de los ayuntamientos están casi en bancarrota y no se ve cómo puedan salir adelante. La falta de recursos principalmente es generada por administraciones corruptas que han hecho negocios personales a costa del erario. Son pocos los casos donde un gobierno municipal cuenta con finanzas sanas y sólidas.
Los gobiernos estatales también tienen problemas, pero de diferente manera; según lo anunciado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador y reflejado en el presupuesto de egresos, las entidades federativas recibirán menores recursos que en años anteriores. Hay estados que accedían a recursos a través de diversos fondos, los cuales están en cero; en el mejor de los casos, recibieron reducciones sustanciales.
Ante esta situación, a la autoridad estatal y municipal no le quedan muchas opciones. Una de estas es crear o aumentar impuestos, lo cual políticamente es costoso y para muchos hasta incorrecto; máxime que nunca será bien recibido por la población algún incremento, por más mínimo que sea.
En lo personal, apoyo -y aunque sean medidas poco populares- a los gobiernos locales que se atreven a crear sus propios impuestos (más en temporada de “vacas flacas”) o aumentarlos según sea el caso siempre, y cuando se justifique técnicamente, no políticamente hablando.
No vislumbro otra manera de hacerlo de manera rápida y eficaz, pero en lo que nunca estaré de acuerdo es de hacerlo en lo “obscurito”, como acaba de suceder en Baja California.
¿Por qué a escondidas y en el último día para aprobarse el presupuesto estatal? ¿Por qué no se generó un espacio de discusión y debate que enriqueciera la propuesta?
El partido político Morena del gobernador Jaime Bonilla tiene mayoría en la Cámara de Diputados; sin problema alguno hubieran obtenido la aprobación a dicho aumento.
La forma de hacerlo, tan sucia, desvirtúa la razón de los aumentos. Cuando algo se hace a escondidas de la sociedad es porque saben que está mal.
Pensar que prometieron ser diferentes.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas y comunicación, y socio fundador de CAUDAE. @CasoAlejandro