“Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”.
-Lucio Anneo.
En una conferencia de prensa, Felipe Macías, secretario de la Comisión de Justicia, lamentó que el año más violento en la historia de nuestro país corresponda precisamente al año del aniversario de la victoria electoral del partido de Morena y sus aliados, quienes -afirmó Macías- lejos de fortalecer la justicia y el aparato de procuración de justicia, busquen perdonar a quienes han cometido robos o hayan tenido acusaciones de narcomenudeo.
Evidentemente, este personaje -que muestra todo su desconocimiento en relación al fenómeno de la génesis del delito y todos los fenómenos que concurren a las causas que lo producen- se olvida que más del 90 por ciento de los individuos que se encuentran privados de su libertad por haber incurrido, con su conducta, en alguna de las diferentes hipótesis del delito de narcomenudeo, provienen de familias con grandes deficiencias en cultura, educación, vivienda, salarios, oportunidades de trabajos dignos (y con las prestaciones de ley), entre otros factores, que de ninguna manera justifican, aunque sean causas etiológicas del delito, la comisión del mismo; pero que sí ponen de relieve que algunos de estos factores, que de manera individual o conjuntamente se presentan, ocasionan que el individuo se vea involucrado en hechos punibles.
La media nacional del estudio del CIDE -al que hicimos referencia en la columna de la semana pasada- establece que más del 88% de la población penitenciaria procesada por delitos de narcomenudeo, se compone de adictos a algún tipo de droga, enervante o estupefaciente, y que ingresan a los llamados elegantemente Ceresos; pero representan, en la mayoría de los casos, las grandes universidades del crimen por la contaminación que sufren los internos, ya debido a la sobrepoblación penitenciaria, a la falta de una clasificación apropiada (que los ubique dentro del centro penitenciario en un lugar distinto al que se encuentran), en el que finalmente se contaminará, decía ese estudio.
Además, reveló que la adicción del interno se eleva -estando detenido- a más del 93%, lo cual implica, por otra parte, que todas esas personas que se vieron involucradas en el narcomenudeo y que se encuentran actualmente privados de su libertad, en realidad son adictos y el restablecimiento de su salud no podrá darse bajo esas condiciones; esto implica que en México seguimos encarcelando a los adictos cuyos problemas son graves y dramáticos, mientras que los grandes capos de las drogas gozan de la impunidad.
Lo anterior conlleva a que la Ley de Amnistía, que precisamente fue aprobada la semana pasada, cuando disertábamos sobre el tema que ahora abordamos, responde a una necesidad imperiosa en la que el Estado tenía necesariamente que involucrarse para hacer un rescate que resultaba inaplazable.
Entonces cabe decir que la amnistía de que serán objeto cientos o miles de personas -como lo ha declarado este conservador diputado de Acción Nacional- es un engaño, y solo pretenden obtener ventajas y publicidad, aunque demuestren su ignorancia en un tema que realmente no les interesa (sino únicamente su utilidad política).
Ellos no tienen la culpa; sí los que votaron por ellos, al no razonar y valorizar su voto.
Benigno Licea González es Doctor en Derecho Constitucional y Derecho Penal. Fue presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa”, A. C. Correo: liceagb@yahoo.com.mx