Tener visitas continuas, constantes.
Disfrutar de placeres -y de todo-
con personas que viven a tu modo,
conocidos que surgen abundantes.
Los amigos no se dan en maceta.
Son pocos que te aprecian de verdad
y cultivan la sagrada amistad,
dando de sí, sinceridad completa.
Son ralos los amigos que tenemos…
Contados con los dedos de una mano,
más debemos cuidarlos con esmero.
Por divina virtud los escogemos,
sin poder escoger a nuestro hermano
porque a él, Dios nos lo dio primero.
Miguel Ángel Hernández Villanueva.
Tijuana, B.C.
Correo: jomian1958@hotmail.com