“Crónicas peninsulares de la Baja California. Nostalgia de frontera” es el título del escritor sudcaliforniano recién editado por el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” de La Paz en su 50 Aniversario
Contar la Península bajacaliforniana ha sido una tradición literaria de raigambre, por lo menos desde tiempos de la Conquista con Hernán Cortés en el Siglo XVI, pasando por los testimonios en la época misional con José María Salvatierra en el Siglo XVII o Miguel del Barco en el Siglo XVIII, hasta llegar a autores en el Siglo XX como Miguel León-Portilla o Fernando Jordán con su célebre crónica “El otro México”.
Edmundo Lizardi continúa la tradición de narrar la Península en su nuevo libro “Crónicas peninsulares de la Baja California. Nostalgia de frontera”, publicado este año por el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” de La Paz (www.archivohistoricobcs.com.mx) en su 50 Aniversario, en coedición con la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Sudcaliforniano de Cultura.
En “Crónicas peninsulares…”, Lizardi reúne 62 textos donde pululan los pueblos y ciudades peninsulares, sus historias y personajes que han protagonizado parte de la historia bajacaliforniana y sudcaliforniana en los últimos 50 años, o desde la década de los 70 del Siglo XX.
La miscelánea literaria incluye entrevistas, textos cortos en prosa poética, anécdotas y crónicas en general; algunos escritos fueron publicados en diversos medios donde Lizardi ha colaborado e incluso otros permanecían inéditos.
“Algunas crónicas son inéditas, por ahí incluí textos en prosa poética que pertenecen a un libro inédito que pienso publicar en Tijuana. La mayoría de los textos antiguos están retocados -de los 90, de los 2000-, pero en esencia son los mismos, los originales”, expresó a ZETA el autor, quien reveló de dónde viene la voz poética que imprime en sus crónicas.
ORÍGENES PENINSULARES
Apasionado conversador e incansable noctívago, Edmundo Lizardi contó a este Semanario que nació el 25 de marzo de 1953 en La Paz, Baja California Sur. Reconoció que sus parientes pueblan la mítica ínsula, desde Los Cabos y Todos Santos, pasando por Santa Rosalía hasta llegar a Mulegé; en Ensenada y Tijuana, en la otra mitad de la Península, pueblos y ciudades que por cierto habitan los textos de “Crónicas peninsulares de la Baja California. Nostalgia de frontera”, narrados con una prosa poética que también tiene sus orígenes peninsulares.
“La primera aproximación a la poesía fue por culpa de mi mamá, me contaba anécdotas de las serenatas que le llevaba mi padre con canciones de Pedro Infante. Mi mamá me leía poemas de mi padre, que era poeta”, confesó Lizardi.
Entre los 6 y 10 años de edad, tras los primeros años de aprender la lectura y escritura, llegaron los incipientes poemas al papel:
“Luego que aprendí a leer mi mamá me mostraba los poemas de mi padre, yo me identifiqué mucho con esa escritura, con sus versos, su prosa, y entonces me empezaron a salir los versos de manera muy natural; ése fue el primer espejo que yo tuve y el primer estímulo literario. Estaba en la primaria, tenía unos 9, 10 años”.
— Más allá de las lecturas obligatorias de la Secundaria y Preparatoria, ¿qué autores te deslumbraron en tu descubrimiento de la literatura?
“Tuve la fortuna de tener maestros fuera del aula: Ignacio del Río Chávez, historiador, y Alberto Arnaut Salgado, que era de Todos Santos; Alberto Arnaut era alumno, era compañero de nosotros, muy adelantado. Recuerdo que el primer libro que me regaló Nacho del Río, que nos puso a leer a todos los secundarianos -en la Secundaria y Preparatoria por Cooperación José María Morelos y Pavón-, fue uno que se llama ‘El hombre mediocre’, de José Ingenieros, un autor argentino. Te estoy hablando de los tiempos de la Secundaria, entonces yo leía a Amado Nervo, Juan Ramón Jiménez, toda esa literatura que se leía en esa época.
“Luego empecé a leer ‘El origen de la tragedia’ y ‘El crepúsculo de los ídolos’, de Nietzsche; no le entendía gran cosa, no tenía todo el bagaje cultural para meterme en esas profundidades filosóficas, pero yo lo leía como poeta, por su ritmo, por su cadencia, por su estilo, sus aforismos, sobre todo; además de otros poetas del exilio español en México, como León Felipe. León Felipe fue fundamental para mí, son poetas un tanto olvidados, como otros”.
Y remató:
“Claro, luego vino a través de Nacho y de Alberto, Octavio Paz, los autores que leía Paz, los poetas franceses, sobre todo: Rimbaud, Verlaine, Baudelaire y el novelista Marcel Proust. Fue un ambiente muy propicio para la lectura y para buscar nuevas emociones literarias”.
AVENTURA PERIODÍSTICA
Tal como su padre, el poeta Jesús López Gastélum, que ejerció el periodismo en Baja California, Edmundo Lizardi cuenta que a los 17 años llevó su primera colaboración periodística al semanario El Eco de California, que se editaba a principios de los 70 en La Paz, Baja California Sur.
Ése fue el inicio de su aventura por el periodismo, ya que en 1975 fundó la revista Ahora y después Ahora II, el suplemento semanal Hornocaliente del diario La Extra; luego, en 1982 empezó a colaborar en Unomásuno, posteriormente en Semanario de Novedades, la revista Claudia del mismo grupo de Novedades, hasta llegar a Cultura Norte que dirigía Edmundo Valadés. Hasta que un día de abril de 1991 llegó a Tijuana.
“En los 90 acababa yo de regresar de Europa, me vine vía Los Ángeles con mi intención de llegar a Tijuana, sondear el ambiente, porque yo quería quedarme en Tijuana, no quería regresarme a La Paz, quería que el viaje continuara y la ciudad escogida después de Barcelona fue Tijuana; afortunadamente cuando llego estaban los preparativos para lanzar el primer número de Diario 29, filial de El Nacional que dirigía Virgilio Muñoz”, rememoró.
Y contó cómo empezó a hacer sus crónicas en la región binacional:
“Mi padre era colaborador de ese periódico. Mi padre me remite a la dirección y me contratan, realmente agradezco esa circunstancia porque a final de cuentas la única plaza que quedaba era para un reportero de Sociales, no había de otra, ¡no, hombre! Después descubrí que era una veta extraordinaria para el reportaje, sobre todo para la crónica. Imagínate: bautizos, bodas, fiestas del Obispo, a toda clase de rollo farandulero tenía yo la obligación de ir, imagínate el sacrificio que tenía yo que hacer; por ese lado fue otra vertiente de la realidad tijuanense”.
Todavía recuerda que firmaba con pudor las crónicas de farándula como “Toñita Beltrán” en Diario 29: “Desde luego tenía mi columna ‘MaryBar’ y la de farándula que la hice con un seudónimo, ‘Toñita Beltrán’, tuve que inventarme un seudónimo porque todavía tenía cierto pudor de publicar en Sociales, ahí lo perdí totalmente, ese pudor y otros. Y bueno, también la parte política y la parte de la cultura institucional; crecimos junto con Tijuana en los 90, o sea, la multicultural Tijuana se gestó en los 90, esa gran ciudad no solamente era la leyenda negra, la leyenda prostibularia, el estigma, sino también una ciudad recientemente industrial y con una vida cultural tanto la callejera como la institucional con el CECUT, UABC, etcétera. Imagínate, fue una experiencia periodística y todo un agasajo, como Tijuana está conurbada con San Diego, yo la veía como la misma ciudad, iba y venía, tenía los dos lados del disco, el Ay el B, y todo eso pues está ahí en el libro”, complementó Lizardi.
MISCELÁNEA DE PERSONAJES
En “Crónicas peninsulares de la Baja California. Nostalgia de frontera”, converge toda la experiencia narrativa y poética de Edmundo Lizardi. Con un tono poético, con las respectivas dosis lúdicas y de humor, destacan entrevistas a personajes como “Chayito” Morales, compositora de la célebre canción “Puerto de ilusión” en honor a La Paz; Miguel Ángel Alba Díaz, el polémico Obispo de La Paz; Patricia Valenzuela, promotora de lectura en Santa Rosalía; el escritor paceño radicado en Hermosillo Miguel Ángel Avilés; el inventor del popular suplemento alimenticio antitumorígeno “Biotiquín”, Juan Alfonso García Urbina; hasta el boxeador paceño Guillermo Ayón, por citar solo algunos textos relacionados con Baja California Sur.
Y de Baja California y la región binacional, destacan las crónicas de InSite97, la agonía del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio o sobre el apostador Roberto Parnás, autor del libro “Yo jugador”; además de entrevistas a personajes como el guitarrista Jaime Valle, Mar Castro “La Chiquitibum”; la heredera de Radio Enciso, Marcia Enciso; el actor León Singer, avecinado en San Diego; por citar solo algunos.
Cuando se le cuestionó a Lizardi por qué le interesa la diversidad de personajes que habitan en “Crónicas peninsulares…”, más allá de algún escritor o artista reconocido o encumbrado, argumentó: “Porque todo mundo tiene algo que decir, que enseñarnos, cada persona es un mundo de historias y hay que saber ir al encuentro de esas historias a través del diálogo, del contacto, toda esa gente que no tiene voz, algunos de ellos, y eso creo que también le da una mayor perspectiva a todo el panorama que quiero yo representar.
“La época los 90 en Tijuana fue para mí una época muy productiva, de grandes enseñanzas, redescubrir a una ciudad que yo había conocido desde muy niño; algunos de mis más antiguos recuerdos están en Tijuana; diría yo que Tijuana y Ensenada son mi segunda ciudad. Nací en La Paz pero iba mucho de niño a Tijuana, tengo familia allá, en Tijuana, Ensenada, Mexicali. Yo creo que este libro va a servir para que las nuevas generaciones tomen nota de esos tiempos, porque representan la esencia histórica de los 90, del tiempo en que fueron hechas las entrevistas”, concluyó Edmundo Lizardi.