No todos los que vivimos en Tijuana estamos de acuerdo con la forma en que se está desarrollando en el aspecto urbano. Los que nacieron aquí, los que llegaron después y quienes han decidido vivir lo que les quede, también tienen muy claro que su última morada será en esta querida ciudad fronteriza.
Según un amigo recién llegado de la Ciudad de México, la longitud de la frontera con la hermana ciudad de San Diego es apenas de 24 kilómetros (asegura). Y, quién lo dijera, los expertos dicen que al año cruzan 50 millones de personas. Por eso, orgullosamente decimos que Tijuana es la ciudad más visitada del mundo.
El amigo, profesor retirado que conoce a Tijuana desde 1985 en que llegó por ayuda para un grupo de damnificados de la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana) y que ha convencido a su esposa que esta ciudad es la mejor para disfrutar de los años que les quede de vida, está más que sorprendido de la forma en que ha crecido la ciudad.
Para los que venden, les parece maravilloso que los edificios se están construyendo prácticamente encima de las casas, metiéndolos con calzador. Vea usted a “los desarrolladores”, que a caballazos se han colocado en el área de la muy querida Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas.
También le resulta inadmisible -a este nuevo tijuanense- que los paisajes marinos estén siendo eliminados por las que llama “cortinas de concreto”. ¿Cómo diablos han permitido las autoridades que eso suceda? ¿Por qué, junto a la playa, esos altos edificios? Cuando bien pudieron hacer urbanizaciones como San Antonio del Mar o los distintos desarrollos que en Playas de Rosarito están del lado este, disfrutando sus moradores del paisaje marino.
La construcción de edificios en donde ya están, desde hace décadas, los hogares y escuelas de antiguos residentes, se explica así: los inversionistas no se van al sur de Tijuana porque tarugos no son. No quieren gastar en todo lo que se requiere en vialidades adecuadas y los servicios que aumentarían costos de su inversión para meter servicio eléctrico, agua potable, drenaje y todo lo que le daría una buena plusvalía. Qué importa que con este hacinamiento de edificios provoquen el caos a quienes llegaron hace décadas. Y ahora están sufriendo hasta para ver el cielo desde la puerta de su casa.
Las autoridades han sido omisas. Les vale un tomate podrido el sufrimiento y malestar de los residentes, a quienes les complican la vida. Y no tan solo a los que ahí viven; es salvaje, es majadero, es tremendamente agresivo lo que están haciendo a la entrada de Playas de Tijuana: acabaron con el cerro, pues pretenden construir casas, comercios, escuelas y todo lo que puedan. Y la cereza en el pastel, la estación de gasolina -que pronto estará lista- frente a la entrada de la Col. Lázaro Cárdenas. Y los que viven en Playas de Tijuana o transitan para Ensenada… ¡que se pudran! Primero el negocio.
Nota 1. Inversionistas con sentido social es lo que se necesita.
Nota 2. Fernández Noroña no tiene remedio; asquerosamente majadero con las mujeres. El traje no lo ha adecentado.
Nota 3. Los arrojados paracaidistas del Libramiento S. Rosas Magallón tienen muchas influencias (y el peligro de derrumbe, les vale).
Luz Elena Picos es directora de Red Social de Tijuana. Correo electrónico: redsocialtijuana@hotmail.com www.lagacetaredsocial.org