Si a una persona en la política el Presidente Andrés Manuel López Obrador no ha perdonado, es a Graco Ramírez. Exgobernador de Morelos, hoy de hecho investigado -por su sucesor Cuauhtémoc Blanco- por irregularidades en la contratación de espectáculos (a Sting le pagó dos millones de dólares, cuando el cantante un año antes cobró 900 mil dólares por concierto; a Manuel Mijares y a Emmanuel, 11 millones de pesos, cuando el representante dice que fueron 1.5 millones de pesos, según informan en el gobierno de Morelos); cayó de la gracia del presidente de la República cuando ambos militaban en el PRD y se enfrentaron por posiciones políticas. En corto dicen que el Presidente ha dicho que para Graco no hay perdón, que deberá haber justicia. Total que el exgobernador de Morelos ya está asesorando al gobernador electo de Baja California, Jaime Bonilla Valdez, morenista y cercano a López Obrador. Más allá de estrategias jurídicas para la ampliación de mandato a la que se aferra Bonilla, Graco -quien dice ser amigo del gobernador electo “desde hace años”- lo que está viendo en Baja California son “proyectos de infraestructura para el Estado”, con grupos empresariales que él mismo ha traído a la localidad. De hecho, el exgobernador ahora se dedica a la consultoría de gobiernos estatales, y la próxima administración de Baja California ya hace tratos con él.