Cuando Andrés Manuel López Obrador fundó el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) nunca imaginó el alcance que iba a tener. Si bien dentro de sus objetivos estaba ganar la Presidencia de la República y ser un partido fuerte, la realidad superó con creces la expectativa.
Obtener el triunfo de la forma en que lo hizo en el Congreso de la Unión, varias gubernaturas e infinidad de alcaldías, colocó a Morena en un lugar privilegiado. El llamado “efecto López Obrador” sigue aún vigente, aunque empieza a resentir el desgaste de gobernar.
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El control que ejerce en la autodenominada “Cuarta Transformación” es digno de análisis y estudio. No se mueve un ápice sin su aprobación y consentimiento, lo cual habla de una personalidad aprehensiva y de enorme desconfianza hacia sus subordinados. Si bien en el gobierno el control presidencial es total y los desencuentros no se conocen hasta que de plano no hay marchas atrás (tal el caso de Germán Martínez o Carlos Urzúa), existen recovecos donde puede salir mal librado. Me refiero al relevo en la dirigencia nacional de Morena.
Cuando en agosto se publicó la convocatoria donde se especificaba las reglas de la sucesión, empezaron los movimientos políticos y tácticos al interior de este partido. Entre quienes han manifestado su intención de participar está Yeidckol Polevnsky, actual dirigente nacional, la cual -antes de dialogar- le gusta dirimir conflictos a través de la confrontación; a su favor tiene que ha construido una estructura propia.
El diputado Mario Delgado también fue de los primeros en levantar la mano, su posición en el Congreso le permite hacer alianzas y amarres. Si bien es visto de manera positiva entre morenistas, también es pública su cercanía con Marcelo Ebrard, lo cual no termina de ser del agrado de las tribus radicales de izquierda.
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Otro de los apuntados es Alejandro Rojas, persona cercana al senador Ricardo Monreal, y quien tiene diferencias con Polevnsky; inclusive le retiraron sus derechos partidistas, los cuales se los regresó el TRIFE (Tribunal Federal Electoral). Por último, y no menos importante, está Bertha Luján, quien es una persona muy cercana al presidente López Obrador; para mayor referencia, preside el Consejo Nacional de Morena y es madre de la actual secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde Luján.
Todo transcurría con normalidad y los morenistas se preparaban para una asamblea nacional donde -a través del voto- se elegiría a su próximo dirigente, cuando López Obrador convocó a una reunión para cambiarles el método de elección. Ya no será por voto, sino por encuestas. La “sana distancia” desapareció y todo el mundo hizo mutis ante la instrucción presidencial (cualquier parecido al PRI antidemocrático es mera coincidencia).
Hay que recordar que los procesos internos de los partidos políticos donde se elige a líder nacional por votación suelen ser un desastre, pues brota lo peor de cada aspirante: la compra de votos y el mal manejo del padrón terminan por reventar procesos.
En Caudae, empresa en la que laboro, realizamos un ejercicio para medir la percepción de los precandidatos. Es importante precisar que esta medición fue en población abierta y no solo entre militantes de Morena; la razón es que no contamos con el padrón. La encuesta se aplicó a 1,200 mexicanos en todo el país de manera telefónica con los siguientes resultados:
Mario Delgado aparece en primer lugar con 28.3%, seguido de cerca por Polevnsky con 23.2%; en tercer lugar Alejandro Rojas con 17.1% y al final Bertha Luján con 14.4%. Un 17% encuestado no expresó opinión.
Como podemos apreciar en un primer estudio, no hay nada definido. Lo mejor -o lo peor- está por venir, eso dependerá de sus militantes y de la opinión del “jefe supremo” que ahora despacha en Palacio Nacional.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se desempeñó como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro
