La historia de México es tan controversial que, en lo que yo había leído en la tira del peregrinaje, no cabe duda que los aztecas o mexicas partieron de un lugar mítico llamado Aztlán -que significa “lugar de garzas”- y que batallaron mucho desde su partida al norte de lo que hoy es Ciudad de México; y que hubo numerosos asentamientos, pues ya su dios Huitzilopochtli les había dicho que era un lugar donde estuviese un águila que supuestamente se quedara por mucho rato posada.
Hicieron en el peregrinaje varios asentamientos, hasta que llegaron al lago de Texcoco y, tras ser vasallos de las otras tribus asentadas, un día, Ilancuéitl -que significa “falda de anciana”, y que era hija de Acolmiztli, señor de Cohuatlinchan- fue impuesta sobre los mexicas-aztecas por Coxcoxtli, tlatoani de Colhuacan; ella gobernó a los mexicanos de 1299 a 1347.
Si la ciudad de Tenochtitlan fue fundada en 1325, su reinado y la fundación de esta bella ciudad le corresponden a Ilancuéitl. Mi sorpresa -y para los historiadores- es que esta mujer es la que ordena la fundación de lo que hoy es CDMX, apareciendo en los códices Ixhuatepec y en el Telleriano-Remensis, pero es a Tenoch al que históricamente se le atribuye su fundación. Lo que pasa es que durante su reinado fue rebautizada la ciudad con el nombre del tlatoani.
Pues bien, el esplendor de la Tenochtitlan dura poco menos de 200 años (desde 1325 a 1521), en que la grandiosidad del Imperio cae a manos del español Hernán Cortés y comienza la reconstrucción de la antigua Tenochtitlan… por Ciudad de México.
Hoy, como testimonio, en la Ciudad de México se puede ver un monumento con un águila posada sobre un nopal, devorando una serpiente, y cinco personas que se manifiestan por el regocijo de haber terminado esa batalla que fue su peregrinaje.
Así es que, para todos los mexicanos, hay que dar hoy honor a quien honor merece; al nombre de esta mujer, que la recordemos. Se llama Ilancuéitl.
Atentamente,
Dr. José Fernando Jaramillo Cisneros
Tijuana, B.C.
Correo: drferia@hotmail.com
