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lunes, septiembre 30, 2024
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Angélica

Recuerdo cuando se enojaba Ramón Arellano Félix. De pura venganza mandó a dos matones. Tirotearon a la joven señora hija de doña María Castaños. Llevaba recién nacido bebé. También le tocaron las balas. Iba con el esposo en un auto. Hacía ratito cerraron su negocio en Plaza Minarete de Tijuana. Cruzaron el estacionamiento ya casi vacío. Se acercaron al depósito de basura. Como tenían una empresa de fotocopiado llevaban desperdicios papeleros. Bien empaquetaditos en plástico. Cuando el caballero estacionó su auto se dispuso a bajarse. No alcanzó. Los matarifes estaban agazapados. Se acercaron en otro auto. Dispararon por la espalda. Luego frente a las portezuelas delanteras. Como siempre sucede: Huyeron. Jamás fueron identificados y por eso nunca detenidos. Tampoco hicieron por capturarlos. Hasta la fecha ni sus luces. Total. Cumplieron bien las órdenes.

Ramón estaba emberrinchado con la señora Castaños. Nada más por haber escrito una carta a ZETA. Se publicó. Al mafioso le mandó decir, como cuentan por allí, hasta lo que no. Estaba muy dolida porque Arellano Félix ordenó primero matar a sus dos hijos. Los quería mucho. Y en venganza por el mensaje Ramón le contestó donde más le doliera a Doña María: Hija y nieta.

Este Arellano violó las leyes no escritas de la mafia. Ordenó ejecutar a familiares sin razón. La señora para empezar no competía en el negocio. Menos enemiga. Simplemente reprochó a Ramón. Los parientes de la dama eran todavía más ajenos. Ni siquiera los conocía. Cuando sucedió este asesinato supe de cómo opinaban ciertos mafiosos. Les cayó mal el arrebato de Ramón. Temieron que siguiera ordenando lo mismo. Se disgustaron por los disparos al recién nacido. Y no se me olvida cuando me informaron que un mafioso dijo: “Este Ramón no se mide. Nos puede pasar lo mismo con nuestra familia”.

Aparte: La matanza en “El Rodeo” asqueó a muchos. Señoras, señoritas y niños ametrallados. Sin nada que ver ni temer en el narcotráfico. Los matones arellanescos tuvieron la desfachatez y se aprovecharon. Formaron de espaldas a la pared hasta a los pequeños. Les dispararon sin misericordia. También fue por un enojo que derrapó en desquite. Los Arellano estaban inconformes con el jefe de familia del rancho “El Rodeo”. No se niega. Sí andaba metido en el narcotráfico. Pero ninguna culpa tenía la parentela. Se les pasó trágicamente la mano.

Otro caso: El Licenciado Rodolfo Gallardo era un distinguido abogado. Respetable. Dedicado a profesión y cátedra. Estaba por llegar en auto y con la esposa a su casa. Los tirotearon hasta matarlos. El abogado perdió el control del vehículo. Terminó chocando. Al oír los disparos salió el hijo mayor. También a él lo ejecutaron. Sin razón. Solamente por una venganza. Ellos estaban ajenos al motivo. Otra vez se rompieron brutalmente las leyes no escritas del narcotráfico. Entonces se dijo: Fabián Reyes Partida “El Calaco” fue el autor. Era uno de los perversos narco-júniors. Hijo de familia pudiente tijuanense. A pesar de estar identificado nunca se le persiguió. Hasta la fecha no sabe nada de este matón.

Jorge Briseño “El Cholo”

El lunes 15 de este marzo en Tijuana ejecutaron a la señorita Angélica Aguilar Navarro. Ejecutiva de Televisión Azteca-Tijuana. La Procuraduría General de Justicia en el Estado sospecha de José Briseño López “El Cholo” o “El Cholillo”. También pudo haber enviado un matón. Como los otros actuó a traición. No quiso ver de frente a la damita. Esperó a que estacionara su auto llegando a casa. No la dejó ni bajar. Le disparó desde atrás. Se ensañó. Muchos balazos para una persona. De ese tamaño era el deseo de venganza.

Es que Angélica vio en julio del año pasado cómo mataron a su hermano. Allí mismo. Frente a la casa. Al día siguiente fue llamada para declarar ante el Ministerio Público. Pasó otro día y debió regresar a la fiscalía para ratificar. Una versión de la Procuraduría es que nunca identificó a los asesinos. “Solamente les vio a lo lejos pero no los identificó”. Pero otra información apunta que sí los reconoció.

El problema fue que su hermano tenía relaciones con una damita. Esta antes fue pareja de Briseño López “El Cholo”. Pero su noviazgo con Jorge Ángel Aguilar Navarro fue en muy buenos términos. Hasta visitaron al padre de la señorita para solicitar permiso oficialmente. El novio tuvo la entereza de informar personalmente a la familia de su pareja que estaba embarazada y se casarían. Todo iba bien. Pero entonces y nada más por purita venganza lo mataron. Hasta allí llegaron los celos de Briseño López “El Cholo”.

Angélica cumplió con la ley declarando. Igual como pudo hacerlo cualquier persona. Y luego también cumplió con la novia de su hermano. La visitó constantemente. Hay referencias de haber sido muy cariñosa con el bebé, producto del amor entre el joven que terminó asesinado y la damita. Eso pudo haber despertado también el odio.

La lógica apunta que “El Cholo” debió reaccionar luego de Angélica acudir a declarar ante el Ministerio Público. También se supone que la joven necesitaba de protección. Cuando menos un policía frente a su casa. Pero no hubo ni una cosa por parte del asesino ni otra de la autoridad. El Procurador declaró que Angélica nunca mostró temor y por eso no la protegieron. Pero una esquela firmada por respetables médicos estremece: Asegura que el fiscal Antonio Martínez Luna sí conoce a los asesinos. Las versiones se multiplican mientras la Procuraduría no aclare todo. Hay quienes consideran que las declaraciones de Angélica al Ministerio Público, le fueron transmitidas a “El Cholo”. De ser cierto esto demostraría la complicidad. Puede ser que no y el asesino actuó por venganza. Pero es preciso aclararlo todo. De otra manera crecerán las suposiciones. A tanto llegan que el asesinato de Angélica “borró” noticiosamente la reciente múltiple captura de sicarios y secuestradores. Estremeció más la ejecución de la señorita que la terrible balacera.

Indudablemente la policía sabía de “El Cholo” y sus crímenes. Inclusive en determinados momentos debió tener la protección oficial. La razón: Es pariente de Francisco Javier Arellano Félix “El Tigrillo”. Tal cercanía le da el poder. Provoca miedo entre ciertos policías. Posiblemente soborna a otros. Pero todo esto deja en claro: No se trató en el caso de los hermanos Aguilar Navarro nada relacionado con el narcotráfico. Simplemente fue la venganza de un mafioso. Otro más violando la ley no escrita en el narcotráfico. Peligrosamente se está reviviendo la época de los famosos narco-juniors. No es “El Cholo” hijo de una familia pudiente. Pero sí empata en arrebatos. Así fueron varias ejecuciones a fines de los años noventas. Nada más por celos o venganza. Pero si “El Cholo” no pertenece a esa clase social, sí tiene la influencia y el poder que aquellos narco-júniors. En la Procuraduría de Justicia del Estado se sospecha: Autor de estos asesinatos.

 

Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas,

publicado por última vez en febrero de 2012.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Jesús Blancornelas Jesús Blancornelas JesusB 47 jesusblanco@zetatijuana.com
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