En una memorable noche donde abundó el modernismo, el romanticismo, la música y, por supuesto, la cursilería, Juan Villoro regresó a Tijuana para compartir la conferencia concierto “En el jardín azul de tu extravío. Amado Nervo y la canción romántica” en el centenario de la muerte del poeta nayarita (1870-1919), el sábado 29 de junio en la Casa de la Cultura por invitación del Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC).
En el tributo a Amado Nervo y tal como en otros espectáculos musicales y literarios en Tepic o la Ciudad de México, la dinámica de la gala consistió en que Villoro leía algunos fragmentos de su ensayo “En el jardín azul de tu extravío” en torno al poeta modernista, mientras alternaba con Hernán Bravo Varela quien interpretaba algunas melodías emblemáticas del romanticismo y la cursilería del siglo XX.
“Libro abierto”, de Fidel Ávalos Valadez e interpretada por diversos cantantes como Gerardo Reyes, Los cadetes de Linares, Paquita la del Barrio, fue la melodía que inauguró el entrañable recital en Tijuana en voz de Hernán Bravo Varela, acompañado por Guillermo Zapata (guitarra y dirección artística), Armando Correa (bajo) y Pepe Vallejo Jr. (percusión), mientras las perfumadas damas y galantes caballeros tarareaban sin pudor en el Teatro de la Casa de la Cultura de la colonia Altamira en Tijuana:
Dicen de mí,
que yo he sido un libro abierto
donde mucha gente ha escrito
no hagas caso nada es cierto.
En blanco está
nadie supo escribir nada
no dejaron ni una huella
nadie me importaba nada.
Me importas tú
tu sí escribes muy bonito
para ti soy libro abierto
escribe en mí, te necesito.
“Amado Nervo se sometió a una extraña paradoja: fue el escritor más famoso de su tiempo y poco después la crítica lo condenó a un exilio póstumo. Las mujeres de América Latina siguieron recitando ‘La amada inmóvil’ hasta convertirse en abuelas, pero los nuevos poetas lo relegaron al azucarado panteón de la cursilería. Su influencia literaria se advierte más en las canciones románticas de Agustín Lara, el músico poeta, que en la poesía contemporánea”, disertó Juan Villoro.
La noche bohemia transcurrió entonces entre la lectura del ensayo de Villoro y las interpretaciones de Hernán Bravo Varela de “la música que llegó para quedarse”, como advirtió el autor de “El testigo” (Anagrama, 2004), entre otras, canciones como “Imposible”, de Agustín Lara; “El día que me quieras” de Alfredo Lepera (tango inspirado en el poema homónimo de Amado Nervo); “No me digas adiós” de Carlos Pellicer (que escribió para Gabriel Ruiz), por citar solo algunas.
Una de las canciones que transportó a aquella época romántica de mediados del siglo XX fue “La gloria eres tú”, de José Antonio Méndez, misma que el público musitaba junto con Hernán Bravo Varela:
Eres mi bien
lo que me tiene extasiado
por qué negar
que estoy de ti enamorado
de tu dulce alma
que es toda sentimiento.
De esos ojazos negros
de un raro fulgor
que me dominan
e incitan al amor.
Eres un encanto
eres mi ilusión.
Entonces llegó el momento en que Villoro cuestionó: ¿qué es a fin de cuentas la cursilería?, para después citar:
“El historiador del arte Francisco de la Maza la define así: ‘Lo cursi es lo exquisito fallido, lo cursi es el quiero y no puedo. Lo interesante es que el cursi que no llega a la verdadera elegancia, cree haberla conquistado. El mal gusto de la cursilería es sumamente sincero, pues depende de apariencias que nunca se combinan del todo”.
Finalmente, Juan Villoro sentenció en la noche cursi en homenaje a Amado Nervo en el centenario de su muerte, en Tijuana:
“¿Quién que esté aquí no ha creído ser sofisticado, cuando en realidad sólo era un poco ridículo? En el fondo, todos somos algo cursis”.