Mary Anastasia O´Grady, columnista del diario The Wall Street Journal (WSJ) consideró que la confianza empresarial en México, que según ella ya era inestable, se ha visto aún más dañada con la carta de renuncia de Carlos Urzúa Macías al frente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Es poco probable que la confianza sea reparada en tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador continúe centralizando el poder y siga burlando el Estado de derecho, escribió en un artículo de opinión en el rotativo estadounidense.
O´Grady señaló que México “pierde” sin Urzúa Macías, además de que la sacudida en los mercados financieros tras la salida del funcionario federal se debió tanto al contenido de su carta, como a lo repentino de la decisión.
“La carta de renuncia del sr. Urzúa sugiere que detrás de la escena hay más razones para entrar en pánico”, expuso la columnista luego de hacer referencia a los señalamientos del extitular de la SHCP.
El martes pasado, el ahora ex funcionario agradeció en un tuit “la oportunidad de haber servido a México” y anexó una carta en la cual indicó que “discrepancias en materia económica hubo muchas”, algunas de ellas porque en la presente administración federal se han tomado decisiones de política pública “sin el suficiente sustento”.
“Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco”, manifestó Urzúa Macías.
“Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente de conflicto de interés”, indicó el ex funcionario federal, como causas que lo orillaron a renunciar.
El domingo, la revista Proceso publicó la primera entrevista que concedió Urzúa Macías, en la que el ex funcionario federal narró al analista político Hernán Gómez Bruera cómo es y fue su relación con el presidente López Obrador, a quien dijo conoció desde finales del año 1996. El ex titular de la SHCP también habló de las coincidencias y diferencias ideológicas entre ambos.
Urzúa Macías aseguró que el político tabasqueño no es un izquierdista “de pies a cabeza”, y no cree que “tome en serio al marxismo”. Que piensa que el mandatario nacional quizás se asume como un socialdemócrata, “o más bien como un intervencionista o un dirigista”, alguien que está a favor de la rectoría del Estado en la economía.
Además, el académico aseguró que, ya sea por cálculos políticos o electorales, el titular del Poder Ejecutivo Federal “es conservador”, porque no quiso realizar una reforma fiscal en la que se aumentaran los impuestos, que el ex titular de la SHCP ve como la única manera “para abatir desigualdades” y hacerse de más fuentes de recursos.
Por otra parte, Urzúa Macías aseguró que el principal problema del Gobierno encabezado por López Obrador es “su voluntarismo”. Asimismo contó que no estuvo de acuerdo con la cancelación del aeropuerto de Texcoco y criticó el objetivo de construir la refinería Dos Bocas, en lugar de promover la exploración y producción de crudo.
“Yo no hubiera puesto tanto dinero este año para proyectos que no podía despegar rápido. Santa Lucía no empezará sino al menos en tres meses, el Tren Maya sigue en diseño… ¿Para qué poner tanto dinero ahí cuando podría utilizarse para carreteras y otras cosas? Eso explica en gran medida por qué la inversión pública se cayó”, dijo.
“Se ha puesto el dinero en grandes proyectos que apenas están empezando a madurar. Probablemente el presidente quiso asignarles recursos para mandar la señal de que esos proyectos iban en serio, pero creo que fue un error”, abundó Urzúa Macías.
“Hacer una refinería como la de Dos Bocas no es óptimo en las condiciones actuales. Los encargados de construirla dicen que costará unos 8 mil millones de dólares. Sin embargo, la gran mayoría de las empresas señala que no se puede hacer por menos de 15 mil millones de dólares y la mayoría de los expertos aseguran que no puede hacerse en tres años. Por eso la licitación estuvo desierta”, señaló el ex titular de la SHCP.
“En uno de los párrafos de mi carta me refiero a una serie de políticas públicas sin sustento. No quiero hablar de todas, pero de entrada te puedo decir que yo sí estuve a favor de que continuara la construcción del aeropuerto de Texcoco. Creo que la obra estaba muy avanzada y había demasiado dinero de por medio”, dijo Urzúa Macías.
Si bien es cierto que muchos de los terrenos aledaños estaban controlados por gente vinculada a la Administración anterior, un Gobierno fuerte como el de López Obrador podría haberlos expropiado por razón de Estado”, expuso el académico del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
Por otra parte, el ex funcionario federal negó haber tenido confrontaciones con el nuevo secretario Arturo Herrera Gutiérrez o Raquel Buenrostro Sánchez, funcionarios a quien él propuso, y que en el caso de la oficial mayor de la SHCP, López Obrador ni conocía.
Con quien Urzúa Macías sí tuvo diferencias fue con Alfonso Romo Garza, a quien el ex titular de la SHCP ve como el principal conflicto de interés en el Gobierno Federal, y un hombre de “extrema derecha”, quien “maneja a diario, por su cargo, “un cúmulo de información económica confidencial”, misma que el jefe de la Oficina de la Presidencia o sus familiares en primer grado no debería de consultar, ya que poseen una participación accionaria en la Casa de Bolsa Vector.
Además, el ex titular de la SCHP aseguró que fue Romo Garza quien impuso a la actual titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Margarita Ríos-Farjat y a Eugenio Francisco Domingo Nájera Solórzano, como director general de Nafinsa y Bancomext, las bancas de desarrollo.
“Es precisamente a él [Romo Garza] a quien aludo en mi carta de renuncia. Un conflicto de interés existe cuando una actividad personal o de negocios de un servidor público podría eventualmente interferir con el ejercicio de sus funciones”, agregó el ahora ex titular de la SHCP.
“Me cuesta entender el tipo de relación que tiene con el presidente. Ideológicamente Romo es un hombre de extrema derecha y en términos sociales oscila entre el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. ¿Cómo un hombre así, que llegó a admirar a Augusto Pinochet y a Marcial Maciel, acabó no sólo siendo amigo de López Obrador, sino incluso siendo el Jefe de la Oficina de la Presidencia?”, cuestionó Urzúa Macías.
“Ahora bien, es verdad que aun cuando Romo trató de usar su influencia para apoderarse de las secretarías de Hacienda y de Economía, el Presidente no lo dejó. Pero sí pudo imponer a Margarita Ríos-Farjat en el SAT y a Eugenio Nájera en Nafinsa y Bancomext. Este último ha sido desde siempre su mano derecha en el sector empresarial, mientras que para que ella pudiera ser impuesta se tuvo que cambiar la propia Ley del SAT”, abundó el ex secretario.
El ahora ex funcionario federal añadió que otro de los motivos de su renuncia fue que Manuel Bartlett Díaz, director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), quien tiene la intención de incumplir el contrato por el cual se construyó el gasoducto submarino Sistema Sur Texas-Tuxpan.
“Pasó algo de lo que no quiero hablar porque involucra a mucha gente. Puedo referir, sin embargo, cuál fue una de las gotas que casi derramó el vaso. Un alto funcionario y yo fuimos a comentarle al presidente hace unos días que lo que está haciendo la CFE no es en beneficio de México”, reveló el ex titular de la SHCP.
“Uno de los gasoductos paradigmáticos es el que va de Texas a Tuxpan, Veracruz, el cual se firmó hace cinco años y ya se terminó de construir. Ese gasoducto, que provee más de un tercio de toda la demanda de gas en México, fue construido por Transcanada, una paraestatal canadiense, junto con IEnova, una empresa mexicana, subsidiaria a su vez de una estadounidense llamada Sempra”, indicó Urzúa Macías.
“Puede ser cierto que el gasoducto haya salido caro, como afirma Bartlett, pero lo cierto es que nosotros firmamos un contrato y debemos cumplirlo. Bartlett no quiere entregar ese gasoducto y pretende renegociar el contrato, pero no está evaluando correctamente su costo, porque al parecer no entiende el concepto de valor presente”, dijo el académico.